Ya sea en una carrera profesional, en una carrera a campo traviesa o en la carrera para ser el mejor alumno del colegio, la competencia está en todas partes. Pero, ¿Es realmente algo bueno? ¿Es algo que deberíamos inculcar a nuestros hijos?

Hay opiniones encontradas cuando se trata de enseñar a los niños a ser competitivos. Algunas personas creen que exponer a los niños a la competición les enseña lecciones de la vida real sobre ganar y perder. Otros creen que la competición hace más daño que bien. En cualquier caso, hay pros y contras en ambos enfoques.

Posibles beneficios

  • Prepara a los niños para futuras situaciones de la vida real.
  • Desarrolla importantes habilidades para la vida, como la empatía.
  • Amplía la zona de confort.
  • Ayuda a aprender del fracaso.

Posibles inconvenientes

  • Demasiada presión innecesaria.
  • Conduce a sentimientos negativos.
  • Destructivo para la autoestima.

Sobre las ventajas y desventajas de competir

Quienes están en contra de inculcar la competitividad a los niños, o incluso de exponerlos a competiciones en general, creen que la competición es destructiva y tóxica. Su temor es que ejerce demasiada presión sobre los niños para que sean los mejores, ya sea en un concurso de ortografía o en un partido de fútbol. También argumentan que puede causar estrés y ansiedad innecesarios.

Los que se oponen a la competición creen que cuando los niños se ven sometidos a un entorno competitivo, a menudo se sienten decepcionados, derrotados y mal con ellos mismos. Peor aún, creen que puede ser destructivo para la autoestima, especialmente si sienten que no están a la altura o que no se les reconoce su esfuerzo.

Para evitar estas experiencias negativas, muchos padres eliminan el aspecto competitivo de cada actividad y declaran a todos ganadores. En otras palabras, es la mentalidad de “todo el mundo obtiene un trofeo”.

El trabajo de Thurston Domina, profesor de política educativa y sociología de la Universidad de Carolina del Norte, indica que convertir las actividades de bajo riesgo en competiciones es malo para los niños.

Las investigaciones de Domina han demostrado que las competiciones no motivan a los niños. Su equipo de investigación observó dos institutos de California que daban tarjetas de identificación de oro o platino a los niños que sacaban buenas notas en los exámenes estandarizados. Lo que descubrieron fue que el programa no sólo tenía poca motivación para los estudiantes de menor rendimiento, sino que también aumentaba la desigualdad y la división entre los estudiantes.

Sobre las ventajas y desventajas de la competencia

Los defensores de la competencia

Mientras tanto, los que aceptan la competición como un hecho de la vida pueden creer que un poco de competencia sana puede ser realmente bueno para los niños.

Además de prepararles para las victorias y las derrotas en su vida adulta, las actividades competitivas les ayudan a desarrollar habilidades importantes como la resiliencia, la perseverancia y la tenacidad. También aprenden a respetar los turnos, a animar a los demás y a desarrollar la empatía.

Además, muchos entrenadores consideran que la crianza de los hijos no se limita a la seguridad y la protección, sino que también se trata de ampliar la zona de confort del niño. En otras palabras, es importante que los niños se acostumbren a la frustración que supone la competición. Y, lo que es más importante, les ayuda a eludir el deseo de abandonar o rendirse cuando las cosas se ponen difíciles.

Aunque es importante que un niño sepa que está seguro, también es importante permitirle experimentar la inestabilidad y la incertidumbre que se derivan de las situaciones competitivas.

Uno de los mayores errores que cometen algunos padres es proteger a sus hijos del fracaso. El fracaso no es algo malo. Puede resultar incómodo, pero es una magnífica oportunidad para aprender. De hecho, aprender de los fracasos no sólo motiva a los niños a esforzarse más y a mejorar una habilidad, sino que también puede ayudarles a convertirse en adultos más capaces que no se derrumban la primera vez que las cosas se ponen difíciles.4 Los niños pueden aprender a perder y seguir sintiéndose bien con sus esfuerzos.

En definitiva, una competición sana puede enseñar a los niños que no siempre son los mejores los que triunfan, sino los que se esfuerzan y resisten, que son los verdaderos ganadores al final. La clave es encontrar formas sanas de competir para tus hijos.

