A cualquier edad, el llanto es una respuesta normal a los sentimientos fuertes, como la ira, el miedo, el estrés o incluso la felicidad. Sin embargo, algunos niños lloran más que otros. Esos mismos niños pueden enfadarse más a menudo, sentirse frustrados más rápidamente y emocionarse demasiado en comparación con sus compañeros.
La capacidad de regular las grandes emociones depende en gran medida de la edad y el desarrollo. Experimentar cosas más intensas también es a veces parte de la persona que es.
Las grandes emociones pueden hacer la vida un poco más difícil para estos niños, a menos que aprendan a participar en la regulación de las emociones. Aunque esto se aprende de forma natural con el tiempo, hay formas de ayudar a tu hijo a cultivar la conciencia emocional y adoptarla.
Enseñe a su hijo a conocer las emociones
Es importante que su hijo reconozca y defina cómo se siente.
Dígale: “Ahora mismo pareces triste” o “Me doy cuenta de que estás enfadado”. Nombra también tus emociones diciendo: “Estoy triste porque no podemos ir a visitar a la abuela hoy” o “Me sorprende que esos chicos hayan sido tan malos hoy”.
También puedes entablar conversaciones sobre los sentimientos hablando de los personajes de los libros o de los programas de televisión. De vez en cuando, haga preguntas como: “¿Cómo crees que se siente este personaje?”. Con la práctica, la capacidad de tu hijo para etiquetar sus emociones mejorará.
La conciencia emocional puede ayudar a los niños a ser mentalmente fuertes, incluso cuando sienten las emociones profundamente.
Intenta recordar que aprender a gestionar las emociones requiere una conciencia y unas habilidades que los niños pequeños aún están desarrollando. Aun así, para algunos niños, ser excesivamente emotivos es una característica innata.
Un poco más de apoyo, dirección y paciencia por tu parte puede ser todo lo que necesitan para aprender a manejar sus emociones de forma adecuada. El proceso puede ser abrumador a veces, pero el trabajo que usted realice puede beneficiar a su hijo durante toda su vida.
Ten en cuenta que esto también puede tener un importante lado positivo: Los niños con grandes emociones suelen sentir todas las emociones con intensidad. Esto significa que, aunque su hijo sea excesivamente emocional puede sentir una ira extrema, también puede ser muy empático o un líder apasionado. Si bien pueden sentir frustración en un nivel alto, también pueden sentir felicidad y emoción en ese nivel.
Separar las emociones de los comportamientos
También es importante que los niños aprendan a expresar sus emociones de forma socialmente adecuada. Por ejemplo, no está bien gritar en medio del supermercado o tener una rabieta en el colegio.
Aunque tienen todo el derecho a enfadarse con alguien, por ejemplo, eso no les da permiso para pegarle. Del mismo modo, pueden sentirse molestos porque en la tienda no hay su helado favorito, pero eso no significa que esté bien rodar por el suelo llorando y molestando a los demás.
Disciplina el comportamiento, pero no las emociones. Diga: “Vas a ir a tiempo muerto porque has pegado a tu hermano” o “Vas a perder este juguete durante el resto del día porque estás gritando y me duele los oídos”.
Validar y relacionar
A veces, los padres minimizan sin querer los sentimientos del niño. Decir “Deja de enfadarte tanto. No es para tanto” le enseña a su hijo que sus sentimientos están mal. Los sentimientos están bien, aunque te parezcan desproporcionados.
Tanto si crees que está enfadado, triste, frustrado, avergonzado o decepcionado, ponle un nombre. Luego, demuestra que comprendes cómo se sienten y sé empático.
Aunque decir “Sé que estás enfadado porque no vamos a ir al parque hoy” demuestra que entiendes su enfado, puede parecer un poco duro.
En su lugar, di: “Sé que estás enfadado porque no vamos a ir al parque hoy. Yo también me enfado cuando no puedo hacer las cosas que quiero”. Ese elemento adicional refuerza a su hijo que todo el mundo siente esas emociones a veces, aunque no sean tan frecuentes ni tan intensas.
Al mismo tiempo, ayude a su hijo a entender que las emociones pueden ser efímeras y que lo que siente ahora no durará para siempre, ni siquiera necesariamente más de unos minutos.
Mostrar aceptación
Es normal que a veces nos cueste saber cómo responder a niños demasiado emocionales. También es normal sentirse confundido o abrumado por todo ello.
