¿Por qué gritan los padres?

La respuesta corta es porque nos sentimos agobiados o enfadados, lo que nos hace levantar la voz. Pero eso rara vez resuelve la situación. Puede calmar a los niños y hacer que sean obedientes durante un tiempo, pero no les hará corregir su comportamiento o sus actitudes.

En definitiva, les enseña a temerte en lugar de entender las consecuencias de sus actos.

Los niños dependen de sus padres para aprender. Si la ira y la agresividad asociada, como los gritos, forman parte de lo que un niño percibe como “normal” en su familia, su comportamiento lo reflejará.

La autora y educadora de padres Laura Markham, tiene un mensaje directo: Su trabajo número uno como padre, después de garantizar la seguridad de sus hijos, es gestionar sus propias emociones.

Los efectos de los gritos

Si alguna vez te han gritado, sabes que una voz alta no aclara el mensaje. Tus hijos no son diferentes. Gritar les hará desconectar y la disciplina será más difícil, ya que cada vez que levantas la voz disminuye su receptividad.

Una investigación reciente señala que gritar hace que los niños sean más agresivos, tanto física como verbalmente. Gritar en general, sea cual sea el contexto, es una expresión de ira. Asusta a los niños y les hace sentirse inseguros.

La calma, en cambio, es tranquilizadora, lo que hace que los niños se sientan queridos y aceptados a pesar de su mal comportamiento.

Si gritar a los niños no es bueno, los gritos que van acompañados de desprecios e insultos verbales pueden calificarse de abuso emocional. Se ha demostrado que tiene efectos a largo plazo, como ansiedad, baja autoestima y aumento de la agresividad.

También hace que los niños sean más susceptibles de sufrir acoso, ya que su comprensión de los límites sanos y el respeto a sí mismos está sesgada.

Alternativas a levantar la voz

Los niños que tienen una fuerte conexión emocional con sus padres son más fáciles de disciplinar. Cuando los niños se sienten seguros y amados incondicionalmente, serán más receptivos al diálogo y escucharán antes de que un conflicto se convierta en un episodio de gritos.

A continuación, te explicamos cómo puedes practicar una disciplina positiva que no implique gritos.

Date un tiempo de espera

Deténgase antes de enfadarse tanto que pierda el control y levante la voz. Al alejarse de la zona de conflicto durante unos momentos, se da la oportunidad de reevaluar y respirar profundamente, lo que le ayudará a calmarse.

También enseña a tus hijos sobre los límites y la gestión de las emociones fuertes de forma saludable.

Date un tiempo de espera

Hablar de las emociones

La ira es un sentimiento normal del que se puede aprender si se gestiona adecuadamente. Al reconocer todas las emociones, desde la alegría y la excitación hasta la tristeza, la ira, los celos y la frustración, estás enseñando a tus hijos que todas forman parte de nuestro repertorio humano.

Habla de tus sentimientos y anima a tus hijos a hacer lo mismo. Les ayudará a desarrollar una actitud respetuosa hacia sí mismos y hacia los demás y a formar relaciones sanas en la vida.

Aborde el mal comportamiento con calma con firmeza

Los niños se portan mal de vez en cuando. Eso forma parte del crecimiento. Habla con ellos de una manera firme que deje intacta su dignidad pero que deje claro que ciertos comportamientos no se toleran.

Ponte a su altura en lugar de hablarles desde lo alto o desde lejos. Al mismo tiempo, recuerda reconocer el comportamiento respetuoso y la resolución de problemas entre ellos.

Utiliza las consecuencias, pero deja de lado las amenazas

Según Bárbara Coloroso, autora de “¡Los niños valen la pena!”, el uso de amenazas y castigos genera más sentimientos de ira, resentimiento y conflicto. A la larga, impiden que tu hijo desarrolle la disciplina interior.