¿Cómo es una competencia sana?

Tenga en cuenta que la competitividad en sí misma no suele ser mala, sino que es la forma en que se abordan las competiciones lo que puede hacer que no sean saludables. En otras palabras, si el único objetivo es ganar y no aprender nada en el proceso, los niños se sentirán desanimados cuando pierdan. Pero si los padres, los entrenadores y los aficionados aprenden a ver la derrota de forma constructiva, los niños aprenderán mucho más de las competiciones en las que participan.

Según Carol Dweck, psicóloga de Stanford y autora de Mindset: La nueva psicología del éxito, es importante que la competición fomente una mentalidad de crecimiento en lugar de una mentalidad fija.

Por ejemplo, cuando los niños creen que las cualidades que tienen no se pueden cambiar, como ser malos en matemáticas, entonces tienen una mentalidad fija. Por lo tanto, cuando los niños tienen esta mentalidad, creen que el cambio no es posible y que están atascados con lo que se les ha dado, como la habilidad para el baloncesto, la inteligencia, el talento artístico, etc., y que no pueden cambiar o desarrollar repentinamente habilidades futbolísticas, talento musical o una propensión a las matemáticas.

Es más, según Dweck, los niños con una mentalidad fija suelen sentir la necesidad de probarse a sí mismos una y otra vez y a menudo se evalúan a sí mismos de una manera de todo o nada.

Por otro lado, lo opuesto a la mentalidad fija es la mentalidad de crecimiento. Los niños que tienen una mentalidad de crecimiento reconocen sus habilidades y capacidades actuales, pero creen que pueden cambiar, mejorar o añadir nuevas habilidades con tiempo y esfuerzo. Por lo tanto, cuando los niños tienen una mentalidad de crecimiento, es más probable que se enfrenten a la competición entendiendo que si no lo hacen bien, no es el fin del mundo. Saben que pueden aprender y mejorar. Y, lo que es más importante, están dispuestos a intentarlo.

Competencia sana entre niños

Cómo hablar con su hijo sobre la competencia

Como padre, usted tiene el poder de ayudar a sus hijos a pensar positivamente sobre la competencia.

Para empezar, una competición sana ayuda a los niños a ver que la competición no consiste sólo en ganar y perder. Asegúrese de que sus hijos sepan que la competición consiste realmente en establecer un objetivo y luego cumplirlo. En otras palabras, en lugar de centrarse en ganar, concéntrese en aquello sobre lo que tiene control, como el número de tiros que realiza en un partido de baloncesto o la cantidad de tiempo que está dispuesto a invertir en practicar para su concurso de solistas y conjuntos. Al final de la competición, lo que menos importa es el resultado global y lo que más importa es si ha conseguido lo que se proponía.

Es importante que los padres estén ahí para apoyar a sus hijos en los desafíos. También es necesario reforzar regularmente el mensaje de que no pasa nada por perder, siempre que se esfuercen al máximo y aprendan de la experiencia.

De hecho, algunos entrenadores indicarán que la mayor lección que los niños aprenderán de la competición es que el mayor competidor son ellos mismos. En otras palabras, los niños no sólo necesitan aprender a creer en sí mismos y en sus capacidades, sino también descubrir que su identidad no está ligada a ganar o perder, sino a su carácter en cualquiera de los dos escenarios.

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Algunas estrategias para sacar el máximo provecho de situaciones competitivas

Estrategias para sacar provecho de situaciones competitivas

Reconocer los diferentes tipos de objetivos

Está claro que hay algunas situaciones competitivas en las que el objetivo principal es ganar. Aunque esto está bien en algunas situaciones, también hay un perdedor. Si ganar es el único objetivo en el que se centra un niño, se creará un ambiente poco saludable.

Recuerda que nadie tiene control sobre el resultado de un juego. Por lo tanto, es mejor que los niños tengan otros objetivos además de ganar, como un objetivo basado en el rendimiento personal. Puede que sigan perdiendo el partido, pero verán que su nivel de habilidad mejora de alguna manera.

Promover los rasgos personales más que el resultado

Tanto si practica un deporte como si se presenta a un concurso de baile o participa en la olimpiada de ciencias, habrá momentos en la vida de un niño en los que deberá competir con otros. En estas situaciones, deje de centrarse en ganar y céntrese en las cosas que pueden controlar, como su esfuerzo.6 Luego, independientemente del resultado, ayude a sus hijos a ver lo que hicieron bien.

