Cuando tú o tu pareja no están contentos con el reparto de las tareas domésticas, el nivel de estrés en el hogar puede aumentar enormemente. Los investigadores han descubierto que el reparto desigual de las tareas domésticas es uno de los principales factores de estrés en muchas relaciones. Por ejemplo, un estudio reveló que una de las principales fuentes de estrés para las mujeres era que sus maridos no quisieran hacer las tareas domésticas que les correspondían.

Aunque estos estudios suelen reflejar cómo influyen los roles tradicionales de género en las tareas domésticas, el reparto desigual de las tareas del hogar no se limita a las parejas heterosexuales casadas. Las parejas que cohabitan como compañeros sentimentales suelen ser propensas a los mismos problemas. Las parejas del mismo sexo tienden a repartirse las tareas más equitativamente, aunque los datos indican que esto tiende a cambiar un poco una vez que tienen hijos. Los estudios también sugieren que las parejas transgénero y no conformes con el género gestionan las tareas domésticas y otros deberes de forma más igualitaria.

Lo que puede importar más que si el trabajo no remunerado se divide al 50% es cómo se siente cada uno de los miembros de la relación con respecto al reparto de las tareas domésticas. Los niveles de estrés aumentan en el hogar cuando alguno de los dos está descontento por las tareas pendientes. Las parejas se pelean por quién hace qué en casa casi tanto como por el dinero.

Encuestas y estudios señalan sistemáticamente que, aunque muchas mujeres trabajan fuera de casa, siguen siendo ellas las que suelen encargarse de la mayoría de las tareas domésticas. Las pruebas también indican que esta disparidad se agravó significativamente con la pandemia de COVID-19.

¿Cómo ocurre esto?

Cuando se intenta ganar el afecto de una pareja potencial, algunos hombres pueden hacer promesas como: “No tienes que mover un dedo en casa. Yo cuidaré de ti”. Otras mujeres pueden hacer lo mismo y decir: “Mi madre me enseñó que a los maridos hay que tratarlos como reyes. Estoy preparada para servirte”.

Ahora bien, a menos que estés segura al 100% de que puedes encargarte tú sola de todas las tareas domésticas, lo cual es muy poco probable, no hagas estas promesas o acabarás arrepintiéndote mucho más tarde.

No puedes prometer que lo harás todo y luego frustrarte cuando no recibas ayuda.

Razones por las que las tareas domésticas pueden no estar repartidas equitativamente

En el pasado, el reparto de las tareas domésticas se atribuía generalmente a las diferencias en la mano de obra; los hombres tenían más probabilidades de trabajar a tiempo completo fuera de casa, mientras que las mujeres realizaban el trabajo no remunerado de administrar el hogar.

A pesar de los cambios en estos papeles tradicionales y de las tendencias del empleo, los datos indican que las mujeres siguen siendo las principales encargadas del trabajo físico y emocional de llevar una casa y cuidar de una familia.

¿Qué factores contribuyen a la distribución desigual de las tareas domésticas? Algunos de los que pueden influir son:

Roles tradicionales de género

Las expectativas de género sobre cómo se espera que se comporten los hombres y las mujeres y los papeles que se espera que desempeñen en una familia suelen influir significativamente en cómo se dividen las tareas domésticas. Las tareas que implican una mayor autonomía se perciben a menudo como trabajo “de hombres”, mientras que las tareas repetitivas y mundanas (como lavar la ropa o los platos) se consideran con frecuencia trabajo “de mujeres”.

Un estudio reveló que los roles de género tradicionales se asociaban a un desequilibrio en las contribuciones al hogar. Este desequilibrio también estaba relacionado con un mayor conflicto entre el trabajo y la familia.

Comunica, comunica, comunica

En lugar de eso, sé transparente sobre lo que puedes y estás dispuesto a hacer en casa. Siempre es seguro suponer que las tareas se dividirán a partes iguales entre las parejas casadas, pero hay que llegar a muchos compromisos.

Por ejemplo, si sólo uno de los dos trabaja, puede ser más factible un reparto de tareas del 60-40%.

También hay tareas domésticas que odias hacer y otras que te resultan catárticas. Ten en cuenta que tu pareja no puede leerte la mente sobre estas cosas, así que tienes que decir lo que piensas si algo te molesta.

