¿Qué es el pesimismo?
Se define el pesimismo como “la actitud de que las cosas irán mal y de que es poco probable que se cumplan los deseos o los objetivos de las personas”. Una persona con una personalidad pesimista tiende a tener una visión más negativa -o algunos dirían que realista- de la vida. Los optimistas, en cambio, ven las cosas de forma más positiva.
Los pesimistas suelen esperar resultados negativos y desconfían cuando las cosas parecen ir bien. Los optimistas esperan que ocurran cosas buenas y buscan el lado positivo cuando la vida no les sale como quieren.
El pesimismo no es un rasgo al que aspire la mayoría de la gente. A menudo se asocia con la negatividad, una actitud “medio llena”, la depresión y otros trastornos del estado de ánimo. Sin embargo, una dosis saludable de pensamiento negativo no es necesariamente mala. Aunque a menudo se nos dice que sonriamos, que pensemos en el lado bueno y que hagamos limonada con los limones, eso no siempre es práctico, aconsejable o saludable. De hecho, a veces un poco de pesimismo puede ser bueno.
¿Cómo lo sabes?
¿Cómo puedes saber si tiendes a ser más pesimista? Algunas señales son:
- Te sientes sorprendido cuando las cosas realmente funcionan.
- No vas tras lo que quieres porque crees que probablemente fracasarás.
- Siempre te centras en lo que puede salir mal en una situación.
- Crees que los riesgos casi siempre superan a los beneficios.
- Experimentas el síndrome del impostor y subestimas tus propias capacidades.
- Tiendes a centrarte en tus defectos o debilidades más que en tus puntos fuertes.
- A menudo se siente molesto por el optimismo de los demás.
- Sueles tener un discurso negativo sobre ti mismo.
- Asumes que todas las cosas buenas se acaban con el tiempo.
- Le resulta más fácil vivir con el statu quo que cambiar las cosas para mejorarlas.
Aunque es posible que no experimente todas estas cosas ni piense de esta manera todo el tiempo, los pesimistas tienden a participar en muchos de estos tipos de pensamiento en algún grado.
El espectro optimismo-pesimismo
Los psicólogos ven el pesimismo y el optimismo como un espectro en el que cada uno de nuestros puntos de vista y personalidades se sitúan en algún lugar de esa línea. En cualquiera de los extremos del espectro, el pesimista puro puede ser miserable y el optimista puro puede estar alejado de la realidad.
La mayoría de las personas se sitúan en algún punto intermedio del espectro pesimismo-optimismo.
Todo el mundo tiene sus altibajos cuando el pensamiento es más negativo o positivo. Las circunstancias de la vida y los efectos del tiempo y la experiencia también pueden influir en nuestro relativo pesimismo u optimismo.
Las personas también suelen ser más optimistas en un área de la vida y menos optimistas en otra. Sin embargo, el estado de ánimo y el pensamiento de las personas suelen inclinarse hacia un extremo u otro de ese espectro, lo que da lugar a personalidades más o menos pesimistas u optimistas.
Hay muchas razones por las que ciertas personas acaban teniendo una personalidad más o menos negativa, entre ellas:
- La genética.
- La dinámica familiar.
- Experiencias pasadas.
- Factores sociales y ambientales.
Las personas con una perspectiva más pesimista suelen tener menos apoyo social, menos capacidad de recuperación, menos capacidad para afrontar el estrés y una mayor propensión a sufrir trastornos de depresión y ansiedad.
Impacto de los estilos de pensamiento
Una diferencia clave entre la forma de pensar de un optimista y un pesimista tiene que ver con su estilo explicativo, que es esencialmente la forma en que las personas interpretan lo que ocurre en sus vidas. Un optimista tomará los acontecimientos positivos y los magnificará mientras minimiza lo negativo de una situación; un pesimista hará lo contrario y restará importancia a lo positivo mientras aumenta el enfoque en lo negativo.
La tendencia a minimizar lo negativo -uno de los rasgos de los optimistas que les anima a soñar a lo grande y a seguir intentándolo incluso después de enfrentarse a contratiempos- también puede producir una falsa sensación de seguridad que puede hacer que los optimistas no conciban las posibles dificultades y no planifiquen para ellas. También puede llevarles a sentirse sorprendidos cuando las cosas no salen como ellos quieren.
