Has hecho algo que ha dañado a otra persona, quizás incluso a ti mismo. Te arrepientes, pero no puedes retractarte, así que esperas que alguien se dé cuenta y te proporcione algún tipo de corrección para aliviar tu culpa.

Los errores de cualquier tipo suelen provocar la crítica de los demás, aunque los más importantes pueden desencadenar una crítica más dura, o un castigo.

Tal vez no disfrutes de este castigo, ya sea ofreciendo una disculpa o haciendo un acto de bondad. Pero una vez que ha terminado, probablemente te sientas mucho mejor. Después de todo, has expiado tu fechoría y te has ganado el perdón.

Cuando nadie se da cuenta de tu desliz, el sentimiento de culpa puede persistir. Si no te sientes capaz de reconocerlo, por la razón que sea, puede que busques formas de autocastigo para aliviar tu culpa.

Puede parecer la única medida lógica en el momento, pero el autocastigo tiende a hacer más daño que bien.

De dónde viene

El autocastigo adopta muchas formas. En su forma más extrema, puede implicar algún tipo de autolesión.

Pero también puede referirse a:

  • Retener una recompensa.
  • Sermonearse mentalmente.
  • Seguir sacando a relucir los malos sentimientos mucho tiempo después de una decisión lamentable.

¿De dónde viene este impulso? Los mensajes culturales y otros factores complejos pueden contribuir, por lo que no siempre hay una respuesta sencilla. Sin embargo, las siguientes explicaciones suelen desempeñar un papel.

¿Qué es el autocastigo?

El castigo puede definirse como “la inflicción o imposición de una pena como retribución por una ofensa”. En algún momento de nuestras vidas, todos hemos experimentado el castigo (y la amenaza de castigo), así que todos estamos familiarizados con el concepto. Desde la infancia y la niñez, nuestros padres (o tutores) actúan como creadores y ejecutores de normas. Durante esta etapa de nuestras vidas, solemos ser castigados con tiempos muertos o con la pérdida de nuestros juguetes favoritos cuando infringimos las normas.

Cuando llegan la preadolescencia y la adolescencia, el sistema escolar nos proporciona las primeras experiencias verdaderamente significativas de castigo por parte de la sociedad. La escuela proporciona un conjunto formal de reglas que no deben romperse y también esboza un conjunto formal de castigos que se ajustan a la intensidad de la mala conducta. Los castigos van desde las detenciones y las suspensiones hasta las expulsiones en toda regla para las peores infracciones. Además, los padres suelen seguir castigando las faltas también a esta edad, pero el castigo toma el lugar de un tiempo fuera y los dispositivos electrónicos son los juguetes que se pierden cuando se rompen las reglas.

La amenaza de castigo por infringir las normas y leyes cívicas entra realmente en vigor durante la adolescencia y la primera etapa de la vida adulta. Los castigos a este nivel pueden significar servicios comunitarios, tiempo en la cárcel o en prisión, programas de rehabilitación obligatorios y fuertes multas. Los adultos saben muy bien lo que puede ocurrir si se encuentran en el lado equivocado de la ley.

En última instancia, de una forma u otra, tenemos que vivir con la amenaza del castigo desde el nacimiento y hasta la muerte. Sin embargo, los castigos no son fundamentalmente negativos. Ayudan a formar nuestra percepción sobre las formas correctas de interactuar con la sociedad y el mundo en general. Hasta cierto punto, son uno de los principales engranajes que hacen girar las ruedas de la civilización. Sin consecuencias, nuestra sociedad sería un caos. La gente se aprovecharía de los demás y, como en los primeros años del siglo XX, seguiría teniendo tendencias violentas. La verdad es que las consecuencias son un componente vital de la psicología social.

Pero ¿qué pasa con el autocastigo? ¿No debería el autocastigo ser también positivo? Se podría argumentar que cada uno de nosotros entiende mejor sus propios pensamientos y acciones. En ese caso, ¿no debería ser extremadamente eficaz el autocastigo? ¿Castigarte a ti mismo por tus malas acciones no debería convertirte en una mejor persona? Sigue leyendo para saber por qué eso no es necesariamente cierto según la psicología social.