Las amenazas y los castigos humillan y avergüenzan a los niños, haciéndoles sentir inseguros. En cambio, las consecuencias que se refieren a un comportamiento concreto, pero que vienen acompañadas de una advertencia justa (como quitar un juguete después de explicar que los juguetes son para jugar, no para pegar) ayudan a los niños a tomar mejores decisiones.

Unas palabras sobre las necesidades básicas

Satisfacer las necesidades básicas, como el sueño y el hambre, mantiene a los niños contentos y mejora su comportamiento en general. Además, establecer rutinas les ayudará a estar menos ansiosos y a reducir el riesgo de que se porten mal.

Unas palabras sobre las necesidades basicas

Qué hacer si se grita

Por muy buena que sea tu estrategia de prevención de los gritos, a veces levantarás la voz. No pasa nada. Reconozca su culpa y discúlpese, y sus hijos aprenderán una importante lección: Todos cometemos errores y debemos disculparnos.

Si tus hijos gritan, recuérdales los límites y que gritar no es una forma aceptable de comunicación. Deben saber que estás dispuesto a escuchar siempre que muestren respeto.

Modela lo mismo dándote tiempo para enfriar tus motores antes de hablar con tus hijos cuando estés molesto o agobiado.

Les ayudarás a crear hábitos de por vida que faciliten la gestión de los conflictos. Eso enseñará a tus hijos a ser comprensivos con los errores, los suyos y los de los demás, y que el perdón es una herramienta importante para una comunicación sana en la familia.

Si hasta ahora has confiado en los gritos para disciplinar a tus hijos, probablemente estés viendo sus efectos:

  • Tus hijos pueden recurrir a los gritos para transmitir sus mensajes a los demás.
  • Te contestan e incluso te gritan en lugar de limitarse a hablar con respeto.
  • Su relación con ellos es inestable y volátil hasta el punto de no poder comunicarse de forma saludable.
  • Puede que se alejen de ti y se dejen influenciar más por sus compañeros que por ti.

Tú puedes cambiar todo eso. Empieza por tener una charla sincera con tus hijos sobre lo malo de gritar y por qué manifestar tu ira de esa manera no es saludable.

Haz de tu casa un entorno tranquilo en el que la gente se comunique con respeto y reconozca los sentimientos de los demás sin culpar, avergonzar o juzgar. Un compromiso franco mantiene el diálogo abierto y hace que todos los miembros de la familia sean responsables.

Si cometes errores, no te rindas. No es un camino fácil, pero merece la pena cada esfuerzo.

El objetivo de este curso es brindarte métodos prácticos y efectivos de comunicación que harán que tu relación con niños de todas las edades sea menos estresante y más satisfactoria.

Aquí aprenderás cómo corregir sin agredir, dirigir sin alterarte, promover la disciplina con métodos alternativos al castigo, poner límites firmes sin herir los sentimientos, enseñar al niño a ser independiente, entender claramente sus sentimientos para apoyarlo, orientarlo para que tenga una imagen positiva de sí mismo, ayudarlo a sentirse comprendido, seguro y a entender que, utilizadas de forma correcta, tus palabras pueden cambiar tu relación con tus hijos y crear un ambiente sin estrés y con muchas recompensas.

¿Su ira está muy arraigada?

Si su enfado se traslada a menudo a sus hijos y tiene problemas para controlar su temperamento de forma habitual, reconocer que tiene un problema es el primer paso para aprender a gestionarlo.

Esto te ayudará a sentirte mejor contigo mismo y a comunicarte de forma tranquila y cariñosa con tus hijos.

Según la Asociación Americana de Terapia Matrimonial y Familiar, algunos de los signos que apuntan a un problema de ira son:

  • Enfadarse de forma inapropiada por cuestiones aparentemente menores.
  • Experimentar síntomas relacionados con el estrés, como presión arterial alta, dolor de estómago o ansiedad.
  • Sentirse culpable y triste después de un episodio de ira, pero ver que el patrón se repite a menudo.
  • Entablar conflictos con otras personas en lugar de mantener diálogos respetuosos.

