Aunque a nadie le gusta ser rechazado, algunas personas son más sensibles al rechazo social que otras. Las personas con un alto grado de sensibilidad al rechazo tienen tanto miedo y aversión al rechazo que éste afecta a su vida diaria.
Estas personas esperan ser rechazadas todo el tiempo. Y como buscan ansiosamente señales de que alguien no quiere estar con ellos, a menudo se comportan de forma que alejan a otras personas. Este comportamiento crea un ciclo doloroso que puede ser difícil de romper.
La sensibilidad al rechazo no es algo que deba ignorarse. De hecho, los síntomas suelen empeorar con el tiempo si no se tratan.
En consecuencia, si eres propenso a reacciones emocionales abrumadoras, como ira intensa, ansiedad y tristeza, cuando te sientes criticado o rechazado, habla con tu médico o con un profesional de la salud mental. Aprender a abordar su sensibilidad y responder más adecuadamente al rechazo es la clave para mejorar su calidad de vida en general.
Señales de sensibilidad al rechazo
Los individuos con alta sensibilidad al rechazo buscan constantemente señales de que van a ser rechazados. Tienden a responder de forma dramática a cualquier indicio de que alguien no quiere estar con ellos.
Debido a sus temores y expectativas, las personas con sensibilidad al rechazo tienden a malinterpretar, distorsionar y reaccionar de forma exagerada a lo que otras personas dicen y hacen. Incluso pueden responder con dolor e ira. Estos son los factores que influyen en estas reacciones exageradas.
Expresiones faciales
Las personas con sensibilidad al rechazo suelen malinterpretar o reaccionar de forma exagerada ante diversas expresiones faciales. Por ejemplo, un estudio descubrió que los individuos con mayor sensibilidad al rechazo mostraban cambios en la actividad cerebral cuando veían una cara que parecía que podía rechazarles.
Utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf), los investigadores descubrieron que los individuos con mayor sensibilidad al rechazo mostraban una actividad cerebral diferente cuando veían caras que mostraban desaprobación.
Los sujetos del estudio no mostraban los mismos resultados cuando miraban a individuos que mostraban ira o asco. Esta observación coincidía con la de los individuos que no experimentan sensibilidad al rechazo.
Aumento de la actividad fisiológica
Cuando las personas con sensibilidad al rechazo temen ser rechazadas, experimentan una mayor actividad fisiológica, más que las personas sin sensibilidad al rechazo. También permanecen alerta a más señales de que van a ser rechazadas. Y pueden incluso mostrar un comportamiento de lucha o huida.
Comportamiento malinterpretado
La hipersensibilidad al rechazo suele hacer que los individuos distorsionen y malinterpreten las acciones de los demás. Por ejemplo, cuando los amigos no responden a un mensaje de texto de inmediato, un individuo sensible al rechazo podría pensar: “Ya no quieren ser mis amigos”. Mientras que alguien sin sensibilidad al rechazo podría suponer que el amigo está demasiado ocupado para responder.
Sesgo de atención
Además, los individuos con una alta sensibilidad al rechazo suelen prestar más atención al rechazo o a las señales de que han sido rechazados. Esto se conoce como sesgo de atención.
Por ejemplo, si una persona con un alto nivel de sensibilidad al rechazo pide una cita a 10 personas y nueve aceptan y una rechaza, se centrará más en ese rechazo. Incluso podría referirse a sus intentos de citas como un “desastre total” y empezar a creer que no le gusta a nadie.
Por el contrario, una persona con poca sensibilidad al rechazo podría considerar las mismas circunstancias como un gran éxito. Esa persona puede centrarse en las nueve interacciones positivas y prestar poca atención al único rechazo.
Sensibilidad interpersonal
Los individuos con alta sensibilidad interpersonal se preocupan por todo tipo de rechazo, tanto el percibido como el real. También están atentos a observar y controlar los estados de ánimo y los comportamientos de los demás y son excesivamente sensibles a los problemas interpersonales.
También anhelan las relaciones estrechas. Sin embargo, su miedo al rechazo puede hacer que se sientan solos y aislados. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, aunque alguien pueda experimentar la sensibilidad al rechazo en escenarios sociales, puede no experimentarla en otras circunstancias.
Por ejemplo, a una persona a la que le aterra el rechazo social puede no importarle que le rechacen un trabajo por Internet. Cuando una situación no tiene repercusiones sociales, puede ser capaz de manejar esos rechazos de manera diferente.
Causas de la sensibilidad al rechazo
La sensibilidad al rechazo no está causada por un solo factor. Por el contrario, puede haber muchos factores en juego. Algunas de las posibles causas son las experiencias de la infancia, como las críticas de los padres y el acoso escolar, junto con factores biológicos y genéticos. A continuación, se analizan los factores que pueden provocar la sensibilidad al rechazo.
