Durante la primera infancia tiene lugar una enorme cantidad de desarrollo social y emocional. A medida que los niños experimentan rabietas, cambios de humor y un mundo social en expansión, deben aprender más sobre sus emociones y las de los demás. La atención cariñosa y receptiva fomenta un desarrollo social y emocional saludable en la primera infancia.

El desarrollo socioemocional en la primera infancia se refiere a los cambios graduales que atraviesan los niños a medida que desarrollan la capacidad de comprender, expresar y gestionar sus emociones y relaciones sociales.

¿Cómo se ven los problemas de salud mental en los niños pequeños?

Los niños pequeños pueden experimentar una variedad de problemas de salud mental que pueden tener un impacto de por vida y ser tan graves como los que experimentan los adultos. Sin embargo, diagnosticar problemas de salud mental en niños pequeños puede ser un desafío porque procesan y exhiben emociones de manera diferente que los niños mayores y los adultos, y los cambios de comportamiento pueden ser temporales. Aún así, ciertos comportamientos pueden justificar una evaluación por parte de un profesional de salud mental.

Desde el nacimiento hasta los 3 años

  • Dificultades crónicas para alimentarse o dormir.
  • Irritabilidad inconsolable.
  • Llanto incesante con poca capacidad de ser consolado.
  • Enojarse mucho cuando lo dejan con otro adulto.
  • Incapacidad para adaptarse a nuevas situaciones.
  • Se asusta o alarma fácilmente ante acontecimientos rutinarios.
  • Incapacidad para establecer relaciones con otros niños o adultos.
  • Golpear, morder o empujar excesivamente a otros niños.
  • Efecto plano o comportamiento muy retraído.

Edades de 3 a 5 años

  • Se involucra en actividades compulsivas.
  • Hace berrinches salvajes y desesperados.
  • Retirado; muestra poco interés en la interacción social.
  • Muestra un comportamiento agresivo o impulsivo repetido.
  • Dificultad para jugar con otros.
  • Poca o ninguna comunicación; falta de lenguaje.
  • Pérdida de logros de desarrollo anteriores.

Edades de tres a cinco años desarrollo social y emocional en la primera infancia

Importancia del desarrollo socioemocional en la primera infancia

El desarrollo social y emocional positivo en la primera infancia ayuda a preparar el escenario para una vida de relaciones sanas y significativas. Algunos de los beneficios del desarrollo socioemocional incluyen:

  • Mejor confianza en uno mismo.
  • Mayor empatía.
  • Relaciones sociales fuertes.
  • Disminución de la angustia emocional.
  • Actitud más positiva.
  • Menos comportamientos externalizantes.
  • Mayor resiliencia.
  • Mejor autorregulación.

Proporciona a los niños una base de comprensión emocional que puede ayudarlos a forjar una inteligencia emocional más sólida, habilidades de afrontamiento positivas e interacciones efectivas que respaldan el éxito en muchas áreas diferentes de la vida.

¿Quién desempeña un papel en el apoyo al desarrollo social y emocional saludable?

Los cuidadores receptivos y comprensivos son esenciales para un bienestar social y emocional saludable. Cuando los padres u otros cuidadores primarios responden a los balbuceos, llantos y gestos de un bebé con contacto visual, tacto y palabras (un proceso conocido como “servir y devolver”), se conectan y fortalecen nuevas vías neuronales. Estas conexiones apoyan un desarrollo físico y cognitivo saludable. Las relaciones positivas con un cuidador también pueden amortiguar y reducir los efectos perturbadores de la adversidad en los niños pequeños.

El aprendizaje social y emocional se extiende más allá de las relaciones entre padres e hijos. La familia, la comunidad y la cultura influyen en las normas, los valores, las expectativas y el lenguaje sociales y relacionales, así como en las creencias y actitudes relacionadas con la crianza de los niños. Otros cuidadores no parentales, familiares y profesionales también desempeñan un papel en la promoción de un desarrollo social y emocional saludable y en el tratamiento de problemas de salud mental en niños pequeños. Además, los pediatras y otros proveedores de atención médica ayudan a los padres a comprender las etapas de desarrollo, promover interacciones apropiadas entre el cuidador y el niño, detectar problemas de desarrollo y comportamiento y derivar a las familias a servicios y apoyos adicionales.

Más de 10 millones de niños menores de 5 años están matriculados en entornos de aprendizaje temprano, como guarderías en el hogar y en centros y aulas de prejardín de infantes. En promedio, los niños pequeños pasan más de 30 horas por semana con cuidadores no parentales en entornos de aprendizaje temprano. Esto convierte a los profesionales que cuidan y enseñan a los niños pequeños en socios importantes para apoyar el desarrollo social y emocional y la preparación escolar.

