En el campo de la psicología sigue existiendo una controversia bastante acalorada sobre si los recuerdos reprimidos pueden o deben recuperarse, así como sobre su exactitud. La división más clara parece darse entre los profesionales de la salud mental y los investigadores.

Los recuerdos reprimidos son memorias en las que inconscientemente evitamos pensar, normalmente a causa de una experiencia traumática. Se cree que estos recuerdos se bloquean inconscientemente durante varios años y se recuperan más tarde, a menudo a partir de un desencadenante.

El concepto de recuerdos reprimidos fue desarrollado por el erudito psicoanalista Sigmund Freud, que recibió la influencia del hipnotizador Jean-Martin Charcot a finales del siglo XIX. Desde entonces, la existencia de recuerdos reprimidos se ha convertido en un tema muy controvertido en psicología, y las investigaciones muestran que los investigadores y los clínicos siguen debatiendo.

Los investigadores de la memoria sostienen que no hay pruebas científicas sustanciales de que los recuerdos reprimidos existan, mientras que los clínicos afirman lo contrario; este debate ha sido denominado por los estudiosos como la “guerra de la memoria”. Cada una de las partes del debate tiene puntos respaldados por pruebas significativas, por lo que muchas partes neutrales se han encargado de aclarar las cosas.

En un estudio, los clínicos tenían una tendencia mucho mayor a creer que las personas reprimen recuerdos que pueden recuperarse en terapia que los investigadores. El público en general también cree en la memoria reprimida. Está claro que se necesita más investigación en el área de la memoria.

¿Cómo se forma la memoria?

Diferentes regiones del cerebro participan en la formación y el almacenamiento de los recuerdos, que pueden clasificarse como memoria explícita (memoria a largo plazo), memoria implícita (memoria a largo plazo) y memoria de trabajo (memoria a corto plazo).

La memoria explícita se forma cuando ocurre un acontecimiento específico (episódica); además, los hechos y la información general se almacenan como memoria explícita (semántica). Las regiones del cerebro que participan en la formación y el almacenamiento de la memoria explícita son el hipocampo, el neocórtex y la amígdala. La memoria episódica se forma y se indexa en el hipocampo para su uso futuro.

El neocórtex recibe del hipocampo los recuerdos almacenados temporalmente como conocimiento general. La amígdala participa en el aumento de la fuerza de los recuerdos, así como en la adición de emociones (amor, alegría, pena, desgracia, etc.) a los recuerdos. Además, la amígdala participa en la formación de nuevos recuerdos relacionados con el miedo.

La interacción entre el hipocampo, el neocórtex y la amígdala desempeña un papel importante en la formación de la permanencia de los recuerdos.

La memoria implícita es un tipo de memoria procedimental que no puede recordarse conscientemente. La memoria implícita ayuda a realizar habilidades motoras automáticas, como montar en bicicleta o tocar un instrumento musical. Las regiones del cerebro implicadas en la memoria implícita son los ganglios basales y el cerebelo.

La memoria de trabajo es una memoria a corto plazo que se forma para retener una pequeña cantidad de información durante un periodo corto, como recordar un número de teléfono. El córtex prefrontal participa en la formación de la memoria de trabajo.

¿En qué se basa la permanencia de los recuerdos?

A diferencia de los recuerdos a corto plazo, algunos recuerdos pueden almacenarse en el cerebro de forma permanente y pueden recordarse durante décadas. En este contexto, un estudio reciente con ratones transgénicos implantados con microendoscopia bilateral ha revelado que la transmisión sincronizada de señales de un grupo de neuronas en la región CA1 del hipocampo es responsable de la formación de recuerdos fuertes y estables.

En el estudio, se colocó a un ratón experimental en un laberinto cerrado marcado con símbolos específicos en la pared. Se utilizó agua azucarada como recompensa para el ratón para facilitar los procesos de entrenamiento y aprendizaje. Se midió la actividad de neuronas específicas del hipocampo, conocidas por formar recuerdos de lugares, cuando el ratón exploraba el laberinto.

Al principio, el ratón se movía al azar hasta encontrar el agua azucarada. Cuando el ratón observaba el símbolo colocado junto al agua azucarada, se producía la activación de neuronas individuales.

Con el tiempo, el ratón se familiarizó con el laberinto y recordó la ubicación del agua azucarada. En ese momento, los investigadores observaron que varias neuronas se activaban de forma sincronizada cada vez que el ratón se encontraba con un símbolo. Estos resultados indican que la activación sincronizada de un grupo de neuronas es necesaria para la formación de recuerdos a largo plazo.