Creencias sobre la igualdad

Las creencias individuales sobre cómo debe repartirse el trabajo pueden influir en quién realiza determinadas tareas domésticas. Está demostrado que las parejas que creen que el trabajo debe repartirse equitativamente son más felices que las que no lo creen.

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Políticas sociales

Las políticas sociales, como la falta de permisos familiares retribuidos y de acceso a una asistencia sanitaria asequible, también pueden afectar al reparto del trabajo doméstico. Por ejemplo, la falta de permisos de paternidad/maternidad, de guarderías asequibles y de protecciones en el lugar de trabajo para embarazadas y lactantes puede dificultar que los padres se ausenten del trabajo durante periodos críticos (como tras el nacimiento de un hijo). También puede dificultar la reincorporación de los padres a la vida laboral.

Incompetencia armada

La incompetencia armada consiste en fingir ser malo en las tareas para evitar participar en las responsabilidades compartidas. Fingir ineptitud cuando se trata de tareas domésticas como doblar la ropa, cargar el lavavajillas u ordenar las habitaciones hace que estas obligaciones recaigan en el otro miembro de la pareja, que a menudo toma el relevo para asegurarse de que estas tareas domésticas necesarias se terminan correctamente.

Este comportamiento suele asociarse a las relaciones cishet, en las que los hombres se muestran incompetentes para obligar a sus parejas femeninas a asumir la mayoría (o incluso todas) las tareas domésticas. Sin embargo, también puede darse en otros tipos de relaciones, incluidas las relaciones entre personas del mismo sexo y las amistades.

Es una forma pasivo-agresiva de evitar las tareas del hogar y la crianza de los hijos, y causa un daño importante a las relaciones. La pareja que realiza todas estas tareas se siente sola, manipulada y sobrecargada de trabajo. También comunica que la persona que elude sus obligaciones no respeta a su pareja lo suficiente como para compartir la carga. Esto perjudica la intimidad y dificulta que la persona sienta que puede confiar en su pareja.

A lo largo de mi vida he hecho cosas bien y otras no tanto. Buenas decisiones y otras que debiera lamentar. Por tal razón he querido compartir algunas claves que he rescatado para tener una familia saludable. No digo que la haya alcanzado ya, pero sigo adelante.

OBJETIVOS DEL CURSO:

– Identificar los diferentes sistemas familiares y sus características.

-Reconocer las influencias generacionales en tu sistema familiar.

– Registrar mis emociones y su impacto en mi sistema familiar.

– Diferenciar el diseño original entre hombres y mujeres.

– Concientizar el impacto de los padres en los hijos.

– Determinar un sistema de crianza propio a las etapas del desarrollo.

Impacto de las tareas domésticas desiguales

Las relaciones de pareja y el matrimonio son asociaciones, lo que implica la actividad práctica de llevar las riendas del hogar. Los aspectos de las tareas domésticas que comparten las parejas incluyen:

  • Limpieza.
  • Cuidado de los niños.
  • Cocinar.
  • Mantenimiento del hogar.
  • Gestionar las finanzas.
  • Planificar.
  • Programación de actividades familiares.
  • Ir de compras.
  • Transportes.

Cuando los aspectos prácticos se desarrollan sin problemas, hay más paz y armonía. Sin embargo, las investigaciones sugieren que las percepciones individuales sobre la justicia del reparto de tareas son más importantes que el reparto real del trabajo al 50%.

Entonces, ¿qué ocurre cuando las tareas domésticas no se distribuyen de forma justa y equitativa entre cada persona de la relación?

Disminuye la satisfacción conyugal

Cuando uno de los miembros de la pareja siente que hace más de lo que le corresponde, está menos satisfecho con su relación.

Disminuye la satisfaccion conyugal evitar que las tareas domesticas perjudican su matrimonio

Aumento de la angustia

La investigación ha demostrado que pensar en la “doble carga” de ser responsable tanto del hogar como del trabajo provoca una angustia significativa.

Peor salud mental

Los estudios han descubierto que las mujeres sobrecargadas con tareas domésticas excesivas experimentan más síntomas de depresión.

Aumenta el riesgo de divorcio

Un estudio del 2016 encontró que la división desigual del trabajo no remunerado y remunerado era el factor de riesgo económico más fuerte para el divorcio.

