Aprender sobre las emociones después de una pérdida puede ayudarnos a sanar.
Cuando perdemos a un ser querido, el dolor que experimentamos puede resultar insoportable. Es comprensible que el duelo sea complicado y que a veces nos preguntemos si el dolor terminará alguna vez. Pasamos por una serie de experiencias emocionales como la ira, la confusión y la tristeza.
Las etapas del duelo
Una teoría desarrollada por la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross sugiere que pasamos por cinco etapas distintas de duelo tras la pérdida de un ser querido: Negación, ira, negociación, depresión y, finalmente, aceptación.
Negación
La primera etapa de esta teoría, la negación, nos ayuda a minimizar el dolor abrumador de la pérdida. Mientras procesamos la realidad de nuestra pérdida, también intentamos sobrevivir al dolor emocional. Puede ser difícil creer que hemos perdido a una persona importante en nuestras vidas, especialmente cuando podemos haber hablado con esta persona la semana anterior o incluso el día anterior.
Nuestra realidad ha cambiado completamente en este momento de pérdida. Nuestra mente puede tardar en adaptarse a esta nueva realidad. Estamos reflexionando sobre las experiencias que hemos compartido con la persona que hemos perdido, y puede que nos preguntemos cómo seguir adelante en la vida sin esta persona.
Hay mucha información que explorar y muchas imágenes dolorosas que procesar. La negación intenta ralentizar este proceso y llevarnos paso a paso, en lugar de arriesgarnos a sentirnos abrumados por nuestras emociones.
La negación no es sólo un intento de fingir que la pérdida no existe. También intentamos asimilar y comprender lo que está ocurriendo.
Ira
Es habitual experimentar ira tras la pérdida de un ser querido. Estamos tratando de adaptarnos a una nueva realidad y es probable que experimentemos un malestar emocional extremo. Hay tanto que procesar que la ira puede parecer que nos permite una salida emocional.
Hay que tener en cuenta que la ira no requiere que seamos muy vulnerables. Sin embargo, tiende a ser más aceptable socialmente que admitir que tenemos miedo. La ira nos permite expresar las emociones con menos miedo a ser juzgados o rechazados.
Por desgracia, la ira tiende a ser lo primero que sentimos cuando empezamos a liberar las emociones relacionadas con la pérdida. Esto puede hacer que nos sintamos aislados en nuestra experiencia y que los demás nos perciban como inaccesibles en momentos en los que podríamos beneficiarnos del consuelo, la conexión y la tranquilidad.
Negociación
Cuando se afronta una pérdida, no es raro sentirse tan desesperado que se está dispuesto a hacer casi cualquier cosa para aliviar o minimizar el dolor. La pérdida de un ser querido puede hacer que consideremos cualquier forma de evitar el dolor actual o el dolor que anticipamos por la pérdida. Hay muchas maneras de intentar negociar.
El regateo puede venir en una variedad de promesas incluyendo:
- “Dios, si puedes curar a esta persona, daré un giro a mi vida”.
- “Prometo ser mejor si dejas vivir a esta persona”.
- “No volveré a enfadarme si puedes evitar que se muera o me abandone”.
Cuando se empieza a negociar, a menudo estamos dirigiendo nuestras peticiones a un poder superior, o a algo más grande que nosotros que puede ser capaz de influir en un resultado diferente. Hay una conciencia aguda de nuestra humanidad en estos momentos, cuando nos damos cuenta de que no podemos hacer nada para influir en el cambio o en un resultado final mejor.
Este sentimiento de impotencia puede hacer que reaccionemos como protesta regateando, lo que nos da una sensación de control sobre algo que se siente tan fuera de control. Mientras negociamos, también tendemos a centrarnos en nuestros defectos o arrepentimientos personales. Es posible que recordemos nuestras interacciones con la persona a la que estamos perdiendo y que nos fijemos en todas las veces que nos sentimos desconectados o que le hemos causado dolor.
Es habitual recordar momentos en los que hemos dicho cosas que no queríamos, y desearíamos poder volver atrás y comportarnos de forma diferente. También tendemos a hacer la suposición drástica de que, si las cosas hubieran sido diferentes, no estaríamos en un lugar tan doloroso emocionalmente en nuestras vidas.
Depresión
Durante nuestra experiencia de procesar el duelo, llega un momento en que nuestra imaginación se calma y empezamos a ver lentamente la realidad de nuestra situación actual. El regateo deja de ser una opción y nos enfrentamos a lo que está sucediendo.
Empezamos a sentir la pérdida de nuestro ser querido con mayor intensidad. A medida que nuestro pánico empieza a remitir, la niebla emocional comienza a despejarse y la pérdida se siente más presente e inevitable.
