¿Es usted una persona justa? ¿O quieres convertirte en una persona más justa?
Desde luego, no es imposible. Sin embargo, la ecuanimidad es una cualidad que se desarrolla mediante el esfuerzo activo y la intención.
De hecho, es más fácil pensar en la imparcialidad como un acto intencionado que como un acto accidental. Después de todo, muchas personas responden al mundo y tratan a los demás desde un lugar emocional.
Pero las emociones no suelen ser justas. Suelen ser una reacción inmediata que puede no reflejar la realidad o dar una respuesta positiva.
Puede que alguien haga algo que te haga enfadar, pero ¿es prudente responder a sus acciones con ira? ¿Gritando? ¿O algo peor? Por supuesto que no. Eso suele agravar el conflicto.
En su lugar, puedes sentir lo que sientes, pero elegir un curso de acción diferente que no sea destructivo.
La equidad es algo similar. Habrá momentos en los que no te traten con justicia o en los que tengas la tentación de no tratar a los demás con justicia. Esos son los momentos en los que tienes que elegir la equidad en lugar de la reacción emocional, lo que ayuda a entrenar tu cerebro para pensar de una manera justa y equitativa.
Para ello, vamos a ver algunas cualidades comunes de una persona justa para que tú mismo puedas tomar mejores decisiones.
Rasgos de una persona justa
Es responsable de sus actos
Una persona justa asume la responsabilidad de sus actos. Saben que son humanos y que cometerán errores. Todo el mundo los comete. No es algo que se pueda evitar. Lo que importa es cómo manejas los errores que cometes.
Una persona justa asumirá la responsabilidad de sus acciones y trabajará para solucionar el problema. No intentarán pasar la pelota o eludir su responsabilidad.
Se esfuerzan por ser objetivos y racionales
Una persona justa debe ser objetiva y racional. Intentan abordar los problemas desde un punto de neutralidad para poder ver cuál es la verdad. Es difícil estar en contacto con la verdad cuando hay emociones fuertes que influyen en la interpretación del mundo.
Eso no significa que tengas que ser un robot frío y sin emociones. Por el contrario, puede ser más beneficioso consultar con la almohada un asunto y volver a él más tarde, cuando no te sientas tan emocionado.
Se esfuerzan por ser objetivos y racionales
Una persona justa debe ser objetiva y racional. Intentan abordar los problemas desde un punto de neutralidad para poder ver cuál es la verdad. Es difícil estar en contacto con la verdad cuando hay emociones fuertes que influyen en la interpretación del mundo.
Eso no significa que tengas que ser un robot frío y sin emociones. Por el contrario, puede ser más beneficioso consultar con la almohada un asunto y volver a él más tarde, cuando no te sientas tan emocionado.
Practican la honestidad
Una persona justa debe ser honesta y digna de confianza. Evitan mentir y no tergiversan la verdad para adaptarla a sus intereses.
Hacen lo correcto cuando nadie mira y no se aprovechan de los demás. La honestidad es una cualidad importante de la imparcialidad porque nivela el campo de juego para todos los jugadores.
Se esfuerzan por ser imparciales
Ser imparcial es no tener favoritos. La persona imparcial entiende que debe tratar a todos por igual. Por lo tanto, intentará ver un problema desde diferentes ángulos antes de emitir un juicio.
Una persona imparcial tiene que entenderse bien a sí misma, para poder identificar y deshacer sus propios prejuicios. Una vez que entienda sus propios prejuicios, podrá hacer un esfuerzo activo para no caer en esos patrones de pensamiento predecibles.
Siguen el espíritu y la letra de las normas
La persona ecuánime sigue el espíritu y la letra de las normas que son justas. La letra de las normas es cómo están escritas. En el espíritu de las normas es donde las personas injustas tratan de sacar ventaja. Pueden tergiversar la intención de las normas para obtener una ventaja injusta.
Las personas justas no hacen eso. Una persona justa también denunciará las reglas que considere injustas o no participará en ellas en lugar de tergiversarlas.
Son desinteresados
Las personas cínicas tienen dificultades con el concepto de desinterés. Mucha gente piensa en el desinterés como un martirio, donde una persona desinteresada debe pensar constantemente en otras personas antes que en sí misma en todos los sentidos.
