¿Qué es la responsabilidad?
Cuando se pregunta a los padres qué rasgos quieren que tengan sus hijos ahora y cuando sean adultos, una de las respuestas más comunes es “ser responsables”. Se trata de un término amplio que significa muchas cosas diferentes, entre ellas:
- Ser fiable para que la gente sepa que puede contar contigo.
- Mantener la palabra y los acuerdos.
- Cumplir con los compromisos.
- Hacer algo lo mejor posible.
- Ser responsable de su comportamiento.
- Aceptar el mérito cuando se hacen las cosas bien y reconocer los errores.
- Ser un miembro activo de la familia, la comunidad y la sociedad.
Ser responsable es la clave del éxito de los niños tanto en la escuela como en el mundo en general cuando crezcan.
Obediencia vs. Responsabilidad
Los padres suelen confundir la obediencia con la responsabilidad.
A la mayoría de los padres les gustaría que sus hijos hicieran lo que les piden, que siguieran las instrucciones y que no cuestionaran su autoridad, objetivos comprensibles e importantes a la hora de educar a los hijos. Sin embargo, ¡esto no es responsabilidad! Estos comportamientos se clasificarían como obediencia.
Con el tiempo, la mayoría de los padres quieren que los niños acepten la propiedad de una tarea o un quehacer: los niños lo hacen porque hay que hacerlo y aceptan que es su obligación hacerlo. Con el tiempo, pueden incluso iniciar la realización de una tarea “porque hay que hacerla”, no porque se les diga que la hagan. Esta actitud se llama responsabilidad.
Es posible que los padres tengan que renunciar a que las cosas se hagan exactamente como a ellos les gustaría que se hicieran y en su horario exacto para que el niño pase de la obediencia a la responsabilidad. Pero permitir que un niño “lo haga a su manera” fomentará un sentimiento de orgullo por sus logros y promoverá el sentido de la responsabilidad.
¿Qué grado de implicación debe tener usted?
El paso de la obediencia a la responsabilidad plantea la cuestión de hasta qué punto debes implicarte para ayudar a tus hijos a cumplir sus compromisos y completar sus tareas.
No querer que nuestros hijos fracasen puede llevar a los padres a hacer demasiado por sus hijos; cuando esto sucede, los niños no aprenden a asumir la responsabilidad por sí mismos.
Por otro lado, hay ocasiones en las que los niños sí necesitan orientación, apoyo o información para aprender a ser responsables.
Encontrar el equilibrio entre la sobregestión y la infrapaternidad es un arte.
Decidir cuándo es apropiado intervenir y cuándo es más eficaz dejar que el niño se vaya y darle espacio para que lo haga a su manera dependerá de la madurez del niño, de su comportamiento anterior con la responsabilidad en general y con esta tarea en particular, de la tarea de desarrollo en la que el niño está trabajando, del temperamento del niño y de muchas otras consideraciones.
La inculcación de las actitudes y los rasgos que hacen que los niños sean responsables se produce a lo largo de los años e implica muchas piezas diferentes que componen el puzzle de la crianza.
El doble papel de los padres
Si alguna vez se ha preguntado si está siendo demasiado estricto o demasiado indulgente, o si está dando a sus hijos suficiente amor, entonces se ha topado con consideraciones sobre los dos importantes papeles que tienen los padres. Cada uno de ellos tiene un papel que desempeñar para ayudar a tus hijos a ser responsables.
Rol de crianza/cuidado
Cuando desempeñas el papel de crianza/cuidado, eres amable y cariñoso con tus hijos. En este papel, escuchas a tus hijos, los apoyas, pasas tiempo con ellos y eres cariñoso con ellos.
Como padre cuidador, comunicas amor incondicional: pase lo que pase, quieres a tus hijos sólo porque existen y son tuyos. Esto permite a tus hijos arriesgarse, cometer errores, sabiendo que cuentan con el apoyo y el amor incondicional de sus padres.
Rol de estructura/ejecutivo
Cuando usted cumple con las responsabilidades del rol de estructura/ejecutivo, establece límites y fronteras, impone disciplina, enseña a sus hijos cómo deben comportarse, les transmite sus valores y los orienta.