Sin embargo, estos mismos rasgos – minimizar lo negativo y maximizar lo positivo – pueden ayudar a un optimista a atravesar momentos difíciles que podrían enviar a un pesimista a un lugar más oscuro e indefenso.
Un optimista puede buscar nuevas soluciones en lugar de insistir en los problemas; a menudo tendrá esperanza en el futuro y las habilidades para superar los momentos difíciles, lo que le permitirá convertir una situación negativa en una positiva.
Numerosos estudios han llegado a la conclusión de que, para gozar de buena salud, es más importante ser menos pesimista que ser más optimista. En otras palabras, no es necesario ser demasiado alegre para cosechar los beneficios de no ser demasiado negativo. La clave parece estar en limitar el impacto negativo sobre la salud de los pensamientos demasiado pesimistas, mientras que el pensamiento puramente positivo no tiene un efecto tan grande.
Beneficios del pesimismo
Aunque los factores que contribuyen al pesimismo son en su mayoría negativos, el pesimismo tiene un lado positivo. De hecho, puede haber algunos beneficios reales en una dosis saludable de pesimismo. En concreto, los pesimistas suelen estar mejor preparados para los tiempos difíciles y pueden evitar riesgos que los pensadores más optimistas podrían ignorar.
Las investigaciones han demostrado que los pesimistas tienden a prever los obstáculos con mayor facilidad, ya que esperan que las cosas salgan mal. Esto significa que son más propensos a planificar las dificultades. Un estudio publicado en el Journal of Research in Personality descubrió que los pensadores negativos también son más propensos a construir redes de seguridad, están más preparados (práctica y emocionalmente) cuando las cosas van mal, y no encuentran su visión del mundo en crisis cuando las cosas malas suceden.
En un estudio se encontró una correlación entre la subestimación de la satisfacción de la vida futura con los resultados positivos de salud y la longevidad en los adultos mayores. En otras palabras, el estudio encontró que pensar que su vida no iría bien estaba vinculado con algunos beneficios para la salud.
El método que utilizaremos es la practica de la respiración y pensamiento consciente conocido como Mindfulness, desarrollaras para tus hijos técnicas de Meditación y Respiración. También los apoyaremos para el inicio del desarrollo de Habilidades Sociales como lo son la empatía y el amor propio.
Riesgos del pesimismo
El exceso de pesimismo tiene muchos inconvenientes claros. Algunos de los principales escollos de ser demasiado pesimista:
- Meditar sobre los pensamientos negativos es malo para el bienestar. Los estudios sugieren que las mujeres pueden tener mayores tasas de depresión porque tienen mayores tasas de rumiación, cavilación y reflexión. La rumiación y la cavilación son componentes del pensamiento pesimista.
- Los pensamientos excesivamente negativos contribuyen a la depresión y la ansiedad. Los síntomas clave de los trastornos de ansiedad son la preocupación excesiva, la rumiación y el pensamiento en el peor de los casos. Asimismo, el bajo estado de ánimo, los pensamientos negativos, la baja autoestima y la preocupación no sólo son características de los pensadores pesimistas, sino que también son factores de la depresión.
- El pesimismo contribuye a los efectos negativos sobre la salud. Una perspectiva negativa se asocia a una serie de riesgos de salud mayores, como las enfermedades cardíacas, así como a la mortalidad general.
- Los pesimistas tienden a tener más estrés y menos capacidad de afrontamiento. Un estudio demostró que, en las personas mayores, el pesimismo también se correlaciona con mayores niveles de estrés, una mayor atención a las partes menos positivas de su vida y una mayor tendencia a mirar hacia atrás con más negatividad en general, lo que reduce la satisfacción vital.
Los optimistas experimentan niveles de estrés más saludables y una mayor percepción de satisfacción vital. Por el contrario, las personas pesimistas tienden a experimentar más aislamiento, mayores conflictos y estrés, peor salud y menor bienestar.
Un estudio de 2015 descubrió que “un mayor optimismo se asoció con una mejor adaptación fisiológica a una situación estresante, mientras que un mayor pesimismo se asoció con una peor adaptación psicológica al estrés”.
Otro componente preocupante del pesimismo es que puede hacer que las situaciones estresantes se sientan peor de lo que realmente son. Por otro lado, un pensamiento más optimista puede ayudar significativamente a afrontar los acontecimientos difíciles.