Aunque usted no entienda por qué su hijo se siente así, puede ayudarle a reconocer que entiende que está pasando por algunas emociones y que eso está bien.
Los niños necesitan aprender a reconocer, comprender y afrontar lo que están experimentando, y sentirse “vistos” y aceptados puede ser de gran ayuda.
Algunos pueden calificar a los niños excesivamente emocionales de “peleles” o suponer que su sensibilidad se puede arreglar, lo cual no sólo es potencialmente hiriente, sino que es falso. Llorar, enfadarse y frustrarse no son cosas malas, ni tampoco signos de debilidad.
Cada persona tiene un temperamento diferente y la sensibilidad es sólo una parte de la de su hijo. Asegúrese de que su hijo sabe que usted le acepta tal y como es.
Muchas veces no sabemos cómo actuar, debemos recordar que no pasa nada porque el niño se enfade y preguntarnos qué siento yo como adulto/madre/padre cuando un niño se enfada.
Aquí tienes 7 actividades que les ayudarán a ti y a tu niño a que gestione sus enfados. Son dinámicas que se hacen en poco tiempo, y te explicamos paso a paso para que resulten sencillas de realizar.
Adáptalos a tus rutinas y repítelos cuantas veces quieras.
Enseñe a regular las emociones
En lo que respecta a la regulación de las emociones, la capacidad de regular las grandes emociones depende en gran medida de la edad y el desarrollo de tu hijo. Antes de que un niño llegue a los 24 meses y a veces hasta los 36, su capacidad de inhibir el comportamiento suele ser baja.
Sin embargo, esto no significa que no puedas empezar a enseñarles a gestionar sus emociones. Cuando empiezan la etapa preescolar, muchos niños tienen las habilidades necesarias para empezar a aprender a regular sus emociones.
He aquí algunas habilidades útiles que puedes enseñar a tu hijo para que aprenda a gestionar sus emociones:
Practicar la respiración profunda
Enseñe a su hijo a inspirar lenta y tranquilamente por la nariz y a espirar por la boca. (Pruebe a decirle que “huela una flor y luego infle un globo” para dominarlo). Puedes hacer esto con ellos un par de veces en un momento de alteración, pero anímales a emplear esto por su cuenta cuando sea necesario.
Contar para calmarse
Enseña a tu hijo a distraerse de los pensamientos molestos contando. Contar las baldosas del techo, contar hasta 10 o contar hasta 100 son algunas de las tareas mentales que pueden reducir su angustia.
Tómese un descanso
Permita que su hijo se tome un breve descanso o pregunte al profesor si puede salir de la clase para tomar un sorbo de agua o tener un minuto de intimidad cuando necesite reponerse. Deje claro a su hijo que puede hacer esto antes de que lo manden allí por mal comportamiento. Así, ellos tendrán el control para decidir cuándo están listos para salir.
Crea un kit de calma
Llena una caja con artículos que ayuden a tu hijo a calmarse (o a animarse). Libros para colorear y lápices de colores, pegatinas para rascar y oler, dibujos que le gusten a su hijo y música relajante son sólo algunas de las cosas que pueden estimular sus sentidos y ayudarles a gestionar sus emociones.
Resuelva los problemas con su hijo
Si las emociones de su hijo le causan problemas -quizás nadie quiere jugar con él porque llora todo el tiempo, o no puede participar en la educación física porque se enfada si pierde- trabajen juntos para solucionar el problema. Pídeles su opinión sobre las estrategias que podrían ayudar. Es posible que, con su apoyo, desarrollen algunas soluciones creativas.
Identifique los elementos que mejoran el estado de ánimo
Hable con su hijo sobre las cosas que le gusta hacer cuando se siente feliz, como jugar al aire libre, leer un libro de chistes o cantar sus canciones favoritas. Anote esas cosas y dígale que son sus “reforzadores del estado de ánimo”. Cuando se sienta mal, anímale a hacer una de esas cosas para ayudarle a sobrellevar sus sentimientos.
Evite reforzar los arrebatos
La forma de responder a las emociones de tu hijo marca una gran diferencia. A veces, los padres fomentan inadvertidamente los arrebatos emocionales de sus hijos. Si estás trabajando para ayudar a tu hijo a regular mejor sus emociones, es mejor evitarlo.