Un terapeuta puede ayudarle a desarrollar formas de mantener la calma y evitar los arrebatos y también a reparar los efectos perjudiciales de la ira en la relación con sus seres queridos.

¿Cuáles son los graves efectos a largo plazo de gritar a tus hijos?

Queremos lo mejor para nuestros hijos. Por eso, muchos padres luchan por tomar decisiones de crianza. Al fin y al cabo, somos humanos.

Es normal que te sientas frustrado con tus hijos, sobre todo si se portan mal. Pero la forma de expresar esta frustración y de afrontar la situación puede tener importantes consecuencias en el desarrollo de su personalidad y en su salud a largo plazo.

De hecho, las medidas disciplinarias duras de los padres, como los gritos, pueden tener un impacto aún mayor en los niños de lo que se creía. Siga leyendo para saber lo que los estudios clínicos han encontrado sobre los efectos a largo plazo que los gritos pueden tener en los niños.

Gritar hace que sus problemas de comportamiento empeoren

Puede que pienses que gritar a tus hijos puede resolver un problema en el momento o puede evitar que se comporten mal en el futuro. Pero las investigaciones demuestran que, en realidad, podría crear más problemas a largo plazo. Gritar puede hacer que el comportamiento de tu hijo sea aún peor. Lo que significa que tienes que gritar más para intentar corregirlo. Y el ciclo continúa.

Un estudio sobre las relaciones entre padres e hijos demostró que esto es precisamente lo que ocurre en muchas familias. En el estudio, los niños de 13 años a los que sus padres les gritaron reaccionaron aumentando sus niveles de mal comportamiento durante el año siguiente.

Y si crees que importa cuál de los padres es el que aplica la disciplina, no es así. Otro estudio descubrió que no hay diferencia si la disciplina dura proviene del padre o de la madre. El resultado es el mismo: los problemas de comportamiento empeoran.

Gritar hace que sus problemas de comportamiento empeoren

Los gritos cambian el desarrollo de su cerebro

Los gritos y otras técnicas de crianza duras pueden cambiar literalmente la forma en que se desarrolla el cerebro de tu hijo. Esto se debe a que los seres humanos procesan la información y los acontecimientos negativos con mayor rapidez y profundidad que los buenos.

Un estudio comparó las resonancias magnéticas del cerebro de personas con antecedentes de abuso verbal por parte de sus padres en la infancia con las de quienes no tenían antecedentes de abuso. Encontraron una notable diferencia física en las partes del cerebro responsables de procesar los sonidos y el lenguaje.

Los gritos pueden provocar depresión

Además de que los niños se sienten heridos, asustados o tristes cuando sus padres les gritan, el abuso verbal tiene la capacidad de causar problemas psicológicos más profundos que se trasladan a la edad adulta.

En el estudio que siguió el aumento de los problemas de comportamiento de los niños de 13 años a los que se les gritaba, los investigadores también descubrieron un aumento de los síntomas depresivos. Muchos otros estudios también muestran una conexión entre el abuso emocional y la depresión o la ansiedad. Este tipo de síntomas puede llevar a un empeoramiento del comportamiento e incluso puede derivar en acciones autodestructivas, como el consumo de drogas o un aumento de la actividad sexual de riesgo.

Los gritos tienen efectos en la salud física

Las experiencias que tenemos al crecer nos moldean de muchas maneras, algunas de las cuales ni siquiera nos damos cuenta. El estrés en la infancia provocado por un padre verbalmente abusivo puede aumentar el riesgo de que un niño sufra ciertos problemas de salud en la edad adulta. La investigación nos dice que experimentar el estrés en la infancia puede tener impactos a largo plazo en la salud física.