Experiencias socioemocionales de la primera infancia

Los padres y cuidadores desempeñan el papel más vital en el desarrollo social y emocional en la primera infancia. Son la principal fuente de cuidado y aprendizaje para un niño. Sin embargo, otras personas, incluidos miembros de la familia extendida, maestros y otros miembros de la comunidad, también pueden contribuir a la comprensión de las emociones y las relaciones sociales del niño.

Algunas experiencias comunes que dan forma al desarrollo socioemocional en diferentes momentos de la niñez incluyen cosas como las rabietas y aprender a compartir con otros niños.

A lo largo de los años de la niñez, las rabietas son bastante comunes. ¡Hay una buena razón por la que la gente suele referirse a esta etapa como los “terribles dos años”!

Los niños pequeños tienden a tener cambios de humor rápidos. Si bien sus emociones pueden ser muy intensas, estos sentimientos también tienden a ser bastante breves. Es posible que se sorprenda al ver cómo su hijo puede pasar de gritar histéricamente por un juguete en un momento dado a sentarse frente al televisor en silencio mirando su programa favorito momentos después.

Los niños de esta edad pueden ser muy posesivos y tener dificultades para compartir. Sin embargo, aprender a llevarse bien con otros niños es una habilidad esencial. En tan solo unos pocos años, su hijo pasará de pasar la mayor parte de su tiempo con familiares y amigos cercanos a pasar gran parte del día interactuando, aprendiendo y jugando con otros niños en la escuela.

El desarrollo emocional y las habilidades sociales son esenciales para la preparación escolar. Ejemplos de tales habilidades incluyen prestar atención a figuras adultas, pasar fácilmente de una actividad a otra y cooperar con otros niños.

A través de este e-book emprenderemos un viaje a lo más profundo de tu infancia, comenzando a indagar en lo más profundo de tu ser y a detectar patrones limitantes que no te permiten prosperar en tu vida como adulto.

¿Qué tan preparados están los profesionales de educación y atención temprana para cuidar a niños con conductas desafiantes?

A pesar de la importancia de su función, muchos profesionales de la educación y el cuidado infantil informan que no se sienten adecuadamente capacitados para responder a conductas desafiantes o para apoyar a niños en riesgo de sufrir problemas de salud mental. Una encuesta nacional de la fuerza laboral de educación y cuidado infantil reveló que solo el 20% de los encuestados recibió capacitación sobre cómo apoyar el crecimiento social y emocional durante el año pasado. Cuando se les preguntó qué tipos de apoyo les ayudarían a abordar mejor las necesidades de los niños con conductas desafiantes, los profesionales de Maine seleccionaron con mayor frecuencia capacitación adicional (61%) y mayor acceso a especialistas en conducta en la primera infancia (57%). En una encuesta similar en Virginia, los encuestados identificaron el acceso a especialistas (63%), apoyos adicionales para las familias (54%) y una mayor capacitación del personal (52%) como necesarios para mejorar los resultados para los niños.

A los participantes de la encuesta tanto en Maine como en Virginia también se les preguntó sobre los efectos de las conductas desafiantes en el aula. Las preocupaciones incluían la capacidad de atender a otros niños y garantizar la seguridad y la capacidad de otros niños para aprender. Los encuestados también notaron el efecto negativo que tienen los comportamientos desafiantes en su propio bienestar.

Sin la capacitación y el apoyo adecuados para manejar estas situaciones estresantes, los profesionales de la educación y el cuidado infantil, entre los cuales la depresión no es infrecuente, se agotan y abandonan la profesión. Los salarios extremadamente bajos contribuyen aún más a su estrés. Con un salario anual promedio de poco más de $22,000, casi la mitad de la fuerza laboral de educación y cuidado infantil está inscrita en al menos un programa de apoyo público. Estos incluyen el Crédito Tributario por Ingreso del Trabajo (EITC), Medicaid y el Programa de Seguro Médico para Niños (CHIP), el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) o la Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF). Los investigadores han descubierto que el estrés afecta negativamente la capacidad de los profesionales de la educación y el cuidado infantil para brindar entornos positivos y de alta calidad y es la razón principal por la que abandonan el campo. Para cerrar el círculo del problema, la alta rotación entre los profesionales de la educación y el cuidado temprano interrumpe las relaciones y los vínculos formados con los niños que cuidan y está relacionado con peores resultados de desarrollo para los estudiantes de educación temprana.

Además, los profesionales de educación y cuidado infantil que carecen de capacitación pueden no estar preparados para distinguir conductas preocupantes de aquellas que son apropiadas para el desarrollo. Malinterpretar o caracterizar comportamientos erróneamente puede llevar a una disciplina más punitiva y a no brindar el apoyo adecuado. Es más probable que los profesionales poco preparados sobreidentifiquen a los niños, especialmente a los niños de color, para recibir educación especial, medidas disciplinarias y expulsiones. Es más probable que se produzcan suspensiones y expulsiones en entornos de aprendizaje temprano que tienen una alta proporción de estudiantes por adulto, propiedad privada, horarios extendidos, acceso limitado a especialistas en comportamiento de la primera infancia y maestros que reportan altos niveles de estrés.