Formas de autocastigo

El autocastigo puede ser un acto mental o físico. Los castigos mentales pueden manifestarse como sentimientos de culpa prolongados por experiencias o acciones pasadas. Un ejemplo claro es el sentimiento de culpa del superviviente o cualquier situación en la que alguien asume un nivel irracional de culpa por acciones que escapan a su control. O bien, se desprecia a sí mismo por haber hecho algo malo y se dice a sí mismo que es una mala persona.

Los castigos físicos pueden ir desde simplemente saltarse una comida hasta acciones más directas y severas, como cortarse, quemarse, arrancarse el pelo o golpearse con la intención de sentir dolor. Como puedes ver, el lado físico del autocastigo se solapa con las formas de autolesión.

Creemos que el sufrimiento mejora nuestro carácter

El deseo de ser mejor persona es bastante común. Aunque este objetivo es admirable, a menudo implica cierta angustia emocional: Deseas ser mejor, así que te castigas por no haber mejorado.

Muchas personas ven el dolor (físico o emocional) como una forma de restaurar la integridad y la virtud. Puede que veas el castigo de otra persona como una acción justa y merecida que te absuelve de tus “pecados”.

Someterse al sufrimiento en forma de autocastigo puede parecer una forma igualmente productiva de pagar los errores. Al responsabilizarte a ti mismo cuando nadie más lo hace, muestras remordimiento y restableces tu sentido personal de que no eres, de hecho, una mala persona.

Creemos que nos lo merecemos

Los niños suelen aprender la vergüenza a una edad temprana. Es posible que sientas los primeros síntomas cuando tus padres u otros cuidadores te sugieran que tu comportamiento viola sus expectativas o las normas sociales más generales.

No siempre es fácil separar la vergüenza de la culpa, sobre todo cuando aparecen juntas, pero ésta es una forma útil de verlo: La culpa suele estar relacionada con las acciones, mientras que la vergüenza suele estar relacionada con la identidad propia.

Puedes sentirte culpable después de un error concreto, mientras que la vergüenza describe un sentimiento general de indignidad.

Estos sentimientos de indignidad pueden provocar el autocastigo, incluso si no se puede atribuir a nada específico. Como señalan las investigaciones de 2015, las personas más propensas a la vergüenza tienden a castigarse más fácilmente.

Queremos aliviar la culpa

En algunos casos, puedes dudar en confesar después de un error, creyendo que esto solo causaría más dolor.

Cuando te sientes culpable por pensamientos que no puedes expresar o acciones por las que no puedes disculparte, puedes ver el autocastigo como una forma de redimirte, al menos a tus propios ojos.

En un pequeño estudio del 2010, los participantes a los que se les pidió que recordaran un caso de comportamiento poco ético y luego completaran una tarea dolorosa (dejar la mano en un cubo de agua helada durante todo el tiempo que pudieran) informaron de menos culpa después de su “castigo.”

Otra investigación del 2017 también exploró el vínculo entre la culpa y el autocastigo. Sugirió que las personas que se sentían culpables por guardar secretos a sus parejas románticas a menudo intentaban aliviar esa culpa negándose a sí mismas actividades placenteras o disfrutándolas menos.

Queremos aliviar la culpa autocastigo amor propio

Puede parecer eficaz

El castigo no siempre es la herramienta más eficaz, pero hay veces que puede conducir al crecimiento personal.

Para motivarse

Digamos que te has prometido a ti mismo que te tomarás la tarde para relajarte en la playa después de terminar tu trabajo. Dedicas la mañana a trabajar, pero por alguna razón, no puedes concentrarte y acabas haciendo muy poco.

Cuando llega la tarde, en lugar de ir a la playa, te quedas en casa y haces un nuevo esfuerzo para terminar.

Negarse a sí mismo la excursión planeada le proporciona una segunda oportunidad para hacer lo que necesita y le motiva a mantenerse en la tarea la próxima vez que haya planeado algo divertido.

Para cambiar un comportamiento problemático

El autocastigo también puede animarle a abordar un comportamiento problemático.