Al no satisfacer sus necesidades inmediatamente y no darles todo lo que quieren, les das la oportunidad de tolerar cierta frustración, retrasar la gratificación, ser menos impulsivos y menos egocéntricos.
Establece normas de comportamiento que esperas que tus hijos cumplan. Estableces las consecuencias del incumplimiento de las normas y las cumples. Enseña a sus hijos a apreciar lo que tienen.
A través de la función ejecutiva, usted hace que sus hijos rindan cuentas de su comportamiento, lo que a su vez fomenta el desarrollo del sentido de la responsabilidad.
Combinación de dos roles
Los niños necesitan que sus padres desempeñen ambos roles. Es más probable que los niños acepten los límites que usted establece y que quieran cumplir sus expectativas (es decir, ser responsables) cuando usted les proporciona una relación cálida, afectuosa y de apoyo que subyace a la disciplina que usted impone.
La crianza saludable se produce cuando los niños se crían en un hogar en el que hay amor incondicional junto con límites, reglas y consecuencias claras.
Cómo una alta autoestima conduce a la responsabilidad
Se ha demostrado que los niños con alta autoestima tienden a ser más responsables. Son mejores en:
- Esperar lo que quieren – creen que con persistencia y práctica pueden alcanzar una meta.
- Reconocer sus errores y aprender de ellos.
- Ser fieles a una tarea.
- Estar dispuestos a pedir ayuda.
- Tener claros sus puntos fuertes y débiles.
- Asumir riesgos y probar cosas nuevas.
- Creer que pueden resolver los problemas que se les plantean.
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¿Cómo pueden los padres inculcar a sus hijos un alto sentido de la autoestima?
Una de las formas es proporcionando mensajes que refuercen cada uno de los dos componentes esenciales de la autoestima: sentirse queridos y sentirse capaces.
Sentirse amable
Los niños se sienten queridos cuando tienen un sentido de la valía, cuando se sienten apreciados y queridos por lo que son, considerándose importantes y dignos de ser amados.
Para decir a tus hijos que les quieres incondicionalmente, puedes enviarles mensajes de “ser”.
Por ejemplo:
- “Siempre te querré”.
- “Me alegro mucho de que seas mi hijo/hija”.
- “Me encanta pasar tiempo contigo”.
- “¡Bienvenido a casa!”
Sentirse capaz
Los niños se sienten capaces cuando tienen un sentido de poder, competencia y control sobre sus vidas, creen que pueden manejar los desafíos y que son capaces de hacer una contribución a su entorno, y cuando sienten orgullo por sus logros.
La parte capaz de la autoestima es la que más se relaciona con la función ejecutiva de los padres y la que fomenta la responsabilidad.
Cuando los niños se sienten capaces, es más probable que cumplan con sus obligaciones, se apunten a nuevas tareas, se esfuercen al máximo y se sientan bien con lo que hacen. Todas estas cosas aumentarán la responsabilidad del niño.
Puedes aumentar el sentido de la responsabilidad de tu hijo ayudándole a sentir que es capaz enviándole mensajes de “hacer”. Estos mensajes se refieren a todas las cosas que sus hijos pueden hacer, a sus áreas especiales de talento, y también a su potencial y su crecimiento.
Por ejemplo, puedes decirle a tu hijo:
- “Has sido muy meticuloso al hacer tu trabajo de investigación: has hecho un gran trabajo planificando de antemano cómo ibas a abordar el proyecto”.
- “Muchas gracias por poner la mesa: me ha ayudado mucho, y veo que has puesto todo exactamente en el lugar adecuado”.
- “Sé que puedes hacerlo”.
- “Estás practicando el revés con mucha insistencia. Apuesto a que mejorarás mucho para la clase de la semana que viene”.
- “Te agradezco mucho que hayas sacado la basura sin que te lo haya pedido. Eso es lo que yo llamo ser responsable”.
- “Veo que realmente te preocupas por la abuela: le enviaste la tarjeta de “ponte bien” e incluso la llamaste ayer. Estoy seguro de que eso la hizo sentir mejor”.
