Cuál es la peor edad para perder a un padre
La pena y el dolor no son una competición. Los efectos de por vida de la pérdida de un padre en la infancia dependen de la relación padre-hijo anterior y del apoyo que el niño reciba tras la muerte. En realidad, no existe la “peor edad para perder a un padre”.
La mayoría de la gente asume que perder a un padre en la infancia, a una edad temprana, es lo más duro porque perder una figura de apego es algo doloroso. Sin embargo, si el niño tiene un sistema de apoyo sólido que le ayude a procesar el duelo, puede seguir desarrollando un apego seguro y prosperar.
Por otro lado, los niños mayores o incluso adultos pueden sufrir mucho porque se trata de una pérdida importante en la vida de esa persona o porque no tienen amigos cercanos que les ayuden a superar este periodo. Así que no hay necesidad de comparar.
Cómo afecta la muerte de un padre a un niño
La pérdida temprana de los padres suele aumentar la probabilidad de que el cuidado del niño sea inadecuado y empeora la situación económica de la familia.
En algunas familias, esto supone un aumento de las presiones para que el niño en duelo asuma las responsabilidades del progenitor fallecido y se aísle de sus amigos. En otras, la muerte de los padres provoca en el niño un escaso bienestar psicosocial, cambios de comportamiento, aumento del estrés y trastornos del sueño.
Los efectos psicológicos de la pérdida de la madre o el padre durante los años de formación son importantes. Los niños que experimentan la pérdida de sus padres tienen un mayor riesgo de sufrir muchos resultados negativos, como problemas mentales (por ejemplo, depresión, ansiedad, quejas somáticas, síntomas de estrés postraumático), una escolarización más corta, menos éxito académico, menor autoestima5 y más comportamientos sexuales de riesgo6.
Dados los efectos negativos a largo plazo asociados a la muerte de los padres, es imperativo que la sociedad ayude a los niños a realizar el duelo de forma saludable. Sin embargo, las creencias culturales y los persistentes malentendidos suelen obstaculizar el apoyo adecuado a los niños y les hacen un flaco favor.
Cómo afecta al niño la reacción del padre superviviente
Los niños esperan que sus padres les amen incondicionalmente y les protejan de las incómodas realidades de la vida. Cuando uno de los padres muere, la vida para el niño suele ser infinitamente más aterradora e incierta, lo que hace que el niño se pregunte qué es lo que sigue.
Es comprensible que esto suponga una gran carga para el progenitor que queda y para otros miembros de la familia que quieren ayudar al niño en su duelo, al tiempo que gestionan su propio dolor tras la muerte de un ser querido.
Mientras que algunas culturas abordan el duelo de forma positiva, otras animan a los adultos que rodean a los niños en duelo a dejar de lado sus emociones. Estas culturas suelen racionalizar esta práctica alegando que los niños miran hacia sus adultos para mantenerse fuertes en tiempos de incertidumbre.
Los adultos tienen emociones suprimidas o reprimidas
Reprimir las emociones es hacer un intento consciente y deliberado de ocultar las emociones a los demás. Un padre o tutor puede sentir tristeza, pero en lugar de expresarla, decide ocultarla mientras está en presencia de su hijo.
Las emociones reprimidas suelen ser inconscientes
Tener emociones reprimidas es un intento del cuerpo de acabar con los malos pensamientos. Las personas reprimidas pueden no ser conscientes de sus emociones en ese momento. Estas emociones reprimidas pueden acabar saliendo con el tiempo.
Por un lado, las investigaciones han descubierto que esto dificulta el proceso de curación de los padres y del niño. Pero, por otro lado, un estudio revela que las emociones reprimidas cumplen una función adaptativa en el proceso de duelo.
Todavía se debate si la supresión o represión de las emociones por parte de los padres es un buen mecanismo de afrontamiento8. La supresión o represión de un padre puede ser o no saludable para su propio bienestar mental. Pero lo que es más importante es cómo sus creencias en la negación de emociones afectan a la forma en que ayudan a su hijo a afrontar la pérdida.
Cuando los padres supervivientes creen que los niños no son capaces de comprender la muerte o de afrontar con éxito las emociones y los miedos que conlleva, tienden a evitar el tema en casa y a actuar con “normalidad” en torno al niño.