En esos momentos, tendemos a encerrarnos en nosotros mismos a medida que aumenta la tristeza. Es posible que nos encontremos retraídos, menos sociables y que nos acerquemos menos a los demás para contarles lo que estamos pasando. Aunque se trata de una etapa muy natural del duelo, lidiar con la depresión tras la pérdida de un ser querido puede ser extremadamente aislante.
Aceptación
Cuando llegamos a un lugar de aceptación, no es que ya no sintamos el dolor de la pérdida. Sin embargo, ya no nos resistimos a la realidad de nuestra situación y no luchamos por hacerla diferente.
La tristeza y el arrepentimiento pueden seguir estando presentes en esta fase, pero es menos probable que aparezcan las tácticas de supervivencia emocional de la negación, la negociación y la ira.
Tipos de duelo
Al considerar las cinco etapas del duelo, es importante tener en cuenta que las personas hacen el duelo de manera diferente y usted puede o no pasar por cada una de estas etapas, o experimentar cada una de ellas en orden. Las líneas de estas etapas son a menudo borrosas: Podemos pasar de una etapa a otra y posiblemente volver a ella antes de pasar completamente a una nueva etapa.
Además, no se sugiere un periodo de tiempo específico para ninguna de estas etapas. Alguien puede experimentar las etapas con bastante rapidez, por ejemplo, en cuestión de semanas, mientras que otra persona puede tardar meses o incluso años en llegar a un lugar de aceptación. El tiempo que te lleve pasar por estas etapas es perfectamente normal.
Tu dolor es único para ti, tu relación con la persona que has perdido es única y el proceso emocional puede ser diferente para cada persona. Es aceptable que te tomes el tiempo que necesites y que elimines cualquier expectativa de cómo deberías actuar mientras procesas tu dolor.
La teoría del apego y el duelo
El legendario psicólogo John Bowlby centró su trabajo en la investigación del apego emocional entre padres e hijos. Desde su punto de vista, estas experiencias tempranas de apego con personas importantes en nuestras vidas, como los cuidadores, ayudan a dar forma a nuestro sentido de seguridad, protección y conexiones.
El psiquiatra británico Colin Murray Parkes desarrolló un modelo de duelo basado en la teoría del apego de Bowlby, sugiriendo que hay cuatro fases de duelo cuando se experimenta la pérdida de un ser querido:
Conmoción y adormecimiento
La pérdida en esta fase se siente imposible de aceptar. Muy relacionada con la etapa de negación de Kübler-Ross, nos sentimos abrumados al tratar de hacer frente a nuestras emociones. Parkes sugiere que en esta fase también se experimenta angustia física, que puede dar lugar a síntomas somáticos (físicos).
Anhelo y búsqueda
Al procesar la pérdida en esta fase, podemos empezar a buscar consuelo para llenar el vacío que ha dejado nuestro ser querido. Podemos intentar hacerlo reviviendo recuerdos a través de imágenes y buscando señales de la persona para sentirnos conectados a ella. En esta fase, nos preocupamos mucho por la persona que hemos perdido.
Desesperación y desorganización
En esta fase podemos cuestionarnos y sentirnos enfadados. La comprensión de que nuestro ser querido no va a volver se siente como algo real, y nos puede costar entender o encontrar esperanza en nuestro futuro. Podemos sentirnos un poco sin rumbo en esta fase y descubrir que nos retiramos de los demás mientras procesamos nuestro dolor.
Reorganización y recuperación
En esta fase, nos sentimos más esperanzados de que nuestros corazones y mentes puedan ser restaurados. Al igual que en la etapa de aceptación de Kübler-Ross, la tristeza o la añoranza por nuestro ser querido no desaparece. Sin embargo, avanzamos hacia la curación y volvemos a conectar con otros para obtener apoyo, encontrando pequeñas formas de restablecer cierta normalidad en nuestra vida cotidiana.
Cómo ayudar cuando otros están de duelo
Puede ser muy difícil saber qué decir o hacer cuando alguien ha experimentado una pérdida. Hacemos todo lo posible para ofrecer consuelo, pero a veces nuestros mejores esfuerzos pueden parecer inadecuados e inútiles.
He aquí algunos consejos para tener en cuenta:
Evite rescatar o arreglar. Recuerde que la persona que está de duelo no necesita que la arreglen. En un intento de ayudar, podemos ofrecer comentarios edificantes y esperanzadores, o incluso humor, para tratar de aliviar su dolor. Aunque la intención es buena, este enfoque puede dejar a las personas con la sensación de que su dolor no es visto, escuchado o válido.
No hay que forzar
Puede que deseemos tanto ayudar y que la persona se sienta mejor, que creamos que empujarla a hablar y procesar sus emociones antes de que esté realmente preparada la ayudará más rápidamente. Esto no es necesariamente cierto, y de hecho puede ser un obstáculo para su curación.
