Cualquiera que haya sufrido un ataque de pánico conoce de primera mano la intensa sensación de miedo y malestar que puede producir este proceso.
No ayuda el hecho de que los ataques de pánico puedan aparecer a veces sin ninguna advertencia o desencadenante en lo que se conoce como “ataque de pánico inesperado”. Otras veces, los casos de ataques de pánico pueden ser anticipados, lo que se conoce como “ataque de pánico esperado”. Estos ataques suelen producirse en situaciones desencadenantes como la proximidad a un animal temido o una temida emergencia laboral.
Independientemente de las circunstancias en las que surjan los ataques de pánico, está ampliamente aceptado que estos encuentros pueden alterar gravemente la vida cotidiana, social e incluso laboral. En esta guía, examinaremos qué puede ser responsable de los ataques de pánico, las formas de reconocer los síntomas de este trastorno, así como los posibles métodos de tratamiento para la afección.
Síntomas de ataques de pánico
A pesar de ser miedos válidos, el pánico que siente al perder el autobús para ir a la escuela, o al darse cuenta de que su cartera ha vuelto a casa mientras sale a cenar, no se traduce automáticamente en un ataque de pánico.
Un ataque de pánico se describe como una intensa sensación de miedo o malestar, que puede ocurrir sin ninguna causa conocida de peligro. Estos ataques pueden afectar a cualquier persona, desde niños y adolescentes hasta adultos. Sin embargo, independientemente de quién pase por el miedo atroz de un ataque, estas sensaciones no suelen durar más de unos minutos.
En ese lapso de tiempo, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos de salud mental (DSM) señala que pueden observarse los siguientes síntomas:
- Palpitaciones o aceleración del ritmo cardíaco.
- Sudoración.
- Temblores o escalofríos.
- Sensación de ahogo.
- Dificultad para respirar.
- Dolor en el pecho.
- Náuseas.
- Mareo o vértigo.
- Sentirse alejado de uno mismo.
- Miedo a “volverse loco”.
- Escalofríos o sofocos.
- Miedo a morir.
A pesar de ser intensos y preocupantes, los síntomas de un ataque de pánico suelen remitir al cabo de unos minutos. Sin embargo, hay casos en los que los ataques de pánico pueden producirse varias veces al día, o con tan poca frecuencia como unos pocos ataques al año.
Es comprensible que estos síntomas -especialmente cuando son inesperados- puedan causar un miedo persistente a que se repitan los ataques, lo que conduce a un trastorno de pánico.
Los ataques de pánico también se experimentan comúnmente con afecciones como el trastorno obsesivo-compulsivo, la fobia social, la depresión y la ansiedad.
Causas de los ataques de pánico
A pesar de ser un suceso relativamente común -se estima que el 4,7% de los adultos de EE.UU. sufrirán un ataque de pánico en algún momento de su vida-, la causa exacta de los ataques de pánico sigue siendo desconocida.
Sin embargo, se sospecha que las siguientes son las causas de estos ataques:
Antecedentes familiares
Cuando una persona experimenta ataques de pánico, existe la posibilidad de que haya heredado la afección de familiares anteriores. Los familiares de primer grado tienen un riesgo del 40% de desarrollar un trastorno de pánico si alguien de la familia lo padece.
Esta persona puede tener un sistema nervioso central sensible centrado en la amígdala. La amígdala es una porción del cerebro responsable de procesar el miedo y las interacciones amenazantes.
Otras secciones del cerebro también pueden contribuir a esta condición, así como ciertos factores temperamentales y ambientales.
Un desequilibrio químico
En medio de un ataque de pánico ocurren muchas cosas: las manos tiemblan, el sudor brota y el miedo extremo se apodera de la persona. Mientras esto ocurre, el cuerpo está experimentando cambios químicos que conducen a esa reacción.
Se ha sugerido que las anomalías en los siguientes elementos podrían conducir al desarrollo de un trastorno de pánico: el ácido gamma-aminobutírico, el cortisol, también conocido como una de las hormonas del estrés del cuerpo, y la serotonina.
Trauma infantil
Cuando un niño experimenta una situación angustiosa, como un accidente, el acoso escolar, el maltrato físico o una catástrofe natural, esto puede tener consecuencias negativas para el bienestar.
Además de trastornos como el TEPT, el niño puede tener un mayor riesgo de desarrollar un trastorno de pánico en la edad adulta.
Hipervigilancia
En algunos casos, experimentar un ataque de pánico puede tener el efecto dominó de producir aún más síntomas de pánico.