Pero la verdad es que la capacidad de los niños para enfrentarse positivamente a la muerte puede verse incrementada por las medidas adoptadas por los adultos influyentes en los días, semanas y meses posteriores a la pérdida.
En lugar de esconder el asunto bajo la alfombra y fingir que todo va bien, los cuidadores de los niños en duelo pueden utilizar las siguientes estrategias para ayudarles a afrontarlo con éxito.
Los problemas del alma no se curan con medicamentos. Este escrito no es resultado de estudios en la academia, no encontrará terminología psicológica ni médica que, aunque la conocemos y pasamos por las aulas, no queremos llenarle de sabiduría en la letra, tampoco pretendemos demostrar que culto o sabio es el autor.
Es más bien el resultado de vivir, caminar, aconsejar, fracasar y emprender, todos los días estrategias para salvar a una generación de hijos, sobrinos y nietos.
Distinga la tristeza de la depresión con estos consejos
Aunque no hay forma de predecir cómo reaccionará su hijo ante la muerte de un padre, o cómo le afectará esta pérdida, algunas circunstancias pueden aumentar la probabilidad de que un niño experimente depresión tras la muerte de un padre. Los padres supervivientes y los miembros de la familia pueden tomar medidas para garantizar que el niño reciba el apoyo o el tratamiento que necesita para curarse.
Ayudarse a sí mismo ayuda a su hijo
La forma en que usted y otros cuidadores reaccionen ante la muerte afectará a la forma en que su hijo reaccione. Como padre o cuidador, tendrá que abordar su propio dolor mediante apoyo externo o asesoramiento en beneficio de toda la familia. Conseguir el apoyo que necesita mostrará a su hijo que la curación es importante.
Los padres y cuidadores que expresan y hablan de sus sentimientos probablemente tendrán hijos que hagan lo mismo, mientras que las familias que ocultan sus emociones pueden enseñar al niño a avergonzarse de sus sentimientos. Guardarse los sentimientos es un comportamiento común entre las personas con depresión.
Cuente a las personas importantes en la vida de su hijo
La colaboración en la curación proporcionará a su hijo el apoyo y el amor adicionales que necesita durante este momento difícil. El pediatra del niño, los profesores y los padres de los amigos deben saber de la muerte del padre. Si se acerca a las personas que tienen contacto diario con su hijo, aumentará el apoyo disponible.
Pida una cita con el pediatra para hablar de cómo está afrontando su hijo.
Cómo apoyar a su hijo
El duelo es un proceso normal y normalmente no requiere medicación. Sin embargo, es posible que al principio tenga que pasar más tiempo con su hijo y asegurarle que no se irá.
Hablar con su hijo a un nivel apropiado para su edad y animarle a hacer preguntas proporciona un entorno de apoyo. A continuación, le ofrecemos otras sugerencias para apoyar a sus hijos en edad preescolar y escolar durante el proceso de duelo:
Responda con sinceridad a cualquier pregunta que tengan, pero intente que sus respuestas sean sencillas y breves. También está bien decir que no sabe o que no tiene la respuesta en este momento.
Evita utilizar eufemismos para referirte a la muerte, como “descansar” o “dormir para siempre”, ya que pueden confundir a los niños. En su lugar, explique que cuando alguien muere, su cuerpo deja de funcionar. Ya no puede respirar, hablar, moverse, comer, etc.
- Refuerce el hecho de que la muerte es parte de la vida, no una forma de castigo.
- Comparta cualquier creencia religiosa o espiritual que tenga su familia sobre la muerte y el morir.
- Asegúrese de que el niño entiende que no es su culpa y que no tiene la culpa.
- Ayúdele a entender que su padre no va a “volver”, aunque sea “bueno”.
- Ten cuidado con asociar la muerte con la enfermedad, ya que esto puede hacer que tengan miedo de sus propias enfermedades.
- Utilice libros y recursos en línea para ayudarles a entender la muerte.
- Anímales a expresar sus emociones y sentimientos escribiendo o haciendo un dibujo.
Explíquele lo que le espera en los servicios funerarios y deje que su hijo decida si quiere asistir. Si su hijo decide asistir, pida a un amigo o familiar de confianza que esté disponible en caso de que no pueda soportarlo y quiera marcharse antes.