Tal vez tú y algunos amigos del trabajo decidáis gastar una broma a un compañero. “Sólo es una diversión inofensiva”, os decís a vosotros mismos, pero la broma realmente molesta a tu compañero de trabajo. Desaparecen en el baño, evitando a todo el mundo durante el resto del día.

Nunca se enteran de que estuviste involucrado, pero aún así quieres reparar el daño. Organizas una entrega anónima de sus caramelos favoritos y les invitas a comer esa misma semana.

La próxima vez que alguien mencione una broma, recuerdas la vergüenza de tu compañero de trabajo y te niegas a participar.

Se cobra un peaje

Aunque algunas formas de autocastigo pueden ser útiles, el problema es que pueden convertirse fácilmente en un ciclo perjudicial del que es difícil salir.

En lugar de perdonarse a sí mismo por los errores humanos normales, puede empezar a fijarse en los pequeños deslices, ofreciendo un juicio poco amable en lugar de un “lo haré mejor la próxima vez”.

Inquebrantable es un programa personal en el que vas a aprender a mejorar la relación contigo que impactará positivamente en tus relaciones.

Emprenderás un viaje hacia tu interior con apoyo de herramientas, videos y ejercicios que te permitirán conectar contigo mismo.

Este programa te permitirá:

• Cultivar tu amor propio.

• Identificar los pensamientos que te limitan.

• Sentirte en paz y tranquilo (a) contigo (a) mismo (a).

• Desarrollar un diálogo interno amoroso.

• Valorar a tu cuerpo.

• Reconocer que eres merecedor (a) de todo lo bueno en la vida.

• Aprender la importancia de dedicarte tiempo y espacio para ti mismo (a).

• Conectar con tu niño (a) interior.

• Responsabilizarte de cubrir tus propias necesidades.

• Tener una mejor relación contigo mismo (a) y con las personas que te rodean.

• Liberarte de la autocrítica.

¿Por qué se debe dejar de autocastigarse?

No siempre se resuelve el problema

Digamos que te sientes culpable porque has mentido a alguien o has hecho algo que quieres mantener en secreto. Castigarse a sí mismo puede reducir la culpa y ayudarle a sentirse mejor. Sin embargo, no resuelve el verdadero problema: lo que estás ocultando.

En el futuro, es posible que vuelvas a mentir para mantener el engaño. Esta mentira crea más culpabilidad, que puedes intentar resolver con más autocastigo. Un ciclo bastante desagradable, por no decir otra cosa.

Puede crear más angustia

Piensa en tu viaje cancelado a la playa. Si te pasas la tarde criticándote a ti mismo por tu distracción anterior, es posible que sigas luchando por terminar tu trabajo.

Al final del día, te sientes bastante mal. Te has perdido algo que te hacía mucha ilusión y todavía tienes mucho trabajo que terminar.

El discurso negativo que se repite en tu cabeza también te hace sentir que no puedes hacer nada bien.

En lugar de proponerte volver a intentarlo mañana, decides que no te mereces ninguna recompensa y te dedicas a trabajar.

Este patrón probablemente te dejará agotado y quemado, lo que puede tener un efecto mucho mayor en tu trabajo que una tarde en la playa.

Dónde poner el límite

¿No estás seguro de si tu enfoque del autocastigo se sitúa más en la categoría de la motivación para la superación personal o en la de lo inútil y potencialmente perjudicial?

A veces esto puede resultar un poco difícil, pero hacerse estas preguntas puede ayudar:

¿Es este comportamiento constructivo? ¿Lo que estás haciendo te ayudará realmente a mejorar o sólo te hará sentir peor?

¿Qué me impide enmendar mi error en persona? En general, confesar tu error suele ser lo mejor, si tienes esa opción.

¿Este comportamiento contribuirá a un daño duradero? La autoconversación negativa, las autolesiones, el ejercicio excesivo y saltarse las comidas son formas de autocastigo que pueden tener efectos duraderos en la salud emocional y física.

