La sabiduría convencional (y la investigación) dice que una buena comunicación puede mejorar las relaciones, aumentando la intimidad, la confianza y el apoyo. Lo contrario también es cierto: Una mala comunicación puede debilitar los vínculos, creando estrés, desconfianza e incluso desprecio.
Dado que los conflictos son prácticamente inevitables en las relaciones (y no son necesariamente un signo de problemas), puede reducir una cantidad significativa de estrés y fortalecer sus relaciones al mismo tiempo si adquiere los conocimientos y las habilidades necesarias para manejar los conflictos de manera saludable. A continuación, se presentan algunos ejemplos de actitudes y patrones de comunicación negativos e incluso destructivos que pueden exacerbar los conflictos en una relación.
El conflicto en una relación es prácticamente inevitable. En sí mismo, el conflicto no es un problema; sin embargo, la forma en que se maneja puede unir o separar a las personas. Las malas habilidades de comunicación, los desacuerdos y los malentendidos pueden ser una fuente de ira y distanciamiento o un trampolín hacia una relación más fuerte y un futuro más feliz.
A veces es tentador sacar a relucir conflictos pasados aparentemente relacionados cuando se trata de los actuales. Parece relevante abordar todo lo que te molesta a la vez y hacer que se hable de todo mientras ya estás lidiando con un conflicto.
Por desgracia, esto suele enturbiar la cuestión y hace que sea menos probable encontrar un entendimiento mutuo y una solución al problema actual, y hace que toda la discusión sea más agotadora e incluso confusa. Intenta no sacar a relucir heridas del pasado u otros temas. Concéntrate en el presente, en tus sentimientos, en comprender al otro y en encontrar una solución.
Practicar la meditación de atención plena puede ayudarte a aprender a estar más presente en todos los ámbitos de tu vida.
Evitar el conflicto por completo
En lugar de hablar de las frustraciones que surgen de una manera tranquila y respetuosa, algunas personas simplemente no dicen nada a su pareja hasta que están listas para explotar, y entonces lo sueltan de una manera enojada e hiriente. Esto parece ser el camino menos estresante -evitar una discusión por completo-, pero suele causar más estrés a ambas partes, ya que las tensiones aumentan, los resentimientos se agravan y finalmente se produce una discusión mucho más grande.
Es mucho más saludable abordar y resolver el conflicto. Estas habilidades de comunicación asertiva pueden ayudarte a decir las cosas de forma que sea más probable que te escuchen, sin faltar al respeto a la otra persona.
Estar a la defensiva
En lugar de abordar las quejas de su pareja con una mirada objetiva y con la voluntad de comprender el punto de vista de la otra persona, las personas a la defensiva niegan firmemente cualquier maldad y se esfuerzan por evitar la posibilidad de que puedan estar contribuyendo a un problema.
Negar la responsabilidad puede parecer que alivia el estrés a corto plazo, pero crea problemas a largo plazo cuando la pareja no se siente escuchada y los conflictos no resueltos siguen creciendo.
Generalizando en exceso
Cuando ocurre algo que no les gusta, algunos lo exageran haciendo generalizaciones. Evita empezar las frases con “Siempre” y “Nunca”, como en “¡Siempre llegas tarde a casa!” o “¡Nunca haces lo que yo quiero!”. Párate a pensar si esto es realmente cierto o no.
Además, no saques a relucir conflictos pasados para desviar la discusión y suscitar más negatividad. Esto se interpone en el camino de la verdadera resolución de conflictos y aumenta el nivel de los mismos.
A veces no somos conscientes de las formas en que la mente puede exagerar las cosas. Esta lista de distorsiones cognitivas comunes puede interponerse en el camino de las relaciones saludables con los demás y puede exacerbar los niveles de estrés. Comprueba cuáles te resultan familiares.
Tener la razón
Es perjudicial decidir que hay una forma “correcta” de ver las cosas y una forma “incorrecta” de verlas y que tu forma de verlas es la correcta. No exijas a tu pareja que vea las cosas de la misma manera y no te tomes como un ataque personal si tiene una opinión diferente. Busca un compromiso o acuerda no estar de acuerdo, y recuerda que no siempre hay un “bien” o un “mal”, y que dos puntos de vista pueden ser válidos.
