La culpa y la ansiedad pueden ser sentimientos familiares cuando se trata del cambio climático. Si bien nuestra Tierra siempre ha experimentado cambios climáticos, ha llegado a un punto de rápida aceleración.
Como resultado, las temperaturas están aumentando, las sequías se están volviendo más comunes y los desastres naturales están aumentando en intensidad. El cambio climático es un problema colectivo, que amenaza a todos nosotros y a las generaciones futuras.
No es de extrañar que podamos experimentar una agitación emocional al considerar el estado del mundo. Todo esto es para decir que sus sentimientos complejos son válidos.
Este artículo explorará la culpa climática, en qué se parece y se diferencia de la ansiedad climática, y los pasos que puede tomar para proteger el medio ambiente.
¿Qué es la culpa climática?
Los cambios adversos en nuestra Tierra generan una gran variedad de emociones, entre ellas ansiedad, culpa, parálisis e ira. Además, el cambio climático afecta a diferentes personas de diferentes maneras.
Por ejemplo, los pueblos indígenas que dependen de sus prácticas basadas en la tierra pueden experimentar emociones que son bastante diferentes a las de un habitante de la ciudad que rara vez interactúa con el mundo natural. La culpa climática es solo una de las muchas emociones que se pueden experimentar en respuesta a los cambios en la Tierra.
La culpa climática (también conocida como culpa ecológica o culpa verde) se caracteriza por la vergüenza que surge cuando uno se da cuenta de que su comportamiento específico no ha cumplido con sus expectativas personales o sociales de ayudar a proteger y preservar el medio ambiente.
No es raro sentir culpa climática y presenciar que otros la experimentan. Puede notarlo en sus redes sociales o verlo surgir en conversaciones con amigos. Independientemente de cómo experimente la culpa climática, es inmensamente desafiante.
¿Cómo sé si siento culpa por el clima?
Ahora que tenemos claro qué es la culpa por el clima, puede ser útil determinar si se trata de un problema que se aplica a ti. Tómate un momento para considerar cómo se siente la culpa en tu cuerpo.
¿Sientes que se te cae el estómago? ¿Te empieza a arder la cara? ¿Se te tensan los hombros? Ahora, piensa en algunas de las cosas que te hacen sentir culpable.
Quizás sea cuando lastimaste a otra persona sin querer. Quizás sea cuando te das cuenta de que actuaste antes de pensar en las ramificaciones.
Teniendo en cuenta cómo se siente la culpa para ti, explora los siguientes ejemplos para considerar si actualmente estás experimentando culpa por el clima:
Compras botellas de agua de plástico grandes por comodidad, pero te encuentras envuelto en un diálogo interno negativo cuando piensas en el impacto que tiene el plástico en el medio ambiente.
Te mantienes al día con las noticias sobre el cambio climático y a menudo te sientes como si fueras una gran parte del problema, lo que resulta en sentimientos de culpa y vergüenza.
Has oído que los coches eléctricos son mejores para el medio ambiente, pero te avergüenza que conducir uno no sea una opción para ti en la actualidad.
Te sientes un fraude porque eres consciente del cambio climático, pero también compras moda rápida.
Te avergüenza no haber adoptado un estilo de vida más sostenible a pesar de ser consciente de los peligros del cambio climático.
¿La culpa climática es lo mismo que la ansiedad climática?
La culpa y la ansiedad climáticas tienen algunas similitudes, pero son dos términos diferentes.
La Asociación Estadounidense de Psicología (APA) describe la ecoansiedad como “el miedo crónico al cataclismo ambiental que surge al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y la preocupación asociada por el futuro propio y el de las próximas generaciones”.
Culpa climática vs. ansiedad climática
Las similitudes entre estos dos términos es que ambos son sentimientos incómodos relacionados con un fenómeno de gran magnitud. La diferencia es que la culpa climática está marcada por los sentimientos que surgen cuando sentimos que le hemos fallado al medio ambiente y la ansiedad climática (también conocida como ecoansiedad) es un estrés y preocupación que se produce al considerar la crisis del cambio climático.
Si bien la culpa no es una emoción agradable, en realidad puede ser un motivador poderoso. Un estudio reciente afirma que la culpa puede conducir a cambios significativos en el comportamiento, lo que resulta en un comportamiento respetuoso con el medio ambiente. Si la forma en que actúas y lo que haces no es congruente con cómo quieres ser y mostrarte en el mundo, la culpa te informa de esta disonancia y te da la oportunidad de vivir en mayor sintonía contigo mismo.