Esto se debe a que las sensaciones asociadas a un ataque de pánico: dolor en el pecho, dificultad para respirar, palpitaciones del corazón pueden hacer que la persona que lo sufre piense que hay algo más grave en juego.
Cuando una persona comienza a experimentar síntomas de pánico, esto lleva a una mayor atención a las sensaciones corporales, aumentando la activación del sistema de lucha y huida. El sistema de lucha y huida aumenta aún más la ansiedad que puede conducir a un ataque de pánico.
Tratamiento
Como confirmará cualquiera que haya sufrido un ataque de pánico, los ataques de pánico son demasiado perturbadores para el bienestar como para ser simplemente ignorados o soportados.
Para controlar estos ataques, existen medidas psicológicas y farmacéuticas de confianza capaces de tratar y controlar esta afección. Entre ellas se encuentran:
Terapia
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es un curso de acción muy recomendable para controlar los ataques de pánico.
Una de las técnicas más utilizadas en este proceso es la terapia de exposición. Esta medida puede utilizarse cuando hay un desencadenante específico del pánico.
La terapia de exposición también puede controlar las respuestas internas a los ataques de pánico, como el aumento del ritmo cardíaco y los mareos.
La TCC también se recomienda para controlar algunas de las afecciones concurrentes que pueden acompañar a los ataques de pánico, como la depresión y el TOC.
Entrenamiento de la respiración
Los ejercicios de respiración también se utilizan a veces para controlar los síntomas de los ataques de pánico.
Estos ejercicios enseñan a los pacientes a respirar más despacio, más profundamente y a un ritmo regular en un esfuerzo por controlar los ataques de pánico.
El entrenamiento de la respiración pretende frenar la hiperventilación causada por los ataques de pánico. Sin embargo, aunque se utiliza popularmente, su eficacia sigue siendo objeto de estudio.
Medicación
Dos medicamentos comúnmente recetados para tratar los ataques de pánico son los antidepresivos y las benzodiacepinas.
Aunque las benzodiacepinas son tranquilizantes de rápida eficacia en el pánico, los prescriptores aconsejan tener precaución, ya que tras su uso puede producirse dependencia, somnolencia y afectación de la cognición.
Más comúnmente, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina -un tipo de antidepresivo- suelen ser la primera línea de tratamiento para controlar los ataques de pánico.
Los ISRS ayudan a mejorar el estado de ánimo y son útiles para mejorar los niveles de serotonina en el cerebro.
Los ataques de pánico ocupan un lugar destacado en la lista de sensaciones corporales desagradables. Además de los temblores, la sudoración y las palpitaciones, esta afección puede ser tan angustiosa como para provocar un miedo a la muerte inminente.
Aunque el origen de esta afección sigue sin estar claro, el tratamiento de los ataques de pánico es más seguro. Consulte a un profesional sobre los pasos y las medidas de tratamiento adecuadas para tratar estos ataques.
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Lo que necesita saber sobre los dos tipos principales de ataque de pánico
Los ataques de pánico se caracterizan por sentimientos de miedo, temor y síntomas físicos incómodos. Los ataques no se clasifican como un trastorno de salud mental en sí mismos, sino como un conjunto de síntomas que se producen en el contexto de otros trastornos mentales. Los ataques de pánico se clasifican en dos tipos: esperados e inesperados. Esto es lo que hay que saber sobre cada uno de ellos.
Tipos de ataques de pánico
Los ataques de pánico no sólo pueden variar en intensidad y duración, sino que también pueden diferir según lo que haya provocado el ataque.
El DSM-5 enumera dos tipos distintos de ataques de pánico: ataques de pánico esperados y ataques de pánico inesperados.
Ataques de pánico esperados
Los ataques esperados se anticipan cuando una persona está sometida a señales específicas o desencadenantes del pánico. Por ejemplo, alguien que tiene miedo a los espacios cerrados (claustrofobia) puede esperar tener ataques de pánico cuando se encuentra en un ascensor o en otras zonas estrechas.
Una persona que tiene miedo a volar (aerofobia) puede tener previsiblemente un ataque de pánico al subir a un avión, en el momento del despegue o en algún momento del vuelo.
Ataques de pánico inesperados
Los ataques de pánico inesperados se producen de forma repentina sin ninguna causa o indicación obvia. Cuando se produce un ataque de pánico inesperado, la persona puede estar completamente relajada antes de que aparezcan los síntomas.