¿Este comportamiento sustituye al autocuidado saludable? Los castigos que impiden cuidar de uno mismo nunca son útiles. Trabajar hasta altas horas de la noche, por ejemplo, puede parecer una buena forma de compensar la distracción, pero esto puede interrumpir rápidamente el sueño y afectar a la salud.

Cómo cambiar hacia la autocompasión

El autocastigo puede ayudar a aliviar el sentimiento de culpa después de hacer algo de lo que no se siente orgulloso. Pero puede que no sirva de mucho para mejorar tus sentimientos generales sobre ti mismo, especialmente si también tienes sentimientos de vergüenza y baja autoestima.

Afortunadamente, la autocompasión ofrece una alternativa beneficiosa. No sólo te ayuda a sentirte más cómodo con la idea de que los errores son simplemente parte del ser humano, sino que también te ayuda a aprender a quererte a ti mismo independientemente de tus defectos percibidos.

La autocompasión también puede ayudar a aliviar incluso el dolor que se ha mantenido durante mucho tiempo y fomentar la autoestima, haciendo que sea más fácil tratarse a uno mismo con amor y amabilidad. Con el tiempo, una mayor autoestima puede mejorar tu fe en tu capacidad para lograr un cambio positivo.

Como cambiar hacia la autocompasion autocastigo amor propio

Practicar el autoperdón

Es fácil aferrarse a la autoculpabilidad después de cometer un error. Si no te sientes merecedor del perdón, puede que te cueste dejar atrás tu error.

Intenta tener en cuenta que la vida implica errores ocasionales y que te mereces la oportunidad de volver a intentarlo (y otra vez, y otra vez, si es necesario) para demostrarte a ti mismo que puedes hacerlo mejor.

Reencuadrar los errores como oportunidades de crecimiento, en lugar de como fracasos, también puede facilitar la práctica del perdón hacia uno mismo.

Sólo puedes dar lo mejor de ti mismo. Incluso si lo mejor que puedes hacer no está a la altura de lo que imaginas, puedes utilizar lo que has aprendido para guiar tus decisiones en el futuro.

Recompénsate a ti mismo

La mayoría de las personas son bastante buenas recompensándose a sí mismas cuando creen que han hecho algo bien, pero a veces la autocompasión implica recompensarse incluso cuando crees que has hecho algo mal.

La próxima vez que te sientas culpable por distraerte en el trabajo, pregúntate si tu falta de concentración significa que realmente necesitas un descanso.

Un viaje a la playa puede parecer un capricho, pero el ejercicio, el sol y el tiempo en la naturaleza que implica también pueden ayudar a mejorar tu estado de ánimo, aumentando potencialmente la productividad.

Tratarse a sí mismo con amabilidad hace que sea más fácil reconocer y respetar sus necesidades en lugar de castigarse por tenerlas.

Hazlo un hábito

Puede llevar algún tiempo cogerle el tranquillo a la autocompasión, pero normalmente notará que le resulta más fácil con la práctica.

  • Desarrolla tus habilidades de autocompasión.
  • Practicando afirmaciones.
  • Llevando un diario.
  • Probando la meditación de bondad amorosa.
  • Dedicando tiempo a la relajación y al autocuidado.

Cómo puede ayudar la terapia

Un patrón de autocastigo de larga duración puede ser difícil de superar en solitario, sobre todo si está relacionado con la vergüenza, la indignidad o la dificultad para perdonarse a sí mismo.

Si el sentimiento de culpa le causa un gran malestar emocional, afecta a sus relaciones o le impide disfrutar de la vida, el apoyo profesional puede suponer una gran diferencia.

  • La terapia proporciona un espacio seguro para abordar.
  • Los recuerdos que desencadenan la culpa y la vergüenza.
  • Las autolesiones y otros comportamientos de autocastigo que no ayudan.
  • La autoconversación negativa.

Un terapeuta puede ayudarle a explorar enfoques más saludables para gestionar y resolver el sentimiento de culpa, incluyendo la autocompasión y la resiliencia.

Cuando tu crítico más duro eres tú mismo, el autocastigo puede parecer el mejor camino hacia la expiación. Sin embargo, por lo general, la ruta compasiva resulta en un viaje más productivo.

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