La autoconciencia es uno de los primeros componentes del autoconcepto que surge. Aunque la autoconciencia es algo fundamental para la persona, no es algo en lo que se concentre de forma aguda en cada momento del día.

En cambio, la conciencia de sí mismo se entreteje en el tejido de lo que uno es y emerge en diferentes momentos dependiendo de la situación y de su personalidad.

Las personas no nacen completamente conscientes de sí mismas. Sin embargo, las investigaciones han demostrado que los bebés tienen un sentido rudimentario de la conciencia de sí mismos.

Los bebés tienen conciencia de que son un ser distinto de los demás, lo que se pone de manifiesto en comportamientos como el reflejo de enraizamiento, en el que un bebé busca un pezón cuando algo le roza la cara. Los investigadores también han descubierto que incluso los recién nacidos son capaces de diferenciar el tacto propio del ajeno.

¿Qué es la autoconciencia?

La autoconciencia implica nuestra percepción de los diferentes aspectos del yo, incluidos los rasgos, los comportamientos y los sentimientos. Esencialmente, es un estado psicológico en el que uno mismo se convierte en el centro de atención.

Desarrollo de la autoconciencia

Los estudios han demostrado que un sentido más complejo de la conciencia de sí mismo emerge alrededor del año de edad y se vuelve mucho más desarrollado aproximadamente a los 18 meses de edad. Los investigadores Lewis y Brooks-Gunn realizaron estudios sobre el desarrollo de la autoconciencia.

Los investigadores aplicaron un punto rojo en la nariz de un bebé y luego lo acercaron a un espejo. Los niños que se reconocían a sí mismos en el espejo se llevaban la mano a su propia nariz en lugar de al reflejo en el espejo, lo que indicaba que tenían al menos cierto nivel de autoconciencia.

Lewis y Brooks-Gunn descubrieron que casi ningún niño menor de un año se llevaba la mano a su propia nariz en lugar de al reflejo del espejo.

Alrededor del 25% de los niños de entre 15 y 18 meses se llevaban la mano a su propia nariz, mientras que alrededor del 70% de los que tenían entre 21 y 24 meses lo hacían.

Es importante señalar que el estudio de Lewis y Brooks-Gunn sólo indica la autoconciencia visual de un bebé; los niños podrían poseer otras formas de autoconciencia incluso en esta etapa temprana de la vida. Por ejemplo, los investigadores Lewis, Sullivan, Stanger y Weiss sugirieron que la expresión de las emociones implica la conciencia de sí mismo, así como la capacidad de pensar en uno mismo en relación con otras personas.

Los investigadores han propuesto que una zona del cerebro conocida como córtex cingulado anterior, situada en la región del lóbulo frontal, desempeña un papel importante en el desarrollo de la autoconciencia. Los estudios también han utilizado imágenes cerebrales para demostrar que esta región se activa en los adultos que tienen conciencia de sí mismos.

El experimento de Lewis y Brooks-Gunn sugiere que la autoconciencia empieza a surgir en los niños alrededor de los 18 meses, una edad que coincide con el rápido crecimiento de las células fusiformes en el córtex cingulado anterior.

Sin embargo, un estudio descubrió que un paciente conservaba la conciencia de sí mismo incluso con grandes daños en zonas del cerebro como la ínsula y el córtex cingulado anterior.

Esto sugiere que estas áreas del cerebro no son necesarias para la mayoría de los aspectos de la autoconciencia y que, en cambio, la conciencia puede surgir de interacciones distribuidas entre las redes cerebrales.

Niveles de autoconciencia

¿Cómo llegan los niños a ser conscientes de sí mismos como seres separados? Una de las principales teorías sobre la autoconciencia, desarrollada por el doctor Philippe Rochat, sugiere que existen cinco niveles de autoconciencia. Los niños progresan a través de estas etapas entre el nacimiento y la edad aproximada de 4 o 5 años:

Diferenciación

El bebé empieza a reconocer su propio reflejo. Puede detectar que hay algo diferente o especial al mirar su reflejo.

Situación

El bebé empieza a reconocer su propio reflejo, su ser y sus movimientos como algo distinto de los que le rodean.

Situacion la autoconciencia

Identificación

Es la etapa en la que el niño sabe plenamente que es su propio reflejo en el espejo. Saben: “Este soy yo”.

Permanencia

Tienen un sentido completo de sí mismos y pueden identificarse en fotos o vídeos, incluso cuando su apariencia cambia.

Autoconciencia

El niño adapta un punto de vista de sí mismo en tercera persona; se hace consciente de la idea de que los demás le perciben de determinadas maneras. Esto puede dar lugar a sentimientos como el orgullo o la vergüenza.

Tipos de autoconciencia

Los psicólogos suelen dividir la autoconciencia en dos tipos diferentes, pública o privada.

Tipos de autoconciencia

Autoconciencia pública

Este tipo surge cuando las personas son conscientes de cómo se muestran ante los demás. La autoconciencia pública suele surgir en situaciones en las que las personas son el centro de atención.

Este tipo de autoconciencia suele obligar a las personas a adherirse a las normas sociales. Cuando somos conscientes de que nos observan y evalúan, solemos intentar comportarnos de forma socialmente aceptable y deseable.

La autoconciencia pública también puede conducir a la ansiedad de evaluación, en la que las personas se sienten angustiadas, ansiosas o preocupadas por cómo son percibidas por los demás.

Ejemplos de autoconciencia pública

Puedes experimentar la autoconciencia pública en el lugar de trabajo, cuando haces una gran presentación. O puede experimentarla al contar una historia a un grupo de amigos.

Autoconciencia privada

Este tipo de autoconciencia se produce cuando las personas son conscientes de algunos aspectos de sí mismas, pero sólo de forma privada. Por ejemplo, ver tu cara en el espejo es un tipo de autoconciencia privada.