Permita que los niños mayores y los adolescentes participen en la planificación del funeral, si así lo desean; esto puede incluir la recopilación de fotografías para exponerlas o la elección de un poema o una lectura favorita para el servicio conmemorativo.
Anime a su hijo a pasar tiempo con sus amigos y a participar en pasatiempos y actividades sociales; recuérdele que divertirse está bien y no significa que no eche de menos o no quiera a su padre fallecido.
Hágale saber que tardará en sentirse mejor y que es normal que experimente una serie de emociones, como la tristeza, la ira, la culpa, la vergüenza y la ansiedad. Los adolescentes, en particular, pueden afrontar la tristeza con muestras de ira o con comportamientos de riesgo (como el sexo sin protección o el consumo de sustancias).
Recuerde a los niños lo mucho que les quería el progenitor fallecido y haga todo lo posible por hablar de él, enseñarle fotos y compartir recuerdos.
Factores que pueden contribuir a la depresión
Aunque la pérdida de un padre o cuidador es traumática para cualquier niño, la probabilidad de que se convierta en depresión depende de cuatro factores, según un informe publicado en el Journal of American Psychiatry.
Los investigadores descubrieron que los niños cuyos padres murieron por suicidio o accidente corrían un mayor riesgo de sufrir depresión que los niños cuyos padres murieron tras padecer una enfermedad repentina y natural.1 Además, descubrieron que los niños que se encontraban en las siguientes situaciones tenían más probabilidades de sufrir depresión en los dos años siguientes a la pérdida, en comparación con sus compañeros:
- Enfermedades mentales anteriores, como la depresión.
- Sentimientos de responsabilidad por la muerte de los padres.
- Pérdida de la madre.
Aunque estos resultados sugieren que ciertas circunstancias que rodean la muerte de un padre pueden aumentar la probabilidad de depresión en algunos niños, es importante entender que no todos los niños en estas circunstancias se deprimirán como resultado.
Cuando es más que tristeza
Es normal que un niño se sienta triste o asustado cuando muere un padre. Pero si su tristeza o miedo se prolonga durante un periodo de tiempo prolongado, empeora o interfiere significativamente en su funcionamiento normal, es importante consultar al médico de su hijo para que lo evalúe. Busque atención inmediata si su hijo tiene pensamientos suicidas o de autolesión.
La identificación y el tratamiento tempranos de la depresión en los niños son importantes, ya que existe la posibilidad de que se produzcan consecuencias a corto y largo plazo, como la baja autoestima, el consumo de sustancias y los pensamientos y comportamientos suicidas.
Un niño que experimenta un duelo extremo que se prolonga durante un año o más puede tener una condición llamada trastorno de duelo prolongado (PGD).
Las personas con PGD experimentan un fuerte anhelo por su ser querido perdido y un dolor emocional significativo que perturba su vida cotidiana. En el caso de los niños y adolescentes, sus pensamientos pueden estar constantemente centrados en los recuerdos de su progenitor y, en particular, en las circunstancias que rodearon su muerte.
Reconocer la depresión
Los niños deprimidos pueden sentirse desesperados, culpables, enfadados o incomprendidos. He aquí algunos otros signos a los que hay que prestar atención:
- Cambios en los hábitos de sueño y en el apetito.
- Alejamiento de la familia, los amigos y las aficiones que solían disfrutar.
- Un descenso significativo del rendimiento escolar.
- Evitar las actividades escolares o sociales.
- Molestias físicas vagas e inexplicables, como dolor de cabeza o de barriga.
- Dificultad para concentrarse y tomar decisiones.
Usted no puede evitar la pérdida de su hijo, pero sí puede apoyarlo en este momento difícil permitiéndole hacer el duelo y creando un entorno seguro y afectuoso. Parte de ese apoyo consiste en reconocer cuándo su hijo se ha vuelto depresivo y buscar un tratamiento que le ayude a curarse.
Si el niño en su vida está experimentando un duelo prolongado, hable con un pediatra. Éste podrá recomendarle un programa de terapia cognitivo-conductual (TCC) específico para niños o adolescentes. Las investigaciones demuestran que la TCC contribuyó a reducir significativamente los síntomas del DGP en niños y adolescentes con esta afección.