Los investigadores también han estudiado cómo desaparecen los recuerdos. Para ello, sacaron al ratón del laberinto durante 20 días y lo volvieron a colocar en el mismo laberinto tras la pausa. Se comprobó que el ratón que formó recuerdos estables durante el experimento anterior recordaba la tarea rápidamente.

Además, los investigadores han comprobado que, aunque algunas de las neuronas se silenciaran o se dañaran o cambiaran el nivel de actividad, el ratón seguía siendo capaz de recordar el lugar y realizar la tarea.

Mensaje para llevar a casa

Para formar recuerdos estables y duraderos, puede ser más importante aumentar el número de neuronas que codifican la memoria que mejorar las conexiones neuronales, en contraste con lo que se creía anteriormente.

Esta nueva observación sobre la consolidación de la memoria puede repercutir significativamente en los estudios dirigidos a desarrollar nuevos tratamientos para prevenir la pérdida de memoria, que puede producirse durante el proceso de envejecimiento o estar asociada a ciertos trastornos neurodegenerativos, como la enfermedad de Alzheimer.

En este contexto, las intervenciones terapéuticas diseñadas para potenciar la activación de un mayor número de neuronas codificadoras de memoria pueden ser muy eficaces para tratar la pérdida de memoria.

Mensaje para llevar a casa recuerdos reprimidos y recuperados

El trauma puede olvidarse

La mayoría de las personas recuerdan las cosas malas que les ocurren, pero a veces los traumas extremos se olvidan. Los científicos están estudiando esto, y estamos empezando a entender cómo ocurre.

Cuando este olvido se vuelve extremo, a veces se desarrolla un trastorno disociativo, como la amnesia disociativa, la fuga disociativa, el trastorno de despersonalización y el trastorno de identidad disociativo. Estos trastornos y su relación con el trauma todavía se están estudiando.

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Cómo funciona la memoria

La memoria no es como una grabadora. El cerebro procesa la información y la almacena de diferentes maneras. La mayoría de nosotros hemos tenido alguna experiencia ligeramente traumática, y estas experiencias a veces parecen grabarse en nuestro cerebro con un alto grado de detalle.

Los científicos están estudiando la relación entre dos partes del cerebro, la amígdala y el hipocampo, para entender por qué ocurre esto. Esto es lo que sabemos por el momento:

Los traumas moderados pueden mejorar la memoria a largo plazo.

Los traumas extremos pueden alterar el almacenamiento a largo plazo y dejar los recuerdos almacenados como emociones o sensaciones en lugar de como recuerdos. Las investigaciones sugieren que pueden pasar hasta varios días para que un suceso se almacene completamente en la memoria a largo plazo.

Los desencadenantes sensoriales en el presente pueden hacer aflorar el material olvidado. Esto se debe a que el material se asocia con el desencadenante a través de un proceso conocido como “memoria, aprendizaje y comportamiento dependientes del estado”.

Se han creado “falsos recuerdos” de acontecimientos ligeramente traumáticos en el laboratorio. No está claro hasta qué punto esto ocurre en otros entornos.

Los estudios han documentado que las personas que viven un trauma extremo a veces olvidan el trauma. El recuerdo del trauma puede volver más tarde en la vida, normalmente empezando en forma de sensaciones o emociones, a veces con “flashbacks” durante los cuales la persona siente que está reviviendo el recuerdo. Este material se va integrando poco a poco hasta parecerse a otros recuerdos.

Debate sobre los recuerdos recuperados

¿Los recuerdos recuperados son necesariamente verdaderos? Hay mucho debate en torno a esta cuestión. Algunos terapeutas que trabajan con supervivientes de traumas creen que los recuerdos son verdaderos porque van acompañados de emociones extremas.

Otros terapeutas han informado de que algunos de sus pacientes han recuperado recuerdos que no podían ser verdaderos (un recuerdo de haber sido decapitado, por ejemplo). Algunos grupos han afirmado que los terapeutas están “implantando recuerdos” o provocando falsos recuerdos en pacientes vulnerables al sugerir que son víctimas de abusos cuando no los hubo.

Algunos terapeutas parecen haber convencido a los pacientes de que sus síntomas se debían a los abusos cuando no sabían que esto era cierto. Esto nunca se consideró una buena práctica terapéutica, y la mayoría de los terapeutas tienen cuidado de no sugerir una causa para un síntoma a menos que el paciente informe de la causa.

Hay algunas investigaciones que sugieren que se pueden crear falsos recuerdos de traumas leves en el laboratorio. En un estudio, se sugirió que los niños se habían perdido en un centro comercial. Muchos de los niños llegaron a creer más tarde que se trataba de un recuerdo real. Es importante señalar que no es ético sugerir recuerdos de traumas graves en un entorno de laboratorio.