Hazte accesible
Ofrezca un espacio para que la gente se aflija. Esto permite que la persona sepa que estamos disponibles cuando esté preparada. Podemos invitarles a hablar con nosotros, pero recuerda proporcionarles comprensión y validación si todavía no están preparados. Recuérdales que estás ahí y que no duden en acudir a ti.
Hay muchas señales que nos indican cuando alguien está
pasando por un proceso de duelo. Estas señales se dividen
en varias etapas:
1.- Aceptar la realidad de la pérdida.
2.- Expresar emociones.
3.- Adaptarse a la vida ante la pérdida.
4.- Aprender de la pérdida y continuar la vida.
¿Qué es la terapia de duelo?
La terapia de duelo, también conocida como asesoramiento sobre el dolor, se refiere a la terapia ofrecida a quienes han sufrido la pérdida de un ser querido y están atravesando el proceso de duelo.
El proceso de duelo puede implicar una serie de emociones diferentes, como la tristeza, la ira, la culpa y el arrepentimiento, y es útil tener un profesional que le acompañe en las etapas de este proceso.
Un terapeuta de duelo puede ayudarle a adaptarse a la vida sin su ser querido, a superar el sentimiento de culpa por las cosas que desearía haber hecho de otra manera y a compartir sentimientos que, de otro modo, no tendría con quién compartir.
El proceso de duelo puede ser un momento confuso y la terapia de duelo está ahí para ayudarle a darle sentido a todo.
Qué ocurre durante la terapia de duelo
Durante la terapia de duelo, es de esperar que participe en alguna o algunas de las siguientes tareas terapéuticas. Su terapeuta también puede pedirle que realice otras tareas dependiendo de su situación específica.
- Describir la muerte de su ser querido y sus sentimientos y emociones sobre el acontecimiento.
- Hablar de cualquier sentimiento de culpa que tenga relacionado con la muerte o con los acontecimientos que la rodean.
- Dar sentido a su situación y cómo seguir adelante con su vida.
- Elaborar un plan para su vida cotidiana si ésta se ha visto muy alterada por la muerte de su ser querido.
- Conocer las herramientas y técnicas que puede utilizar para empezar a sentirse mejor en el momento.
- Hablar con tu terapeuta en un espacio privado en el que puedas expresarte plenamente y no te preocupes por ser juzgado.
Beneficios de la terapia de duelo
¿Tiene curiosidad por conocer los beneficios de la terapia de duelo o por qué querría participar en ella? A continuación, encontrará algunas razones para considerar la terapia de duelo si está luchando con su dolor:
Aprender habilidades de afrontamiento. La terapia de duelo puede ayudarle a atravesar uno de los peores momentos de su vida para aprender nuevas formas de afrontamiento y hacer crecer su fuerza mental ante la adversidad.
Exprese sus emociones
Ya sea que esté experimentando una pérdida inmediata o una de hace años, la terapia de duelo puede ayudarle a expresar sus emociones y a sentirse mejor incluso mucho tiempo después del trauma original.
Comprender su dolor
Este tipo de terapia le ayuda a comprender su dolor y lo que puede esperar a medida que avanza por las distintas etapas del proceso de duelo (por ejemplo, negación, ira, negociación, depresión y aceptación).
Recuperar el sentido de sí mismo
La terapia de duelo puede ayudarle a desarrollar una nueva identidad sin su ser querido, desplazando su atención a otras áreas de su vida o a otros papeles que desempeña (por ejemplo, un viudo podría centrarse en reunirse con amigos si solía pasar todos los días con su cónyuge).
Afronte las emociones difíciles
Si se encuentra en pleno proceso de duelo, la terapia de duelo puede ayudarle a superar el dolor y las emociones que está experimentando en ese momento.
Recordar a su ser querido de forma saludable
Este tipo de terapia puede ayudarle a mantener la conexión con su ser querido y a la vez seguir adelante con su vida. Esto es importante para que puedas sentirte bien con la forma en que recuerdas a esa persona.
Habilidades de gestión de la vida
La terapia de duelo puede ayudarle a gestionar los cambios en su rutina y a adaptarse a su nueva vida sin su ser querido. Durante esta época tumultuosa, tener a alguien que le ayude a superar estos cambios puede ser importante.
Aspectos de la terapia de duelo
Si está considerando la posibilidad de realizar una terapia de duelo o tiene una cita próxima, es posible que se pregunte qué puede esperar o por qué le resultaría útil asistir. A continuación, se presentan algunos de los diferentes aspectos de la terapia de duelo que puede trabajar con su terapeuta, para ayudarle a entender mejor el proceso.