Por ejemplo, ¿estuvieron muy concentrados? ¿Mostraron un comportamiento valiente? ¿Han gestionado bien su tiempo? Es importante que los niños vean que el éxito no consiste en ganar. Así, en el futuro, cuando no consigan entrar en la universidad de su elección o no consigan el trabajo que querían, podrán dar un paso atrás y reflexionar sobre lo que hicieron bien y sobre lo que podrían mejorar.

Recuerda que el fracaso forma parte del éxito

Por extraño que pueda parecer al principio, permitir que un niño fracase es uno de los aspectos más importantes de la competición.

Cuando se permite a un niño fracasar, descubre que puede recuperarse de ello, aprender y seguir adelante. Fracasar, o perder una competición, no tiene por qué definirlos.

Pero, por desgracia, muchos niños de hoy en día tienen miedo al fracaso. Tal vez tengan miedo de que los demás les intimiden o se burlen de ellos, o tal vez tengan miedo de decepcionar a sus padres. Sea cual sea el motivo, el miedo puede impedir que los niños intenten cosas difíciles. Cuando esto ocurre, se reducen sus oportunidades de crecimiento y las de éxito.

Una cosa que pueden hacer los padres es compartir sus experiencias de fracaso y lo que aprendieron de ellas. El objetivo es que los niños tengan la oportunidad de experimentar el fracaso antes de llegar a la universidad. De este modo, cuando experimenten retos o fracasos, simplemente lo verán como una forma de vida y podrán seguir adelante de forma saludable.

El fracaso forma parte del exito

Dar su aprobación libremente

Algunos padres retienen el amor y la aprobación cuando su hijo no rinde a la altura de sus expectativas o no gana una competición. Cuando esto ocurre, el niño puede sentir pánico en su interior porque no se siente querido ni seguro. Es más, empiezan a creer que no son suficientes o que tienen alguna carencia y que los padres nunca les valorarán si no ganan.

En la mayoría de los casos, cuando esto ocurre, los niños empiezan a dejarse la piel para intentar hacer felices a sus padres. Pero tratar de impresionar a sus padres es un camino peligroso y puede ser perjudicial para su bienestar mental. En cambio, los niños se benefician cuando los padres les dan amor y aprobación libremente y sin condiciones. Los niños deben sentir siempre que se les quiere incondicionalmente, incluso cuando pierden.

Qué hacer si la competición estresa a su hijo

A veces los niños se resisten tanto a la competición que pueden negarse a participar en cualquier actividad competitiva. También pueden fingir una enfermedad o mostrar signos de ansiedad.

Aunque es normal que los niños se sientan un poco ansiosos antes de una gran competición, no deberían estar tan preocupados como para que eso repercuta en otras áreas de su vida.

Tanto si se trata de un partido importante, como de un examen estandarizado, una competición de la banda de música o el concurso estatal de ortografía, si el miedo a la competición está afectando a su hijo, es posible que quiera profundizar para ver qué hay bajo la superficie. Podría haber ansiedad o depresión en juego. O podría ser simplemente una visión poco saludable de la competición.

Mucha gente suele aconsejar que no se permita a un niño ansioso abandonar una actividad. En poco tiempo, el abandono podría convertirse en una forma de vida para el niño si nunca aprende a gestionar su angustia. Sin embargo, hay algunos casos en los que está bien dejarlo, como cuando se aburre de un deporte. Los padres siempre pueden hablar con su hijo sobre si sus habilidades podrían aprovecharse mejor en otra parte, y animarle a probar una nueva actividad con la que podría estar más comprometido.

La próxima vez que la ansiedad por el rendimiento haga acto de presencia, intente enseñar a su hijo algunas técnicas de relajación que le ayuden a mantener las mariposas a raya. También es importante proporcionarle apoyo y tranquilidad en la medida de lo posible. Con cada actividad competitiva estresante que el niño supere, más fuerza mental y resistencia tendrá para las situaciones competitivas en el futuro. La perseverancia a través de la ansiedad y los retos que proporciona la competición es donde se produce el verdadero crecimiento.

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