De hecho, se ha demostrado que la culpa colectiva está vinculada a las acciones que contribuyen a frenar el cambio climático, lo que contrasta marcadamente con la ansiedad climática, que no necesariamente se traduce en acciones positivas.
¡Bienvenidos al apasionante curso de Cambio Climático y Economía Circular! En este curso, exploraremos la estrecha relación entre el cambio climático y la economía circular, y cómo podemos abordar estos desafíos de manera integral. A medida que nuestro planeta enfrenta un calentamiento global sin precedentes, es crucial comprender cómo nuestros sistemas económicos y nuestras acciones individuales contribuyen a este problema.
A través de lecciones interactivas, estudios de casos y debates, adquirirás los conocimientos y las herramientas necesarias para convertirte en un agente de cambio en la lucha contra el cambio climático.
Qué hacer si te sientes culpable por el cambio climático
La culpa es un sentimiento difícil de mantener durante un período prolongado de tiempo, por lo que es muy importante buscar ayuda. Aunque un psicoterapeuta no puede solucionar el problema del cambio climático, puede ayudarte a desarrollar herramientas para manejar la culpa que sientes.
Es posible que la culpa sea un sentimiento familiar para ti o que tu culpa climática se vea exacerbada por otros grandes problemas de la vida que sientes que están fuera de tu control. Independientemente de lo que surja, la terapia es un lugar seguro donde puedes dejar que tus grandes sentimientos se contengan.
Acciones que puedes tomar para mejora el medio ambiente
Proteger el clima es un esfuerzo colectivo, no un problema que una sola persona pueda abordar. Si todos nos comprometemos a prácticas más sostenibles, podemos comenzar a cambiar el curso del cambio climático juntos.
Lo más importante que debes tener en cuenta es seguir aprendiendo y desaprendiendo, hacer lo mejor que puedas con la conciencia y las habilidades que tienes, y practicar tanto la responsabilidad personal como la autocompasión. Si algo se siente inmanejable para tu estilo de vida, no hay problema. Haz lo mejor que puedas.
A continuación, se indican algunas medidas que puede adoptar para ayudar a proteger nuestro planeta:
- Los plásticos de un solo uso están contaminando nuestras costas, lo que provoca la contaminación plástica en nuestros océanos.5 Una forma de ayudar es reducir el uso de plástico. Tal vez cambie a botellas de vidrio en lugar de botellas de plástico de un solo uso. Tal vez lleve sus propias bolsas al supermercado. Reducir o eliminar el uso de plásticos de un solo uso es una forma de proteger uno de los recursos más preciados de nuestro planeta.
- La conservación del agua no se trata solo de conservar un recurso importante, sino que también ayuda a conservar la energía y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero.6 Tome duchas más breves, no deje correr el agua más tiempo del necesario y espere a lavar la ropa hasta que tenga una carga completa de ropa sucia.
- Evite la moda rápida y compre ropa de segunda mano con la mayor frecuencia posible. La industria de la moda produce 92 millones de toneladas de residuos y consume 79 billones de litros de agua cada año. Reutilizar la ropa, comprar algo solo cuando sea absolutamente necesario y optar por textiles fabricados de manera sostenible son formas de ayudar a proteger el medio ambiente.
- Consulta recursos como Action for the Climate Emergency (ACE), Climate Adaptation Knowledge Exchange (CAKE) y Georgetown Climate Center (GMC) para obtener más información sobre estilos de vida ecológicos y prácticas sostenibles para ayudar a proteger y preservar el medio ambiente. Para encontrar más organizaciones que eduquen sobre el cambio climático, también puedes consultar los sitios web de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos o del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
No estás solo si te sientes abrumado, desesperanzado y enojado por el cambio climático. Sin embargo, recuerda que el esfuerzo colectivo es poderoso. En caso de duda, busca a quienes se centran en las soluciones y únete a ellos. Encontrar comunidades con ideas afines que estén igualmente comprometidas con la creación de cambios es increíblemente importante.
Buscar ayuda profesional puede ser especialmente crucial si sientes que ya no puedes soportar estos sentimientos intensos solo. Limita tu consumo de noticias si es necesario y mantente atento a las soluciones prácticas de las que puedes ser parte.
Cómo gestionar la ecoansiedad
La ecoansiedad surge de la sensación de impotencia individual frente a la monumental tarea de resolver el cambio climático. Creo que la clave para gestionar esta ansiedad es repensar el aspecto “individual” de esa ecuación.
