Las razones por las que actuamos como nuestros padres pueden no parecer un gran misterio. Dejando de lado nuestra conexión genética, desde el momento en que abrimos los ojos, estamos absorbiendo el punto de vista de nuestros padres y toda su forma de estar en el mundo. Esto no nos condena a una vida de ser réplicas de las personas que nos criaron. Sin embargo, sí significa que heredamos un complejo conjunto de lecciones, tanto aparentes como invisibles, de nuestros padres, que repercuten en nuestras vidas de todas las maneras que no esperamos.
Muchos de nosotros luchamos con el desordenado tira y afloja de navegar por los rasgos de nuestros padres dentro de nosotros mismos. A menudo abrazamos los positivos y, con un esfuerzo concertado, negamos los negativos. Estos rasgos no siempre son explícitos y a menudo provienen de puntos de vista sutiles que hemos recogido. Los rasgos positivos suelen resonar en nosotros y nos ayudan a guiar nuestra vida. Los negativos, y tanto nuestra réplica como nuestra resistencia a estos rasgos, pueden deformarnos y alejarnos de nuestros objetivos personales y de las expresiones más auténticas de lo que somos.
Explora hasta que punto te ves influenciado por los patrones de tus padres
Dado que, de niños, interiorizamos nuestro entorno temprano, cuando crecemos, la mayoría de nosotros no somos seres totalmente diferenciados. El grado en que no hayamos podido identificar, comprender y separarnos de ciertas superposiciones de nuestra personalidad puede llevarnos a revivir en lugar de vivir nuestras vidas. Una pregunta importante que podemos explorar es: “¿hasta qué punto estamos siguiendo una prescripción establecida para nosotros por nuestro pasado?”
Esto no quiere decir que nuestros padres tuvieran mala intención o que pretendieran influir en todos los aspectos de lo que somos. El objetivo de reconocer cómo sus rasgos afectan a nuestro propio comportamiento no es culparles ni enredarnos permanentemente en nuestro pasado. Más bien se trata de ayudarnos a liberarnos de las superposiciones de nuestra personalidad que no reflejan aspectos genuinos de nuestro ser. Este proceso nos ayuda a dar sentido a nuestras acciones, reacciones y nos permite asegurarnos de que se alinean con nuestros objetivos personales. Lo más probable es que haya una lista de lecciones por las que estamos agradecidos y rasgos que esperamos emular de nuestros padres. Por el contrario, habrá una lista de lecciones que estamos viviendo y que podrían estar limitándonos en todo, desde la forma en que nos vemos a nosotros mismos hasta la forma en que nos relacionamos con los demás.
La división que podemos sentir en nuestro interior entre lo que realmente somos y las “voces” que resuenan en nuestra historia puede llevarnos a actuar de formas que ni siquiera nos gustan o a decir cosas que ni siquiera queremos. Es más probable que adoptemos estos comportamientos reactivos en momentos de estrés y en situaciones que desencadenan sentimientos dolorosos y primarios. De lo que no nos damos cuenta en esos momentos es de que gran parte de lo que estamos experimentando a nivel emocional se basa en proyecciones y viejos sentimientos de nuestra infancia.
Los padres son personas, y las personas no son perfectas. Dado que estamos programados para recordar mejor las cosas que nos asustan y molestan, por desgracia, suele ser cuando los padres están en su peor momento, en los momentos en que pierden el control o no responden a una necesidad, cuando tienen la mayor influencia en las actitudes negativas de sus hijos hacia ellos mismos y hacia los demás.
Como tenemos tendencia a adoptar el punto de vista de nuestros padres en una etapa tan temprana de la vida, podemos empezar a experimentar ese punto de vista como propio. Por ejemplo, podemos ser duros y críticos con nosotros mismos o sospechosos o desconfiados en nuestras relaciones. Es posible que reproduzcamos las ansiedades, inseguridades o frustraciones de nuestros padres en nuestra propia vida, especialmente en nuestras relaciones más cercanas.
Formas en que los padres influyen en sus hijos adultos
La primera forma
La primera es repetir directamente la forma de ser de nuestros padres. Si ellos eran controladores, nerviosos, reactivos o introvertidos, es muy posible que nosotros llevemos estos rasgos y los expresemos en nuestra propia vida.