Este tipo de ataque de pánico no va acompañado de ninguna señal interna consciente, como tener pensamientos de miedo, sentimientos de intenso temor y ansiedad o sensaciones físicas incómodas. Los ataques inesperados tampoco se producen con señales externas, como fobias específicas o la exposición a un acontecimiento o situación aterradora.
Diagnóstico
Los ataques de pánico se asocian con mayor frecuencia a un diagnóstico de trastorno de pánico, pero pueden estar asociados a otros trastornos de salud mental. Los ataques de pánico suelen estar relacionados con trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, como:
- Agorafobia.
- Trastorno bipolar.
- Trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
- Trastorno depresivo mayor.
- Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
- Trastorno de estrés postraumático (TEPT).
- Trastorno de ansiedad social (TAS).
Fobias específicas
Estos ataques también pueden producirse junto con una serie de trastornos de salud mental, como los trastornos de la personalidad, los trastornos alimentarios y los trastornos relacionados con sustancias.
Si está experimentando ataques de pánico, su médico o profesional de la salud mental cualificado puede determinar si sus síntomas de pánico son un indicio de que padece un trastorno de pánico o una afección diferente.
Su profesional puede proporcionarle un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado. Cuanto antes reciba tratamiento para sus síntomas de pánico, antes podrá controlar sus ataques de pánico.
Ataques de pánico en el trastorno de pánico
El trastorno de pánico es una condición de salud mental compleja que implica sentimientos de ansiedad y aprehensión. Como se indica en el DSM-5, el trastorno de pánico se clasifica como un trastorno de ansiedad con su propio conjunto de criterios de diagnóstico.
Haber experimentado un ataque de pánico imprevisto suele ser una señal de que una persona puede esperar tener más de ellos en el futuro. Los ataques de pánico recurrentes e inesperados son una característica distintiva del trastorno de pánico. También existe una preocupación persistente por tener más ataques o cambios significativos en el comportamiento relacionados con los ataques de pánico.
Las personas diagnosticadas de trastorno de pánico también pueden sufrir ataques de pánico nocturnos, un tipo de ataque de pánico inesperado que se produce cuando la persona está profundamente dormida y la despierta con síntomas de pánico.
El trastorno de pánico suele desarrollarse al final de la adolescencia o al principio de la edad adulta, pero en ocasiones puede comenzar en la infancia o al final de la edad adulta. También es casi dos veces más frecuente en las mujeres que en los hombres. Por ello, los expertos recomiendan que las mujeres y niñas mayores de 13 años se sometan a pruebas de detección de trastornos de ansiedad durante los exámenes rutinarios de atención preventiva.
Actualmente se desconocen las causas del trastorno de pánico, pero la investigación ha encontrado fuertes vínculos familiares, lo que sugiere que tener un familiar biológico cercano con trastorno de pánico pone a alguien en mayor riesgo de desarrollar esta condición.
Diferentes teorías examinan la influencia de factores ambientales, biológicos y psicológicos. La mayoría de los expertos coinciden en que el trastorno de pánico es el resultado de una combinación de estos factores.
Tratamiento del trastorno de pánico
Una persona con trastorno de pánico puede experimentar grandes limitaciones debido a los ataques de pánico. Por ejemplo, pueden pasar una cantidad significativa de tiempo preocupándose por futuros ataques de pánico e incluso pueden evitar ciertos lugares y situaciones que creen que contribuirán a la posibilidad de tener un ataque de pánico.
Además, muchas personas con trastorno de pánico se enfrentan a la soledad y el aislamiento, sintiéndose avergonzadas por sus síntomas y temiendo que los demás les juzguen negativamente por sus síntomas de pánico.
Aunque no existe una cura para el trastorno de pánico, hay numerosas opciones de tratamiento disponibles para ayudar a las personas a controlar sus síntomas. Las opciones más comunes incluyen la medicación prescrita y/o la psicoterapia. La mayoría de las personas con trastorno de pánico probarán ambas opciones junto con la práctica de técnicas de autoayuda.
Los medicamentos para el trastorno de pánico, como los antidepresivos y las benzodiacepinas, pueden reducir la intensidad de los ataques de pánico y otros síntomas relacionados con la ansiedad. La psicoterapia puede ayudar a afrontar las emociones difíciles y a desarrollar técnicas de afrontamiento saludables.
Independientemente de las opciones que se elijan, es importante obtener ayuda para el pánico y la ansiedad. Cuanto antes se haga el diagnóstico y se inicie el tratamiento, más rápido podrá la persona hacer frente a los síntomas y manejar la vida con el trastorno de pánico.