Los gritos pueden causar dolor crónico

Un estudio reciente encontró una relación entre las experiencias negativas de la infancia, incluyendo el abuso verbal y otros tipos de abuso, y el desarrollo posterior de condiciones crónicas dolorosas. Las afecciones incluían artritis, fuertes dolores de cabeza, problemas de espalda y cuello, y otros dolores crónicos.

Nunca es demasiado tarde para cambiar tu comportamiento como padre o aprender nuevas técnicas. Si notas que gritas mucho o pierdes los nervios, pide ayuda. Un terapeuta o incluso otro padre pueden ayudarte a ordenar algunos de esos sentimientos y a desarrollar un plan para afrontarlos de forma más saludable.

Los gritos pueden causar dolor cronico

Cómo reparar el daño causado por los gritos a los hijos

La ira de los padres tiene efectos negativos duraderos en los niños. Utiliza estos 6 pasos la próxima vez que pierdas los nervios para desarrollar una expresión saludable.

Admitámoslo. Todos somos culpables de haber dicho cosas a nuestros hijos que daríamos cualquier cosa por retirar. Y lo que es peor, muchos de nosotros también hemos gritado cosas desagradables.

Entonces, ¿hay algo que podamos hacer para compensar por haber herido a nuestros hijos de esta manera? Sí.

Acepta la culpa

Una de las cosas más difíciles de hacer para un padre es admitir que realmente hemos herido a nuestros hijos. Es más fácil creer simplemente que nuestras palabras no calaron tan hondo como lo hicieron. Esto es lo peor que puedes hacer. Reconozca que ha herido profundamente a su hijo. Si finges que tus palabras no hirieron tanto, tus hijos sentirán que no eres sincero.

Pida perdón

Es importante que le digas a tu hijo que lo sientes, pero no te quedes ahí. Pídele perdón por haber dicho algo cruel y equivocado. Dile que has dicho algo que no querías decir porque estabas enfadado, no porque lo creas.

No seas imprecisa

Cuando digas algo malo, sigue con: “Por favor, perdóname por llamarte _____”. O lo que sea que hayas dicho. Ser específico es importante para un niño porque le hace saber que realmente entiendes lo equivocado que estabas y lo mucho que le has herido.

No seas imprecisa

Sé persistente

La mayoría de los niños no quieren perdonar a sus padres de inmediato porque están heridos. Si tu hijo te dice que no quiere aceptar tus disculpas, no te enfades y vuelve a pedírselas una semana después. Es importante dar tiempo a su hijo para que supere la ofensa que ha cometido.

Si el daño fue realmente grave y se produjo a lo largo de varios años, tu hijo tardará más en perdonarte. Esto se debe a que no sabe si puede confiar en tu sinceridad. Quiere saber que puede confiar en que no le harás más daño si te perdona.

Dígale que trabajará en el cambio

Comprométete verbalmente con tu hijo a esforzarte en cambiar tu forma de hablar.

Si gritas, dile que te esforzarás en dejar de gritar. Si insultas, dices palabrotas, lo que sea, sé específico sobre lo que pretendes cambiar y díselo a tu hijo.

Además, pídele a tu hijo que te avise si te estás desviando. Mantener tu “problema” al descubierto ayuda a disipar el poder que tiene sobre tus hijos para hacerles daño. Las cosas guardadas en secreto se sienten más grandes.

Pide ayuda y responsabilidad a los adultos

Si luchas con mucha ira que no desaparece, busca ayuda. Busca un consejero y haz el trabajo necesario para controlar tu ira.

La ira de los padres se traslada a los niños y les causa profundas heridas que afectarán a su autoestima, a su sentido del valor y a lo mucho que se sienten amados. En última instancia, la ira incontrolada de un padre tendrá efectos duraderos en sus hijos, y no hay absolutamente ninguna razón para ello.

Si crees que tu nivel de ira no justifica la ayuda profesional, habla abiertamente con un amigo sobre ello. Dígale que le gustaría rendirle cuentas sobre lo bien que lo está controlando.

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