Premiar a tu hijo por calmarse
Si le ofreces un premio especial cada vez que se tranquiliza, puede aprender que romper a llorar o gritar a su hermano es una buena forma de conseguir lo que quiere.
Llenar de atenciones a tu hijo
Aunque es importante ofrecerle consuelo, asegúrese de no exagerar. No querrás que tu hijo aprenda que enfadarse es la mejor estrategia para atraer tu atención.
Calmar a tu hijo constantemente
Es útil tranquilizarlo, pero también es importante enseñarle las habilidades que va a necesitar para calmarse por sí mismo, de modo que pueda manejar sus emociones cuando usted no esté presente para ayudarlo.
Decirle a tu hijo que deje de llorar
Decirle a tu hijo que deje de llorar puede hacer que se altere más. Además, si ve que usted se pone nervioso por sus lágrimas, puede pensar que está haciendo algo mal y eso no le facilitará dejar de llorar.
Anunciar que tu hijo es sensible
Si advierte a todos los profesores, entrenadores o padres de sus amigos que su hijo es sensible, puede estar enviando el mensaje de que no sabe manejarse. Aunque es útil ofrecer alguna información sobre el temperamento de tu hijo, no es un requisito. Ofrece esta información sólo si crees que puede ser útil o permitirles modificar su enfoque al interactuar con tu hijo. Asegúrate de mantener un tono positivo diciendo cosas como: “Mi hijo siente grandes emociones”.
Desafiar a su hijo
Es posible que decida que hay momentos en los que tiene sentido evitar que su hijo vea acontecimientos desagradables. Por ejemplo, si sabe que se va a proyectar una película triste en una fiesta de pijamas, puede animar a su hijo a no verla si sabe que le va a costar recuperarse después de verla.
Sin embargo, excusar a tu hijo de todos los retos difíciles o de todas las realidades de la vida es contraproducente. Para su propio éxito y calidad de vida, su hijo necesita practicar cómo manejar una variedad de emociones en una variedad de entornos.
Tal vez esté pensando en dejar que su hijo se salte un día de campo en el colegio porque sabe que tiene problemas para controlar su frustración y le preocupa que tenga una crisis si su equipo pierde el torneo de kickball. Aunque puede ser tentador, una situación como ésta se dará más de una vez en la vida, y la práctica para superarla puede ser muy valiosa.
Asegúrate de que les das amplias oportunidades para gestionar sus grandes sentimientos en lugar de protegerlos de todos los escenarios difíciles. Sigue tu instinto en cuanto a lo que le parece bien a tu hijo.
Cuándo buscar ayuda profesional
Aunque el aprendizaje de la regulación emocional comienza en los primeros años de vida, las investigaciones demuestran que los niños suelen tardar hasta los 8 ó 9 años en tener un control significativo de la misma. Por lo tanto, es muy posible que incluso los niños que normalmente no son excesivamente emocionales por naturaleza pasen por un periodo en el que parece que las lágrimas no cesan o que experimentan muchos arrebatos de ira.
Aunque es poco probable que haya motivos para preocuparse, merece la pena consultar con el pediatra para asegurarse de que no hay nada que alimente lo que está observando (por ejemplo, una infección de oído no diagnosticada, otra afección médica o un problema psicológico). Esto es especialmente importante si tu hijo es pequeño y le cuesta comunicarse.
También debe buscar ayuda profesional para su hijo si sus emociones le causan problemas en su vida cotidiana. Si llora tanto durante la jornada escolar que no puede concentrarse en clase o si tiene dificultades para mantener amistades porque no puede controlar su ira, es posible que necesite un apoyo adicional.
Los estudios han demostrado una conexión entre la desregulación y una variedad de problemas de salud mental a medida que los niños crecen, desde la ansiedad, la depresión y el abuso de sustancias hasta la ideación suicida, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y la agresión.
Afortunadamente, los investigadores creen que las intervenciones que abordan las conductas de autorregulación pueden ayudar a los niños a progresar mejor.
Una vez que se haya descartado un problema médico o psicológico, puede tomar medidas para ayudar a su hijo a aprender a regular sus emociones en momentos clave para que no se convierta en un problema cuando crezca. Si necesita ayuda para saber cuál es la mejor manera de hacerlo para su hijo, hable con el equipo de atención de su hijo.