Que tan preparados estan los profesionales de educacion y atencion temprana para cuidar a niños con conductas desafiantes

Ayude a los niños a desarrollar habilidades sociales y emocionales

Entonces, ¿cómo puede ayudar a su hijo a aprender a jugar bien con los demás? La competencia social no sólo implica la capacidad de cooperar con sus pares; también incluye cosas como la capacidad de mostrar empatía, expresar sentimientos y compartir generosamente.

Afortunadamente, hay muchas cosas que usted puede hacer para ayudar a sus hijos a desarrollar estas importantes habilidades sociales y emocionales.

Modele comportamientos apropiados

La observación juega un papel vital en la forma en que los niños pequeños aprenden cosas nuevas. Si su hijo lo ve compartiendo, expresando gratitud, siendo útil y compartiendo sentimientos, tendrá una comprensión sólida de cómo interactuar con otras personas fuera del hogar.

Puede modelar estas respuestas en su propio hogar tanto con su hijo como con otros miembros de la familia. Cada vez que dices “por favor” o “gracias”, estás demostrando cómo te gustaría que se comportaran tus hijos.

Reforzar el buen comportamiento

Lo más importante es asegurarse de elogiarlos cuando sus hijos demuestren buenos comportamientos sociales. Ayudar a sus hijos a sentirse bien consigo mismos también juega un papel importante en el desarrollo de un sentido de empatía y competencia emocional. Al crear un clima positivo donde a los niños se les permite compartir sus sentimientos, los niños naturalmente comenzarán a ser más generosos y reflexivos.

El refuerzo no sólo hace que los niños pequeños se sientan bien consigo mismos, sino que también les ayuda a comprender por qué ciertos comportamientos son deseables y dignos de elogio.

Enseñar empatía

Los padres también pueden estimular la empatía y desarrollar la inteligencia emocional animando a sus hijos a pensar en cómo se sienten otras personas. Comience por preguntarle sobre los propios sentimientos de su hijo, preguntándole sobre eventos en la vida de su hijo. “¿Cómo te sentiste cuando perdiste tu juguete?” “¿Cómo te hizo sentir esa historia?”

Una vez que los niños adquieran la habilidad de expresar sus propias reacciones emocionales, comience a hacer preguntas sobre cómo se pueden sentir otras personas. “¿Cómo crees que se sintió Nadia cuando le quitaste el juguete con el que estaba jugando?”

Al responder preguntas sobre las emociones, los niños pueden comenzar a pensar en cómo sus propias acciones podrían afectar las emociones de quienes los rodean.

Enseñar empatia desarrollo social y emocional en la primera infancia

Enseñar cooperación

La cooperación es una habilidad que se beneficia enormemente de la experiencia directa. Darle a su hijo la oportunidad de interactuar y jugar con otros niños es una de las mejores maneras de enseñarle a relacionarse con los demás.

Si bien a su niño pequeño puede resultarle frustrante jugar con sus compañeros a veces, dado que los niños a menudo carecen de paciencia y capacidad para compartir, las cosas comenzarán a mejorar gradualmente con la edad y la experiencia. A medida que los niños juegan e interactúan, también comienzan a desarrollar habilidades para resolver problemas sociales.

Los primeros intentos pueden implicar muchas discusiones y conflictos con hermanos y compañeros, pero eventualmente, los niños aprenden a negociar y llegar a acuerdos con otros niños.

Obtener ayuda con el desarrollo socioemocional

Si su hijo parece estar luchando con problemas sociales o emocionales durante la infancia, es importante hablar sobre sus inquietudes con el pediatra de su hijo. No alcanzar ciertos hitos sociales o emocionales podría indicar un problema de desarrollo que requiere mayor evaluación e intervención.

Los desafíos que pueden afectar las habilidades socioemocionales de un niño incluyen ansiedad, problemas de apego, trauma, autismo y trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Identificarlos desde el principio puede ayudar a los cuidadores y profesionales médicos a brindar el apoyo y la intervención que los niños necesitan para prosperar.

Los programas de aprendizaje socioemocional (SEL) pueden ser un gran recurso para ayudar a apoyar el desarrollo social y emocional de un niño durante la primera infancia. Estos programas ayudan a los niños con sus habilidades emocionales, interpersonales y de funciones ejecutivas. Las investigaciones sugieren que estos programas pueden mejorar eficazmente las competencias sociales y emocionales.

En conclusión

El desarrollo social y emocional durante la primera infancia es esencial para desarrollar y mantener relaciones saludables durante la niñez y la edad adulta. Las experiencias tempranas pueden moldear estas habilidades. Los padres y cuidadores pueden ayudar modelando habilidades socioemocionales prácticas, reforzando conductas positivas y enseñando empatía. Los programas de aprendizaje socioemocional también pueden resultar beneficiosos.

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