Beneficios e inconvenientes del optimismo
Visto de cierta manera, uno de los mayores riesgos de ser pesimista es no serlo. Una importante investigación científica ha descubierto que los optimistas tienden a estar más sanos, ser más felices, tener más éxito (financiero, social y en muchos otros aspectos) y disfrutar de relaciones más fuertes y satisfactorias.
Pero vivir en el lado bueno de las cosas no siempre es fácil. Los inconvenientes del optimismo incluyen una mayor propensión a asumir riesgos injustificados en términos de salud y seguridad personal, como no abrocharse el cinturón de seguridad o no vacunarse, o en las finanzas, como invertir en una aventura empresarial arriesgada.
Incluso teniendo en cuenta los posibles inconvenientes, los beneficios del optimismo son enormes.
El pensamiento positivo está correlacionado con una gran satisfacción en las relaciones de pareja.
Un mayor optimismo también se relaciona con una mayor probabilidad de buscar apoyo social en momentos de estrés y dificultades y con menores niveles de conflictos interpersonales.
Los niveles más altos de optimismo en las parejas casadas también están relacionados con una mejor salud. Los estudios han demostrado que el nivel de optimismo de uno de los miembros de la pareja influye en la salud de ambos.
El optimismo se asocia con tipos de personalidad más cálidos y extrovertidos, y el pesimismo con estilos interpersonales más hostiles y sumisos.
Las investigaciones han relacionado el optimismo con una mayor longevidad.
El optimismo también se asocia a una mayor satisfacción vital, capacidad de afrontamiento, apoyo social y resiliencia.
Los pesimistas pueden sorprenderse menos cuando se producen las crisis, pero los optimistas no permanecen tanto tiempo en situaciones negativas, ya que tienden a centrarse en la búsqueda de soluciones en lugar de rumiar lo que salió mal.
Consejos para mantener el optimismo siendo pesimista
¿Cómo puede mantenerse optimista sin perder la oportunidad de estar preparado para las crisis? Hay una serie de medidas que puede tomar:
Esperar lo mejor, planificar lo peor
El enfoque de esperar lo mejor y planificar para lo peor le permite disfrutar de los muchos beneficios del optimismo sin dejarse llevar por la vulnerabilidad y la falta de preparación. Para obtener los beneficios que ofrece el pensamiento pesimista, piense en las cosas que pueden salir mal e intente encontrar planes de respaldo y contingencias para hacer frente a lo inesperado. A continuación, concéntrese en lo positivo sin perder de vista estas opciones de planes de respaldo.
Recuerde lo que es importante
Saborea y recuerda lo que tienes y procura cultivar la gratitud. Dedica tiempo a hacer un inventario de tus propios puntos fuertes y recursos. El estrés aparece cuando sentimos que las exigencias de una situación superan nuestros recursos para manejarlas. Tener en cuenta los recursos de los que disponemos puede reducir el estrés y ayudarnos a sentirnos capacitados a medida que avanzamos por la vida. Esta forma de pensar puede ser realmente útil cuando nos enfrentamos a una crisis.
Practicar la atención plena es otra estrategia útil. La atención plena es una técnica que consiste en centrarse en el aquí y el ahora en lugar de preocuparse por el pasado y el futuro.
Recuerda que todo lo que afrontes pasará
Una cosa que nos ha enseñado la investigación de la psicología positiva es que los grandes contratiempos no hacen que las personas se sientan infelices durante tanto tiempo como la gente predice. Después de unas semanas o meses, las personas que han experimentado una crisis importante suelen volver a su nivel habitual de felicidad (o infelicidad).
Los optimistas tienden a sentirse más felices en general, y los pesimistas tienden a sentirse menos felices. Si eres pesimista, siempre es posible aprender a ser optimista. A veces, soportar una crisis te proporciona la motivación adecuada para hacerlo.
“Sacar lo mejor de las cosas” puede ser un tópico, pero este enfoque puede ser la clave de la buena salud, la longevidad y el disfrute de la vida. De hecho, los estudios demuestran que, aparte de los pobres, las personas con mucho dinero no suelen ser más felices que las que tienen poco.
De hecho, los más felices son los que tienen amigos cercanos y un fuerte sentido de la comunidad, los que sienten gratitud y los que tienen un sentido de la vida. La conclusión es que lo ideal es una inclinación general hacia el optimismo, con un poco de pesimismo.