Las pruebas a favor de los recuerdos reprimidos

Los clínicos afirman que los recuerdos reprimidos son un tipo de mecanismo de defensa desarrollado tras un acontecimiento traumático. La idea que subyace es que cuando una experiencia traumática es abrumadora y puede ser perjudicial para la salud del individuo, la mente oculta inconscientemente el recuerdo de la experiencia a la conciencia.

A medida que el recuerdo se reprime, el individuo pierde la capacidad de recordar la experiencia que desencadenó este mecanismo de defensa y a menudo no es consciente de que ha sido traumatizado.

Los clínicos también creen que el acto de la mente de reprimir los recuerdos ejerce continuamente una carga mental y física en el individuo. Esto se experimenta a través de síntomas como el insomnio, la baja autoestima, la ansiedad hacia ciertas personas y/o situaciones, y la confusión. Las investigaciones demuestran que la forma más eficaz de reducir esta carga es recordando la experiencia traumática.

¿Cuál es el contraargumento?

En contra de la creencia de los clínicos, los investigadores de la memoria afirman que los recuerdos reprimidos no existen, sino que los recuerdos “recuperados” pueden haber sido olvidados, reprimidos conscientemente o implantados falsamente. Hay varios casos en los que los individuos que han vivido un acontecimiento traumático no recuerdan todos los detalles del mismo cuando se les pide que lo recuerden.

La amígdala del cerebro se encarga de codificar las experiencias emocionales como recuerdos inconscientes, que pueden afectar a nuestros pensamientos y comportamiento. La codificación de estos recuerdos nos permite asociarlos con futuros acontecimientos estresantes o amenazantes, lo que nos permite responder instantáneamente a cualquier peligro.

Cuando experimentamos algo especialmente traumático, la actividad de la amígdala aumenta rápidamente y la del hipocampo -que se encarga de codificar los recuerdos conscientes- disminuye. Los investigadores sugieren que éste es el mecanismo que subyace a la razón por la que las personas tienen dificultades para recordar detalles específicos de los sucesos traumáticos.

Algunos investigadores de la memoria sostienen que el término “represión consciente” es una alternativa más precisa a la represión inconsciente. Esto se ve respaldado por estudios que demuestran que cuando se les pide que olviden/no piensen en elementos en una prueba de memoria, los participantes demuestran una recuperación de la memoria significativamente menos precisa.

Por último, uno de los principales argumentos de los investigadores de la memoria es que las intervenciones terapéuticas pueden ser sugestivas y pueden llevar al individuo a crear falsos recuerdos de acontecimientos traumáticos. Estos falsos recuerdos pueden surgir de las sugestiones durante la terapia, apoyadas por el paradigma de la falsa memoria, la implantación de la falsa memoria.

En el método de implantación de falsos recuerdos, se les dice a los participantes que expliquen eventos falsos que se sugiere que les han sucedido junto a una serie de eventos que sí les sucedieron. Con este método, los investigadores han conseguido implantar varios recuerdos falsos de diversos extremos, desde perderse hasta ser secuestrado. Estos estudios demuestran que estas sugestiones pueden provocar la creación de falsos recuerdos.

Los investigadores de la memoria utilizan estos resultados para insinuar que la implantación de falsos recuerdos puede producirse en entornos terapéuticos, especialmente en aquellos que se autoinforman de lapsos de memoria.

Cual es el contraargumento recuerdos reprimidos y recuperados

Conclusión

El concepto de recuerdos reprimidos afirma que las personas, a través de la terapia, pueden recuperar recuerdos de experiencias traumáticas (por ejemplo, abusos) que desconocían antes de la terapia.

Los clínicos creen que los recuerdos reprimidos tienen el potencial de ser psicopatológicos y, por lo tanto, pueden infligir una carga tanto física como mental al individuo. Recuperar el recuerdo traumático reprimido es necesario para aliviar esta carga.

Los investigadores argumentan en contra de esto afirmando que en lugar de reprimir el recuerdo, los individuos pueden olvidar el recuerdo, suprimirlo conscientemente o el recuerdo puede ser falso por completo. Además, es posible que muchos individuos ni siquiera quieran hablar de su experiencia por miedo a tener que enfrentarse a la realidad del suceso.

Es importante señalar que los investigadores de la memoria que afirman que los recuerdos reprimidos no existen suelen decir que los recuerdos falsos, vistos como recuerdos reprimidos, pueden tener un impacto negativo en otros entornos.

Por lo tanto, es importante que los clínicos sean conscientes de ello y eduquen a los interesados para reducir la posibilidad de que se desarrollen falsos recuerdos.

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