Cómo ponerse en contacto con sus sentimientos
Un terapeuta de duelo puede ayudarle a ponerse en contacto con sus emociones y a expresarlas en un espacio seguro. Esto puede ser especialmente útil si no tienes a nadie con quien hablar o no te sientes cómodo expresando esos sentimientos a tus amigos o familiares.
Un terapeuta puede escuchar sin ofrecer consejos y ayudarle a sentir que sus sentimientos son válidos.
Aceptar la pérdida
Si se siente desconectado o insensible, la terapia de duelo puede ayudarle a aceptar la realidad de la pérdida de su ser querido. Esto puede ser especialmente importante si tiende a cerrar sus emociones o a afrontar la situación sin pensar en ella.
Trabajar el trauma
Si fue testigo de la muerte de su ser querido o hubo algún otro aspecto traumático de su pérdida, la terapia de duelo puede ayudarle a procesar el trauma.
Durante la terapia, describirás lo que presenciaste, hablarás de cómo te hizo sentir y aprenderás a seguir adelante con el apoyo de tu terapeuta.
Puede ser útil hacerlo en presencia de un terapeuta que pueda ofrecerle empatía y apoyo.
Cómo superar el sentimiento de culpa
Si tiene sentimientos de culpa por las cosas que debería haber hecho o por cómo las cosas podrían haber ido de otra manera, un terapeuta de duelo puede ayudarle a trabajar estos sentimientos.
Un terapeuta podría ayudarle a ver que vivir su mejor vida es más importante que aferrarse a la culpa por cosas que no puede cambiar.
Cómo afrontar la vida cotidiana
Si su vida cotidiana se ve alterada porque ha perdido a alguien que estaba a su lado todos los días, un terapeuta especializado en duelo puede ayudarle a organizar su vida y a encontrar nuevas formas de funcionar para hacer frente a estos problemas.
Por ejemplo, si su cónyuge manejaba el presupuesto o se encargaba de la cocina o la limpieza, entonces tendrá que encontrar una nueva forma de hacer esas cosas. Un terapeuta puede ayudarle a hacer estos planes.
Construir un sistema de apoyo
Un terapeuta de duelo puede ayudarle a crear un sistema de apoyo poniéndole en contacto con recursos comunitarios o grupos de apoyo que le ofrezcan ayuda.
Esto es especialmente importante si no sabe a dónde acudir en busca de ayuda en su comunidad o no está seguro de qué servicios de apoyo tiene a su disposición.
Comprobación de la depresión
Un terapeuta de duelo también le hará preguntas para determinar si puede estar viviendo con síntomas potencialmente tratables de un trastorno depresivo.
Diario
Su terapeuta de duelo puede darle herramientas que le durarán mucho tiempo después de terminar la terapia, como llevar un diario sobre sus emociones y luchas diarias, escribir sobre los recuerdos y trabajar los problemas a través de la escritura.
Otra forma de llevar un diario sería escribir una carta a la persona fallecida para contarle cómo se siente al perderla o cómo es su vida ahora que ya no está.
Recomendaciones de libros
Un terapeuta de duelo también puede recomendar buenos libros para leer sobre el proceso de duelo, de modo que pueda entender qué esperar y que sus sentimientos son normales.
Por ejemplo, puede recomendarle que lea un libro sobre cómo superar el sentimiento de culpa, si éste es el problema concreto al que se enfrenta.
Terapia artística
Algunos terapeutas de duelo también practican la terapia artística. La terapia artística para el duelo puede incluir la creación de un libro de recuerdos, la realización de un proyecto de artesanía o la creación de otro tipo de arte para recordar a su ser querido.
La terapia de arte es también una forma de practicar la relajación, que puede ser útil si también está experimentando ansiedad.
Asuntos no resueltos
¿Siente que tiene asuntos sin resolver relacionados con la muerte de su ser querido?
Por ejemplo, tal vez estabas en medio de una discusión en el momento de su muerte. Durante la terapia de duelo, tendrás la oportunidad de resolver estos problemas mediante procesos como la técnica de la silla vacía u otros escenarios de juego de roles.
Esto te da la oportunidad de hablar con tu ser querido como si todavía estuviera aquí.
Rituales de recuerdo
Un terapeuta de duelo también puede ayudarle a organizar “rituales de recuerdo” como forma de honrar a su ser querido. Esto incluye la realización de una actividad específica (por ejemplo, un proyecto de terapia artística) o la reserva de un momento concreto del mes o del año en el que se dedicará a recordar.
Esto es mejor que dejar de lado los recuerdos cuando surgen porque teme verse abrumado por las emociones y no dedicar nunca tiempo a recordar a su ser querido.