“Psicoanalizar” / leer la mente
En lugar de preguntarse por los pensamientos y sentimientos de su pareja, la gente a veces decide que “sabe” lo que piensa y siente su pareja basándose sólo en interpretaciones erróneas de sus acciones, y siempre asume que es negativo. Por ejemplo, decidir que una pareja que llega tarde no se preocupa lo suficiente como para llegar a tiempo, o que una pareja cansada se niega a tener sexo por pasividad-agresividad. Esto crea hostilidad y malentendidos.
Es importante tener en cuenta que todos tenemos una perspectiva única, y esforzarse por no asumir nada; escuchar realmente a la otra persona y dejar que explique de dónde viene.
Olvidarse de escuchar
Algunas personas interrumpen, ponen los ojos en blanco y ensayan lo que van a decir a continuación en lugar de escuchar de verdad e intentar comprender a su interlocutor. Esto te impide ver su punto de vista, y hace que tu pareja no quiera ver el tuyo. No subestimes la importancia de escuchar de verdad y empatizar con la otra persona. Es importante tener en cuenta estas habilidades de escucha.
Jugar al juego de la culpa
Algunas personas manejan los conflictos criticando y culpando a la otra persona de la situación. Consideran que admitir cualquier debilidad por su parte es un debilitamiento de su credibilidad, y lo evitan a toda costa, e incluso intentan avergonzarlos por ser “culpables”.
En su lugar, intenta ver el conflicto como una oportunidad para analizar la situación de forma objetiva, evaluar las necesidades de ambas partes y llegar a una solución que les ayude a ambos.
Intentar “ganar” la discusión
Me encanta cuando el Dr. Phil dice que, si la gente se centra en “ganar” la discusión, ¡la relación pierde! El objetivo de una discusión en la relación debería ser el entendimiento mutuo y llegar a un acuerdo o resolución que respete las necesidades de todos. Si estás argumentando lo equivocada que está la otra persona, descontando sus sentimientos y quedándote estancado en tu punto de vista, ¡estás enfocado en la dirección equivocada!
Ataques al carácter
A veces la gente toma cualquier acción negativa de su pareja y la convierte en un defecto de personalidad. Por ejemplo, si un marido deja los calcetines tirados por ahí, mirarlo como un defecto de carácter y etiquetarlo como “desconsiderado y perezoso”, o, si una mujer quiere discutir un problema de la relación, etiquetarla como “necesitada”, “controladora” o “demasiado exigente”.
Etiquetar crea percepciones negativas en ambas partes. Recuerda que debes respetar a la persona, aunque no te guste su comportamiento.
Evasión
Cuando uno de los miembros de la pareja quiere hablar de los problemas de la relación, a veces la gente se pone a la defensiva o se niega a hablar o a escuchar a su pareja. Esto demuestra falta de respeto y, en ciertas situaciones, incluso desprecio, al tiempo que deja que el conflicto subyacente crezca.
La evasión no resuelve nada, sino que crea resentimientos y daña las relaciones. Es mucho mejor escuchar y discutir de manera respetuosa.
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Aprenda a comunicarse de forma asertiva con sencillos pasos
La comunicación asertiva puede fortalecer sus relaciones reduciendo el estrés provocado por los conflictos y proporcionándole apoyo social cuando se enfrenta a momentos difíciles. Un “no” educado, pero asertivo a las peticiones excesivas de los demás le permitirá evitar la sobrecarga de su agenda y promover el equilibrio en su vida.
La comprensión de la comunicación asertiva también puede ayudarle a manejar más fácilmente a familiares, amigos y compañeros de trabajo difíciles, reduciendo el drama y el estrés. En última instancia, la comunicación asertiva le permite establecer los límites necesarios que le permiten satisfacer sus necesidades en las relaciones sin alienar a los demás y sin dejar que el resentimiento y la ira se cuelen.
Esto te ayuda a tener lo que necesitas en las relaciones al tiempo que permites que tus seres queridos tengan también sus necesidades cubiertas. Aunque muchas personas equiparan la comunicación asertiva con el conflicto y la confrontación, en realidad la asertividad permite a las personas estar más cerca.
La comunicación asertiva requiere práctica. Mucha gente confunde la asertividad con la agresividad, pero la asertividad es en realidad el término medio equilibrado entre la agresividad y la pasividad. La agresividad lleva a herir los sentimientos y a fracturar las relaciones. La pasividad lleva al estrés y al resentimiento, y a veces incluso a arremeter.