Cuando se trata del cambio climático, todos somos culpables. Pero no es una culpa individual, sino colectiva. Como raza, los humanos hemos actuado de manera egoísta, concentrándonos en la recolección de recursos naturales para asegurar el crecimiento, el progreso y el avance. No pensamos en las consecuencias de nuestras acciones ni nos preocupamos lo suficiente por ellas. Todos somos responsables.
Al mismo tiempo, esa responsabilidad no puede distribuirse equitativamente entre todos los individuos. Gran parte de ella se debe a los incentivos económicos de las grandes empresas y los gobiernos, que han dictado nuestro uso de los recursos.
La investigación dirigida por Rick Heede en 2013 descubrió que dos tercios de todas las emisiones industriales de dióxido de carbono provienen de solo 90 empresas, entre ellas gigantes petroleros como ExxonMobil, BP y Shell. Estas 90 empresas han emitido individualmente más carbono a la atmósfera que la mayoría de los países. Y estas empresas también sabían sobre los efectos de las emisiones de dióxido de carbono en el planeta antes que el resto de nosotros, y decidieron guardar silencio al respecto, alentándonos en cambio a depender cada vez más de la energía de los combustibles fósiles para aumentar sus márgenes de beneficio y el valor para los accionistas.
Centrarme en esta injusticia me ha ayudado a gestionar mis sentimientos personales de culpa ambiental. Para que se produzca un cambio real, tenemos que cambiar este sistema y poner fin a nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Y para que eso ocurra, necesitamos que el cambio se implemente desde arriba, a través de las empresas y las políticas. Así que ese se ha convertido en mi enfoque, en las conversaciones y en los escritos. Ayuda a reducir la sensación de que debería estar haciendo más como individuo.
No me malinterpreten: sigo pensando que el cambio de comportamiento individual es importante y debería fomentarse. Hago lo que puedo. Pero también reconozco que los aspectos de la vida respetuosa con el medio ambiente, como comprar sin plástico, simplemente no son accesibles para la mayoría de las personas dentro de nuestros sistemas actuales.
A continuación, se indican otras cosas que me han ayudado a gestionar los sentimientos de culpa ambiental:
Centrarme en las cosas importantes
Hay algunas cosas que todos deberíamos hacer para reducir nuestra huella de carbono personal: reducir la cantidad de carne y productos lácteos que comemos, presionar a los políticos, optar por ir en bicicleta o caminar cuando sea posible, elegir proveedores de energía renovable, hablar con otros sobre el cambio climático. Si trabajas en esas cosas, estás haciendo una gran diferencia en tu huella ambiental personal.
Deja de mirar las noticias
Para mí, los recordatorios constantes de hacia dónde nos dirigimos en las noticias tradicionales no ayudan a mi culpa.
Tómate un tiempo fuera de las redes sociales
Al igual que los medios tradicionales, las redes sociales tampoco ayudan. Estoy navegando por Twitter y recuerdo que la mayoría de las personas no creen que el cambio climático sea real o no les importa. O estoy en Instagram y me siento rodeada de personas que viven vidas ecológicas perfectas: logrando de alguna manera meter el equivalente a un año de desechos en un pequeño frasco de vidrio, dominando el compostaje casero o cultivando su propia fruta y verduras. Todas esas son cosas a las que aspiro, pero en mi piso de alquiler actual, en una ciudad sin una tienda de residuos cero, simplemente no es posible. Y verlo constantemente me hace sentir culpable por lo que no estoy haciendo.
Cambia el lenguaje para reducir la presión
Si sientes que etiquetas como “ambientalista” te presionan demasiado para vivir de cierta manera, entonces no las uses. Ciertamente, me di cuenta de esto con el término “residuo cero”. Decir que trato de reducir o minimizar mi impacto es algo con lo que me siento más identificada. No necesitas las etiquetas para demostrar que te preocupas.
Determina qué es exactamente lo que te hace sentir culpable
¿Hay alguna acción en particular en tu rutina diaria o algún producto en tu compra semanal que te haga sentir culpable? Si es así, entonces piensa en formas en las que podrías cambiar ese elemento o acción en particular. Si es conducir al trabajo, por ejemplo, ¿podrías optar por el transporte público o ir en bicicleta un par de días a la semana? Si es el limpiador químico que usas, ¿podrías cambiarlo por una alternativa ecológica o fabricarlo tú mismo? ¿O podrías crear conciencia sobre el problema poniéndote en contacto con la empresa y pidiéndoles que cambien sus ingredientes o envases? Si haces de la acción la prioridad, incluso en pequeñas cosas, te sentirás menos impotente.