Experiencias infantiles
Las experiencias tempranas de rechazo, negligencia y abuso pueden contribuir a la sensibilidad al rechazo. Por ejemplo, estar expuesto al rechazo físico o emocional por parte de un padre puede aumentar la probabilidad de que alguien desarrolle sensibilidad al rechazo. Sin embargo, el rechazo no siempre tiene que ser directo para tener un impacto.
Los niños sensibles al rechazo también son más propensos a comportarse de forma agresiva. Según un estudio publicado en Child Development, los niños muy sensibles al rechazo eran más propensos a esperar el rechazo con rabia. Mostraban una mayor angustia tras una interacción social ambigua con un compañero.
Asimismo, los niños que se sienten acosados o condenados al ostracismo también pueden crecer temiendo el rechazo más que los demás. Cualquier tipo de exposición previa a un rechazo doloroso puede hacer que alguien haga todo lo posible por evitar volver a experimentar ese dolor.
Vulnerabilidad biológica
También se cree que algunas personas pueden tener una vulnerabilidad biológica a la sensibilidad al rechazo. Puede haber una predisposición genética o ciertos rasgos de personalidad que aumenten la probabilidad de que alguien sea sensible al rechazo. Algunos investigadores han llegado a relacionar la sensibilidad al rechazo con la baja autoestima, el neuroticismo, la ansiedad social y un estilo de apego inseguro.
Impacto de la sensibilidad al rechazo
Los individuos que experimentan altos niveles de sensibilidad al rechazo experimentan mayores grados de malestar psicológico cuando son rechazados, incluyendo dolor emocional, ira y tristeza. En un intento de lidiar con ese malestar, también corren un mayor riesgo de incurrir en agresividad, aislamiento social y autolesiones.
Además, hay dos factores principales en juego en las personas con sensibilidad al rechazo: la necesidad constante de caer bien y los desafíos que enfrentan para formar conexiones significativas con otras personas. A continuación, analizamos estos dos factores.
Necesidad constante de caer bien
Las personas sensibles al rechazo pueden sentir la necesidad de caer bien a todo el mundo. Y, si son rechazadas, pueden esforzarse mucho para intentar ganarse de nuevo el favor de esa persona. Esta reacción al rechazo puede dar lugar a un comportamiento de complacencia con la gente, así como a un amplio comportamiento de congraciamiento.
De hecho, un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology descubrió que los hombres con un alto grado de sensibilidad al rechazo suelen responder intentando hacerse más agradables.
También descubrieron que estos hombres estaban dispuestos a pagar más dinero para formar parte de un grupo que los rechazara. Si una mujer les evaluaba negativamente en un sitio de citas simulado, gastaban más dinero en ella durante la cita en un intento de caerle bien.
Las participantes mostraron un comportamiento similar sólo cuando fueron rechazadas por una potencial pareja romántica con la que ya habían compartido información personal.
Dificultad para establecer conexiones
El miedo a ser rechazado de una persona sensible al rechazo hace que se esfuerce por formar nuevas conexiones y que socave sus relaciones existentes.
Por ejemplo, una persona con un alto grado de sensibilidad al rechazo puede acusar constantemente a su pareja de ser infiel, lo que puede contribuir a que la otra persona termine la relación.
Además, un individuo sensible al rechazo puede enfadarse y volverse hostil cuando un amigo no responde a sus invitaciones en el momento oportuno. En última instancia, eso puede hacer que el amigo se retraiga aún más, lo que aumenta la sensación de rechazo.
Mientras tanto, otras personas con sensibilidad al rechazo pueden evitar todas las situaciones y relaciones en las que puedan ser rechazadas. En consecuencia, pueden sentirse extremadamente aislados y solos, lo que esencialmente lleva a que sus mayores temores se hagan realidad.
Problemas en las relaciones románticas
Las personas que luchan contra la sensibilidad al rechazo suelen interpretar el rechazo como una prueba de que son inaceptables de alguna manera. Para ellos, el rechazo es un juicio sobre su valía y valor como persona. Y, en las relaciones, este sistema de creencias puede ser desastroso.
Cuando alguien espera ser rechazado, es difícil sentirse seguro en las relaciones. Incluso si no son rechazados en ese momento, siempre están pendientes de ello, esperando que ocurra en cualquier momento.
En consecuencia, los pequeños pasos en falso son vistos como una total falta de atención o como juicios crueles sobre su valor como persona. Al final, la persona sensible al rechazo puede angustiarse y enfadarse en cuanto percibe un posible rechazo. A continuación, se explica cómo la sensibilidad al rechazo puede afectar a las relaciones.