Mejore su estilo de comunicación
Aprender a hablar de forma asertiva le permite respetar las necesidades y los derechos de todos -incluidos los suyos- y mantener los límites en las relaciones al tiempo que ayuda a los demás a sentirse respetados. Estos pasos pueden ayudarle a desarrollar este estilo de comunicación saludable (y aliviar el estrés en su vida en el proceso).
Sea realista sobre lo que no le gusta
Cuando te dirijas a alguien para hablarle de un comportamiento que te gustaría que cambiara, limítate a las descripciones objetivas de lo que ha hecho, en lugar de utilizar etiquetas negativas o palabras que transmitan juicios. Por ejemplo:
Situación: Tu amigo, que habitualmente llega tarde, se ha presentado 20 minutos tarde a una cita para comer.
- Respuesta inadecuada (agresiva): “¡Qué maleducado eres! Siempre llegas tarde”.
- Comunicación asertiva: “Habíamos quedado a las 11:30, pero ahora son las 11:50”.
No asumas que sabes cuáles son los motivos de la otra persona, especialmente si crees que son negativos. En esta situación, no asumas que tu amigo ha llegado tarde deliberadamente porque no quería venir o porque valora más su propio tiempo que el tuyo.
No juzgue ni exagere
Ser realista sobre lo que no te gusta del comportamiento de alguien, sin dramatizar ni juzgar, es un comienzo importante. Lo mismo ocurre al describir los efectos de su comportamiento. No exageres, etiquetes o juzgues; sólo describe:
- Respuesta inadecuada: “Ahora, el almuerzo está arruinado”.
- Comunicación asertiva: “Ahora tengo menos tiempo para almorzar porque tengo que volver al trabajo a la 1”.
El lenguaje corporal y el tono de voz son importantes en la comunicación asertiva. Deja que el tuyo refleje tu confianza: Póngase de pie, mantenga el contacto visual y relájese. Utiliza un tono firme pero agradable.
Utilice los mensajes “yo”.
Cuando empiezas una frase con “Tú…”, parece un juicio o un ataque y pone a la gente a la defensiva. Si empiezas con “yo”, te centras más en cómo te sientes y cómo te afecta su comportamiento.
Además, muestra más propiedad de tus reacciones y menos culpa. Esto ayuda a minimizar la actitud defensiva de la otra persona, a modelar el acto de asumir la responsabilidad y a que ambos avancen hacia un cambio positivo. Por ejemplo:
- Mensaje tuyo: “¡Tienes que dejar de hacer eso!”.
- Yo Mensaje: “Me gustaría que dejaras de hacer eso”.
En una discusión, no olvides escuchar y hacer preguntas. Es importante entender el punto de vista de la otra persona.
Ponerlo todo junto
He aquí una gran fórmula que lo pone todo junto:
- “Cuando tú (su comportamiento), yo siento (tus sentimientos)”.
Cuando se utiliza con afirmaciones objetivas, en lugar de juicios o etiquetas, esta fórmula proporciona una forma directa, no ofensiva y más responsable de hacer saber a las personas cómo te afecta su comportamiento. Por ejemplo: “Cuando gritas, me siento atacado”.
Enumera el comportamiento, los resultados y los sentimientos.
Una variante más avanzada de esta fórmula incluye los resultados de su comportamiento (de nuevo, puestos en términos fácticos), y tiene el siguiente aspecto:
- “Cuando tú (su comportamiento), entonces (resultados de su comportamiento), y yo siento (cómo te sientes)”.
Por ejemplo: “Cuando llegas tarde, tengo que esperar y me siento frustrado”.
- “Cuando les dices a los niños que pueden hacer algo que yo ya he prohibido, me quitan parte de mi autoridad como padre, y me siento menoscabado”.
Intenta pensar en que todos salgan ganando: Busca un compromiso o una forma de que ambos satisfagan sus necesidades. En el caso del amigo que siempre llega tarde, tal vez un lugar de encuentro diferente le ayude a llegar a tiempo. O puedes optar por hacer planes sólo en momentos en los que tu agenda esté más despejada y sus retrasos no te causen tanto estrés.