Segundo modo
Mostrar el impacto de nuestros padres es reaccionando a sus rasgos (o más bien exagerando). Tal vez vimos a nuestra madre como nerviosa y dominante, por lo que reaccionamos siendo imprudentes o extra sensibles a la intromisión. Tal vez sentimos que nuestro padre era rechazante y frío, así que reaccionamos presionándonos para alcanzar el máximo nivel o sentimos que tenemos que buscar activamente la atención y la aprobación de la gente.
Tercera manera
La tercera forma de mostrar la influencia de nuestros padres es recrear el clima emocional de nuestro primer entorno. Esto suele hacerse de forma totalmente inconsciente y, por tanto, puede ser difícil de detectar. Es difícil de ver, pero podemos adoptar comportamientos que hacen que se reproduzcan escenarios antiguos y familiares. Por ejemplo, podemos provocar que nuestra pareja nos trate de la forma en que lo hacían nuestros padres o que diga cosas que nuestros padres solían decirnos. Incluso podemos actuar de forma infantil con nuestro propio hijo, viendo que tiene poder sobre nosotros, lo que puede reflejar cómo nos sentíamos cuando éramos niños.
La mejor manera de abordar el proceso de diferenciación de los rasgos que ya no nos sirven en nuestra vida es con curiosidad y compasión. Muy a menudo, somos increíblemente duros con nosotros mismos por mostrar rasgos que hemos adquirido honestamente. En cambio, deberíamos permitirnos explorar de dónde provienen estos patrones.
El regalo de reconocer una falta de diferenciación en nuestro interior es que, una vez que somos conscientes de ello, podemos empezar a cambiar las cosas que no nos parecen un reflejo honesto de lo que somos o de lo que queremos en la vida. Podemos reconocer ciertos autoataques y actitudes autolimitantes como sombras de nuestra historia en lugar de reflejos reales de lo que somos. Por último, podemos desaprender viejos hábitos y desarrollar nuevas formas de ser que nos acerquen a lo que queremos ser y a la vida que queremos llevar.
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¿QUÉ VAS A LOGRAR?
• Despertarás en los padres, un estado de consciencia del comportamiento y la crianza que están dando a sus hijos.
• Dimensionarás el daño que provoca en un niño, los comportamientos inconscientes de sus padres.
• Aprenderás sobre una crianza respetuosa y consciente para los niños.
• Lograrás que los padres identifiquen cuáles son los patrones de crianza que están repitiendo en los niños y los resignifiquen.
• Entenderás cómo sanar su historia.
Cómo evitar cometer los mismos errores que tus padres
Los padres te enseñan mucho, y a veces esas lecciones preferirías no transmitírselas a tus propios hijos. Tal vez fueron emocional o físicamente distantes durante tu infancia. Tal vez tus padres tenían favoritos con tus hermanos o eran demasiado críticos o indulgentes contigo.
La crianza de los hijos tiene efectos a largo plazo que perduran hasta la edad adulta. Sin embargo, no estás necesariamente condenado a repetir los errores de tus padres. Julaine Brent, psicóloga del desarrollo de la Fundación de Psicología de Canadá, afirma que para cambiar los comportamientos aprendidos es necesario tomar conciencia.
“Una infancia difícil no significa que estés obligado a recrear las interacciones negativas con tus propios hijos”, escribe Brent. “Pero hace falta autocomprensión, un enfoque de la paternidad desde dentro hacia fuera, para romper los patrones negativos de las interacciones familiares que se transmiten de generación en generación”.
Para los hombres en particular, asumir la paternidad en una dirección diferente a la que han crecido puede ser desalentador.
Consejos para evitar cometer los mismo errores que tus padres en la paternidad
Trátate con cariño
Los niños se fijan en lo que haces y lo copian, así que haz todo lo posible por cuidar de ti mismo. Los buenos hábitos, como ir al médico con regularidad, mantener tu salud mental, hacer ejercicio y dormir lo suficiente, te permiten sentirte bien y ofrecer el mejor cuidado posible.
Evita hacer comentarios negativos y generalizaciones sobre ti, especialmente delante de tus hijos. Deja que te vean resolver los problemas. Romper los hábitos es difícil. Celebre sus éxitos de viva voz.