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Efectos en los adolescentes
La sensibilidad al rechazo puede comenzar ya en la adolescencia. Según un estudio publicado en la revista Children Maltreatment, las adolescentes con un alto grado de sensibilidad al rechazo pueden tener un comportamiento que las exponga a un mayor riesgo de victimización.
Incluso cuando las chicas sabían que sus acciones podían tener consecuencias negativas, modificaban su comportamiento en un esfuerzo por preservar la relación. También eran más propensas a entablar relaciones que implicaban agresión física y hostilidad no física durante los conflictos, y toleraban comportamientos poco saludables en un intento de permanecer juntas.
Efectos en los adultos
Los adultos con sensibilidad al rechazo que mantienen relaciones sentimentales probablemente experimentarán problemas continuos en sus relaciones. Suelen malinterpretar los acontecimientos y las reacciones porque están hipervigilantes ante la posibilidad de ser rechazados.
Estos comportamientos pueden conducir a celos irracionales porque el individuo está aterrorizado de ser abandonado o rechazado. También pueden interpretar otros comportamientos, como que su pareja esté preocupada por el trabajo, como prueba de que la otra persona ya no está enamorada de ella.
Para los hombres con sensibilidad al rechazo, estar en una relación comprometida puede ser más útil para ellos que para las mujeres. Un estudio reveló que los hombres están más solos y son más sensibles al rechazo cuando no tienen una relación romántica.
Pero las mujeres que tienen una alta sensibilidad al rechazo no suelen experimentar alivio por estar en una relación. Es posible que sigan sintiéndose igual de solas y temerosas del rechazo cuando tienen una relación que cuando están solas.
Relación con los problemas de salud mental
El rechazo es una amenaza directa para el sentido de pertenencia de una persona y puede tener graves consecuencias para la salud mental. Incluso si alguien no es rechazado en realidad todo el tiempo, si percibe que es un marginado o si cree que es rechazado, su salud mental es probable que disminuya.
Sin embargo, la sensibilidad al rechazo no es un diagnóstico de salud mental en sí mismo, sino que se asocia con varias enfermedades mentales diferentes. Por ejemplo, la sensibilidad al rechazo es un factor de riesgo para desarrollar depresión y puede empeorar los síntomas existentes.
Por ejemplo, las mujeres en edad universitaria con una alta sensibilidad al rechazo demostraron un aumento de los síntomas depresivos después de una ruptura iniciada por la pareja en comparación con los individuos que tenían una baja sensibilidad al rechazo.
Otros estudios han descubierto que los individuos con una alta sensibilidad al rechazo también tienen un mayor riesgo de:
- Ansiedad.
- Trastorno dismórfico corporal.
- Trastorno límite de la personalidad.
- Soledad.
La sensibilidad extrema al rechazo también forma parte de los criterios que definen el trastorno de personalidad por evitación y la fobia social. Además, los investigadores descubrieron una relación entre la sensibilidad al rechazo y los pensamientos suicidas en pacientes psiquiátricos.
Los investigadores descubrieron que los individuos con ideación suicida eran más propensos a sentir que no pertenecían, y a menudo se sentían como una carga para los demás, cosas que las personas con sensibilidad al rechazo suelen experimentar.
Estrategias de afrontamiento
Si sospecha que es sensible al rechazo, reconocer los síntomas -y los problemas que causa la sensibilidad al rechazo- puede ser el primer paso para crear un cambio. Obtener ayuda no sólo podría reducir su vulnerabilidad a las enfermedades mentales, sino que, con la ayuda e intervención adecuadas, también podría mejorar sus relaciones.
De hecho, las investigaciones sugieren que la autorregulación, que implica la supervisión y el control de las propias respuestas emocionales y de comportamiento, puede ser la clave para hacer frente a la sensibilidad al rechazo. Por ejemplo, cuando se percibe una posible señal de rechazo, puede ser útil detenerse y reflexionar sobre la situación en lugar de responder inmediatamente.
Una forma de hacerlo es buscar explicaciones alternativas al comportamiento en lugar de asumir lo peor. Si no es capaz de hacer estos cambios por sí mismo, es posible que tenga que recurrir a la ayuda de un consejero.
Comience por hablar con su médico, que puede ayudarle a determinar los pasos siguientes adecuados. En muchas ocasiones, la terapia cognitivo-conductual puede ayudarte a lidiar con los pensamientos, sentimientos y comportamientos que alimentan el miedo al rechazo. Y si ya tienes una relación, la terapia de pareja podría ayudaros a ambos a establecer una relación más sana y segura.