El desinterés no es eso. Ser desinteresado es actuar de una manera sin tener en cuenta a uno mismo o su propio beneficio. Por ejemplo, una persona que da a la caridad para beneficiar a otras personas está actuando desinteresadamente. No necesitan donar todo lo que poseen para que el acto sea menos desinteresado. Una persona con mentalidad justa trabajará para beneficiar a los demás mientras se asegura de que sus propias necesidades siguen siendo satisfechas.
Trabajan duro y contribuyen
Una persona con mentalidad justa trabajará duro y contribuirá. Entienden que, si no hacen su trabajo, se lo quitan a otra persona. No es justo que se le eche ese trabajo a otra persona que puede tener su propia carga de trabajo.
Y no sólo hablamos de trabajo remunerado. Esto incluye también cosas como las tareas domésticas y el trabajo emocional.
Hacen lo que dicen que van a hacer
Una persona justa sabe que los demás confían en que haga lo que dice que va a hacer. Otras personas pueden tomar sus propias decisiones y planes basándose en lo que dices que vas a hacer, y es injusto interrumpir sus planes y expectativas por capricho.
Claro que surgen cosas. Los planes pueden cambiar. Las cosas suceden. Así es la vida. La cuestión es no cambiar de dirección por capricho y sin motivo. Una persona justa no querrá perturbar a los demás por razones arbitrarias.
La inteligencia de la imparcialidad
Comenzaremos con la imparcialidad, que a veces se llama ecuanimidad, falta de prejuicios o ecuanimidad imparcial. Normalmente, cuando se habla de las Cuatro Actitudes Inconmensurables, se enumeran como amor, compasión, alegría y ecuanimidad en ese orden específico. Sin embargo, cuando se practican, la ecuanimidad es lo primero.
¿Por qué? Sin la imparcialidad, las otras tres cualidades de amor, compasión y alegría tendrán un alcance limitado, reservado sólo para aquellos que consideras tus amigos y parientes más queridos.
La imparcialidad significa sentir el mismo grado de benevolencia hacia todos, independientemente de que parezcan amigos o enemigos. Significa dejar de lado la agresividad hacia los adversarios, así como renunciar a nuestra obsesión por la familia y los amigos.
Eso no significa que la imparcialidad sea un estado anodino y carente de sentimientos. Todo lo contrario, cuando se cultiva el amor, la compasión y la alegría por todos.
La inteligencia emocional no es un rasgo innato, podemos desarrollarla a lo largo de nuestra vida. Para entrenarla es fundamental educar y reconocer nuestras emociones, esto aumentará nuestra autoconciencia emocional; automotivarnos; mejorar nuestras relaciones interpersonales; desarrollar nuestra capacidad empática (aprendiendo a ponernos en el lugar de la otra persona para poder entender cómo se siente); y potenciando nuestra capacidad de autocontrol para regular nuestro estado emocional.
La percepción fugaz del “amigo” y el “enemigo”
La imparcialidad se basa en la idea de que nuestra percepción de “amigo” y “enemigo” es muy cambiante. Tómese un momento para recordar por sí mismo los casos en los que se ha distanciado de un buen amigo o ha desarrollado una relación estrecha con un antiguo enemigo. El divorcio suele ser uno de los mejores ejemplos de un amor que se ha estropeado. Y no es raro sentirse alejado de los hijos o de los padres en uno o varios momentos de la vida.
Por tanto, la noción de “amigo” o “enemigo” no tiene ninguna base permanente. Es sólo una percepción fugaz que probablemente cambie a medida que las circunstancias se transformen.
Considere este giro irónico: En las religiones orientales, se cree que las personas más cercanas a nosotros han renacido en nuestras vidas debido a las “deudas kármicas” que hemos contraído como resultado de acciones negativas en el pasado. Irónicamente, tu amado puede haber sido tu peor enemigo en una vida pasada.
Independientemente de si esto es cierto o no, puedes ver lo endeble del concepto de “amigo” y “enemigo” examinando tu propia vida. Piensa en todo el sufrimiento y la decepción que has soportado por apegarte demasiado a la creencia en la permanencia de “amigo” o “enemigo”.
Las consecuencias a largo plazo, como ves, de entregarse a las preferencias no son positivas. En cambio, ¿no sería maravilloso sentirse cerca de todo el mundo?
Entrenar la mente en la imparcialidad
La mayoría de nosotros estamos plagados de apego a los amigos y aversión a los enemigos.