Exceso de indulgencia y enseñanza de la responsabilidad
Mucho se ha escrito estos días sobre la “generación con derecho y excesivamente indulgente”. Los rasgos que muestran estos niños son la antítesis de lo que supone ser responsable.
Los niños excesivamente mimados:
- Esperan con frecuencia que se hagan por ellos cosas que podrían hacer por sí mismos.
- Son exigentes.
- No muestran gratitud o aprecio.
- Suelen tener abundancia de “cosas”, pero nunca sienten que tienen suficiente.
- No toleran bien la frustración.
- Les cuesta esperar por algo que quieren.
- No admiten los errores.
- No intentan dar lo mejor de sí mismos.
- No piensan en devolver o ser generosos, ni en casa ni en la comunidad.
Tres formas de excederse
Según Jean Illsley Clark en su libro “¿Cuánto es suficiente?”, hay tres formas básicas en que los padres consienten en exceso a sus hijos.
Dar demasiadas cosas
Darles demasiadas cosas materiales o demasiadas actividades sin la expectativa de que cumplan con las obligaciones. Esto interferiría claramente en que el niño se haga responsable, ya sea de sus compromisos o de sus cosas.
Ejemplos de dar demasiado serían:
- Un niño de 5 años recibe un nuevo videojuego a medida que sale al mercado, aunque no cuide sus cosas y no muestre aprecio por lo que tiene.
- Una niña de 13 años toma clases particulares de música, pero a menudo no practica porque también está en el equipo de tenis itinerante y forma parte del consejo estudiantil. A veces falta a los entrenamientos de tenis los viernes por la noche porque prefiere estar con sus amigos.
Hacer demasiado
Hacer cosas por los niños que son capaces de hacer por sí mismos. Esto hace que no aprendan las habilidades de la vida cotidiana ni a cuidarse por sí mismos.
Esto también ocurre cuando los padres no les exigen que sean miembros activos de la familia. No se espera que el niño sea responsable, no se le da la oportunidad de hacerlo y no aprende las habilidades y actitudes que le llevarán a ser responsable.
Ejemplos de este tipo de exceso de indulgencia serían:
- La madre de un niño de 5 años le cuelga el abrigo a pesar de que él mismo puede alcanzar el gancho.
- Brian, de 13 años, nunca hace sus propios arreglos sociales; su madre lo hace por él.
- El padre de un niño de 4 años le sigue trayendo agua de la nevera, aunque el niño tenga una mano muy firme y sea capaz de verter el agua por sí mismo.
No esperar lo suficiente
No esperar lo suficiente o no exigir lo suficiente a los hijos. Esto tiene que ver con que los padres no exigen a sus hijos que cumplan con sus obligaciones o con las expectativas de los padres, o que afronten las consecuencias de sus actos.
Estos padres no exigen a sus hijos que rindan cuentas de su comportamiento, sino que los excusan y los “sacan de apuros” cuando se meten en líos o flojean.
Ejemplos de este tipo de exceso de indulgencia serían:
- Billy, de 10 años, debe sacar la basura, pero cuando hace frío, su padre lo hace por él.
- Alex, de 7 años, le pide que se quede viendo la televisión hasta las 22:00 horas en una noche de colegio, aunque su hora habitual de acostarse es las 8:00 horas. Su padre se lo permite, aunque sabe que Alex estará demasiado cansado al día siguiente.
- El padre de Sasha, de 3 años, limpia sus juguetes después de que ella haya terminado en lugar de hacerla participar en el esfuerzo.
- Sam, de 14 años, hace planes para salir, a pesar de que había planes familiares para celebrar el cumpleaños de la abuela esa noche; los padres cambian sus planes para acomodar a Sam.
Cómo evitar el exceso de indulgencia
Al desempeñar el papel de “Ejecutivo”, los padres pueden evitar las trampas del exceso de indulgencia, ayudar a sus hijos a sentirse bien con ellos mismos y aprender a ser responsables.
Pueden:
- Establecer límites.
- Decir no.
- Hacer que los niños rindan cuentas.
- Establecer y hacer cumplir las normas.
- Establecer expectativas.
- Animar a los niños a dar algo a cambio.
- Asigne tareas y asegúrese de que se realicen.
- Establezca y cumpla con las consecuencias.