Cómo compartir las tareas domésticas

El mayor error que puedes cometer al intentar que tu pareja haga más tareas domésticas es pedirle ayuda. Pedir ayuda implica que la responsabilidad de las tareas es sólo tuya.

En realidad, las tareas son responsabilidades compartidas, y repartirlas bien es esencial para garantizar un matrimonio feliz. He aquí cómo hacerlo.

Aprende a establecer prioridades

Establezcan sus prioridades como pareja. ¿Qué es realmente importante para cada uno? Muchas parejas ven el reparto de las tareas domésticas de forma diferente. A algunas personas simplemente no les molesta el desorden doméstico. Pero si usted se siente cómodo con una casa desordenada y a su cónyuge le molesta, ambos deben llegar a un acuerdo.

El compromiso funciona mejor si se seleccionan prioridades, en lugar de intentar satisfacer por completo a ambos miembros de la pareja.

Hable de lo que ambos piensan de las comidas caseras frente a las comidas rápidas o salir a comer fuera de vez en cuando. Averigüe qué piensan usted y su cónyuge sobre el polvo, un retrete limpio, una cama sin hacer, un césped perfectamente cuidado, pagar las facturas a tiempo, etc. Si uno de los dos cree que el retrete debe limpiarse cada dos o tres días, compartid esa información para entender lo que cada uno considera importante.

Anticiparse a los obstáculos

Siéntense juntos y hagan una lista de las tareas que cada uno odia hacer. Lo que uno odia, el otro puede tolerarlo. Si ambos detestan la misma tarea, busquen una forma de llegar a un acuerdo para realizar esa tarea tan desagradable. O tal vez podáis afrontar la horrible tarea juntos, como un equipo.

Acuerden un horario

También es importante tener en cuenta el reloj corporal de cada uno. Algunos son madrugadores y otros noctámbulos. Obligar al otro a hacer un proyecto o una tarea cuando realmente no está preparado sólo crea tensiones. El tiempo es importante.

Establezcan un plan semanal

Háganse saber cómo va a ser la semana siguiente: reuniones, recados, ocasiones especiales, etc. A continuación, decidid quién va a hacer qué, haced una lista y publicadla. Después, dejadlo estar.

No os regañéis por lo que se han ofrecido a hacer. Si la tarea no se ha hecho para la semana siguiente, cuando os volváis a sentar para compartir expectativas, ese es el momento de sacar el tema.

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Reevaluar continuamente

Si uno de los dos no cumple sus promesas de hacer su parte del trabajo en casa, intentad descubrir juntos a qué se debe esa reticencia. A veces uno de los dos se compromete demasiado o subestima el tiempo necesario para hacer algo.

Culpar a tu pareja de lo que no se ha conseguido no será eficaz. Reevalúe su plan y ajústelo según sea necesario.

Sea flexible y permita que su pareja realice las tareas a su manera. Si para usted es muy importante que las toallas estén dobladas de una forma determinada, hágalo usted mismo.

Si después de discutir la situación, los dos realmente no podéis hacer las cosas, entonces tenéis que tomar algunas decisiones. Fíjate en las áreas de la casa y el jardín que puedes recortar para ahorrar tiempo y dinero. O intenta organizar tu casa para que funcione de forma más eficiente.

Pregúntese si algunas tareas deben hacerse con regularidad. Por ejemplo:

  • Si cortar el césped te lleva demasiado tiempo, sustituye la hierba por flores silvestres.
  • Si odias planchar, regala la ropa que necesite plancha y tira la plancha.
  • ¿De verdad te importa que las ventanas brillen?

Contratar ayuda

Si no puede o no quiere bajar el listón, puede contratar ayuda externa si su presupuesto se lo permite. Crear una lista de tareas requiere cierta organización por su parte.

Puede contratar a alguien para que limpie los baños, pase la aspiradora, quite el polvo, abrillante las ventanas, cambie la ropa de cama, planche, remiende o retire los artículos de temporada. Esto no debe verse como una ayuda para un miembro de la pareja (la esposa, por ejemplo), sino para ambos.

El reparto desigual de las tareas domésticas puede pasar factura a la relación, pero hay medidas que pueden tomarse para crear un hogar más equitativo. Habla de lo que hay que hacer con tu pareja e idead un plan que cada uno considere justo.

No es necesario que las tareas se dividan perfectamente por la mitad, pero es importante que cada persona sienta que las tareas se reparten de forma equitativa para cada uno.

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