Piensa por un momento en lo que ocurre cuando vas a una fiesta. ¿Ves a todos por igual con el mismo afecto o gravitas hacia algunos y evitas a otros?
¿Qué ocurre cuando ves a alguien caminando por la calle? ¿Te formas inmediatamente conceptos sobre su aspecto que están teñidos de agrado o desagrado?
Eso es lo que nos ocurre a casi todos si no entrenamos activamente nuestra mente en la imparcialidad.
Se necesita un entrenamiento dedicado para ver a todos como merecedores por igual de tu amor y compasión. Pero, cuando lo hagas, empezarás a interactuar con todo el mundo de forma amistosa y respetuosa. Y, ¿no te das cuenta de cómo la gente tiende a iluminarse cuando les abrazas con una cálida sonrisa?
Puedes cultivar la imparcialidad meditando sobre ella todos los días durante un tiempo. Silencia tu mente y luego recuerda a las personas que consideras enemigas. Cuestiona esa designación. Concédeles el beneficio de la duda. Al principio, practica verlos de forma neutral, sin aversión. Después, comprueba gradualmente si puedes elevar el listón y verlos con amor y compasión.
No hay necesidad de dejar de amar a tu familia o amigos. Pero recuerda que el apego sólo causa sufrimiento, ya que está tan enredado con la esperanza y el miedo, las expectativas y las decepciones. Así que practica a ver estas relaciones cercanas en perspectiva, y trata de aflojar el dominio del apego.
No hay mejor momento para practicar la compasión genuina que ahora, cuando el mundo está tan lleno de turbulencias, estrés y angustia.
Preguntas frecuentes
¿Pero qué pasa si una persona me trata injustamente?
No puedes controlar las acciones de otras personas. Lo único que puedes controlar es a ti mismo. De vez en cuando te tratarán injustamente. Otras personas tratarán de aprovecharse de ti, de sobrepasar tus límites y de confundir tu justicia y amabilidad con debilidad.
Los límites son la solución a este problema. Nunca dejes que los demás te traten injustamente si puedes evitarlo. Defiéndete, afirma por qué te tratan injustamente y pide un trato más justo.
Puedes seguir siendo justo con las personas injustas. A menudo tendrá un efecto mucho mayor que intentar castigarlas. Al fin y al cabo, tu principal preocupación es la forma en que te desenvuelves en el mundo, no cómo actúan los demás.
¿En qué circunstancias no puedo ser justo?
La respuesta corta es ninguna. Lo ideal es que nos esforcemos por ser justos en todo lo que hacemos. Lo que haces a puerta cerrada y cuando nadie te mira es lo que realmente define tu carácter. Optar por actuar con justicia en situaciones en las que puedes tener ventaja es un signo de pensamiento equitativo y empatía.
Ese es el tipo de comportamiento y pensamiento que quieres cultivar como persona justa. Cuanto más actúes con justicia y busques la manera de tratar a los demás con justicia, más fácil será cultivar ese hábito. No querrás pasar el tiempo buscando lagunas o maneras de aventajar a los demás. Es una forma de vivir agotadora y que induce a la ansiedad.
Es mucho más pacífico y tranquilo esforzarse por actuar siempre de forma justa. Es mucho más fácil ser feliz cuando no tienes que lidiar con las repercusiones de actuar injustamente.
Descubrir la verdadera felicidad y la libertad depende enteramente del desarrollo de una compasión que lo abarque todo.
Se dice que la compasión genuina abarca cuatro cualidades:
- Amor (a veces llamado “bondad amorosa”).
- Compasión.
- Alegría.
- Ecuanimidad.
Cuando estas cualidades se desarrollan al máximo, se conocen como las Cuatro Inconmensurables o las Cuatro Actitudes Ilimitadas, lo que significa que las extendemos a todos sin prejuicios.
Al cultivar estas cualidades y hacerlas más inconmensurables, las emociones negativas como la ira, el apego, los celos y la parcialidad disminuirán gradualmente. En su lugar, descubrirás tu corazón bondadoso y una sensación de felicidad más duradera. Al mismo tiempo, tus relaciones con los demás se caracterizarán por una mayor calidez, amabilidad y claridad. Suena bien, ¿no crees?
En esta nueva serie mensual, escribiré sobre una de las cuatro actitudes sin límites el primer domingo de cada mes. Luego, si lo deseas, tendrás todo un mes para practicarla antes de pasar a la siguiente.