Elogie y critique el comportamiento, no a las personas
Sus comentarios para su hijo deben reflejar lo que hace, más que lo que es como persona. Considere decir a un niño que es rápido en el patio de recreo: “Corres rápido”, en lugar de: “Eres un buen atleta”.
Comunicar expectativas claras
Tenga reglas bien definidas y consecuencias por romperlas. Aplique las consecuencias si no se cumplen las normas. Premie los buenos comportamientos. Esto demostrará que la atención de los padres proviene de las acciones positivas, no de las negativas. Esto también prepara a los niños para el éxito, reduce la ansiedad y les da la validación que necesitan para sentirse seguros de sí mismos. Intenta utilizar frases como “Me gusta que tu voz sea un poco más tranquila” y no “Deja de ser tan ruidoso”.
Sé amable contigo mismo
Cuando te preguntes: “¿Me estoy convirtiendo en mi padre?”, puede ser útil recordar que eres un individuo distinto a cargo de tus propias decisiones como padre. No eres tus padres. No eres tus hijos. Tú eres tú. Además, presta mucha atención a las críticas y los elogios que haces a tus hijos, asegurándote de que no estás viviendo a través de ellos.
Infórmate sobre el desarrollo humano
Tú eres quien mejor conoce a tu hijo, pero mantener tus conocimientos sobre las etapas de desarrollo te ayudará a saber cómo administrar la disciplina y los elogios. Los niños pequeños no entienden muy bien el tiempo. A su vez, los niños pequeños pueden no beneficiarse de un castigo duradero en el que olviden lo que hicieron mal a medida que pasa el tiempo.
Reflexiona sobre tu propia infancia
Darse cuenta de los patrones que has recogido de tus padres es el primer paso para romper los hábitos de tu propia crianza. Los padres deben reflexionar sobre lo que les gustaba y lo que no les gustaba de la forma en que fueron criados, así como sobre cómo han evolucionado sus relaciones con sus propios padres a lo largo de los años.
Utilizar pensamientos “desencadenantes” y acciones “ancladas”
¿Cómo es tu paternidad ideal? Elige un pensamiento que te inspire a ser un buen padre y vuelve a él con frecuencia. Por ejemplo, piensa en un profesor que te dio confianza en la escuela. Aferrarse a esa buena sensación, y tratar de invocarla en su propia paternidad.
Asegura a tu hijo que todo está bien con una acción de “anclaje”. Esto es algo que haces para demostrar que siguen estando seguros cuando las cosas se ponen tensas, como tocarles en el hombro o decirles una frase reconfortante.
Cultivar el trabajo en equipo
La crianza de los hijos no tiene por qué hacerse solo. Si tienes pareja, establece una señal que indique que necesitas un descanso en alguna situación concreta, para que ellos puedan tomar el control de la crianza.
Reconsiderar lo que implica la disciplina
Los azotes se han relacionado con un aumento de la violencia en los niños, así como con problemas de comportamiento a medida que crecen. Considera seriamente la posibilidad de sustituir los castigos corporales por tiempos muertos u otro tipo de disciplina no física. La disciplina y el castigo son diferentes. La disciplina debe ser una oportunidad para aprender de las consecuencias naturales de un comportamiento, no un estímulo para no ser atrapado la próxima vez.
Deja de lado el pensamiento binario
No hay una manera correcta o incorrecta de ser padre, e incluso las decisiones que parecen tener resultados negativos a menudo tienen algo positivo que ofrecer. Sepa que incluso los mejores padres cometen errores con frecuencia. Tómese la crianza día a día. Cada día y cada situación son nuevos, y usted y su familia están aprendiendo juntos. Tómese el tiempo necesario para conectar y elaborar estrategias con los miembros de su familia, y sepa que pueden apoyarse mutuamente en los momentos difíciles siempre que se mantengan honestos y empáticos.
Consulta los problemas de habilidades
Lo más probable es que tu médico haya criado o esté criando a sus propios hijos. Son un gran recurso para hablar sobre la crianza de los hijos y los hitos del desarrollo. Siempre tienen un gran interés en mantenerte en contacto con las buenas habilidades que ayudarán a tu hijo a convertirse en un adulto sano.