Ejemplos de autoconciencia privada

Sentir que se te revuelve el estómago cuando te das cuenta de que te has olvidado de estudiar para un examen importante o sentir que tu corazón se agita cuando ves a alguien que te atrae son también ejemplos de autoconciencia privada.

Destellos de autoconciencia es un programa formado por 8 audios con exquisitas y naturales secuencias de movimientos basadas en el Método Feldenkrais, que puedes practicar en la comodidad de tu hogar y que te guiarán a un estado de bienestar y plena conexión con vos misma.

Cómo mejorar el conocimiento de uno mismo como autoconciencia

¿Cómo se puede mejorar el conocimiento de uno mismo? Hay muchas formas de practicar el estar presente con uno mismo y con las emociones, lo que, a su vez, puede ayudar a mejorar el conocimiento de uno mismo.

Como mejorar el conocimiento de uno mismo autoconciencia

Meditación

La meditación puede ser una práctica especialmente útil porque no tienes que preocuparte por cambiar nada; simplemente notar lo que ocurre durante la meditación puede aportar una mayor conciencia de tus pensamientos y sentimientos.

Tal vez notes que mantienes la tensión en tu cuerpo apretando la mandíbula, por ejemplo, o que tiendes a preocuparte tanto por el futuro que te resulta difícil estar en el momento presente. Todo esto es información valiosa que puede ayudarte a conocerte a ti mismo y a tus tendencias.

Diario

Llevar un diario es una práctica de autorreflexión que puede ayudarle a darse cuenta de la forma en que tiende a pensar y a comportarse, e incluso de las áreas de su vida que desea mejorar. Puede ser una forma terapéutica de comprender los acontecimientos y las relaciones de tu vida.

Terapia de conversación

Durante la terapia -como la terapia cognitivo-conductual (TCC)- un terapeuta trabaja con usted para abordar patrones de pensamiento o comportamientos negativos.

Al comprender la causa subyacente de sus pensamientos negativos, por ejemplo, estará en una posición más ventajosa para cambiarlos y utilizar mecanismos de afrontamiento saludables en su lugar.

Desarrolle su inteligencia emocional

El autoconocimiento y la inteligencia emocional (IE) van de la mano. La Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad de una persona para percibir sus propias emociones y las de otras personas. Una persona con una alta Inteligencia Emocional es capaz de responder eficazmente a las emociones con empatía y compasión.

Por supuesto, nadie es perfecto, y la Inteligencia Emocional es una habilidad como cualquier otra. Pero si aprendes a expresar tus propias emociones de forma saludable y practicas la escucha activa en tus relaciones, estarás contribuyendo también a ampliar tu propio conocimiento de ti mismo.

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Autoconciencia de si mismo

A veces, las personas pueden ser demasiado conscientes de sí mismas y caer en lo que se conoce como autoconciencia. ¿Has sentido alguna vez que todo el mundo te observa, juzga tus acciones y espera a ver qué vas a hacer a continuación? Este estado de autoconciencia puede hacer que te sientas incómodo y nervioso en algunos casos.

En muchos casos, estos sentimientos de autoconciencia son sólo temporales y surgen en situaciones en las que estamos “en el punto de mira”. Sin embargo, para algunas personas, la excesiva autoconciencia puede reflejar una afección crónica, como el trastorno de ansiedad social.

Aunque la conciencia de sí mismo desempeña un papel fundamental en la forma en que nos entendemos a nosotros mismos y en cómo nos relacionamos con los demás y con el mundo, la excesiva conciencia de sí mismo puede dar lugar a problemas como la ansiedad y el estrés.

Si luchas contra la autoconciencia, habla de tus síntomas con un médico o profesional de la salud mental para saber más sobre lo que puedes hacer para afrontar estos sentimientos.

La experiencia y el poder dificultan el autoconocimiento

En contra de la creencia popular, los estudios han demostrado que las personas no siempre aprenden de la experiencia, que la pericia no ayuda a eliminar la información falsa y que considerarnos muy experimentados puede impedirnos hacer nuestros deberes, buscar pruebas que no confirmen y cuestionar nuestras suposiciones.

Y al igual que la experiencia puede llevarnos a una falsa sensación de confianza en nuestro rendimiento, también puede hacernos confiar demasiado en nuestro nivel de autoconocimiento. Por ejemplo, un estudio descubrió que los directivos con más experiencia eran menos precisos a la hora de evaluar su eficacia en el liderazgo en comparación con los directivos con menos experiencia.

Del mismo modo, cuanto más poder tiene un líder, más probable es que sobrestime sus habilidades y capacidades. Un estudio realizado con más de 3.600 líderes de diversas funciones e industrias descubrió que, en relación con los líderes de menor nivel, los de mayor nivel sobrevaloraban sus habilidades de forma más significativa (en comparación con las percepciones de los demás). De hecho, este patrón existía para 19 de las 20 competencias que los investigadores midieron, incluyendo la autoconciencia emocional, la autoevaluación precisa, la empatía, la fiabilidad y el rendimiento del liderazgo.

Los investigadores han propuesto dos explicaciones principales para este fenómeno. En primer lugar, en virtud de su nivel, los líderes de alto nivel simplemente tienen menos personas por encima de ellos que puedan proporcionar una retroalimentación sincera. En segundo lugar, cuanto más poder tenga un líder, menos cómoda se sentirá la gente para darle una opinión constructiva, por miedo a que perjudique su carrera. El profesor de negocios James O’Toole ha añadido que, a medida que aumenta el poder de un líder, su disposición a escuchar disminuye, bien porque cree que sabe más que sus empleados o porque buscar opiniones le supondrá un coste.

Pero esto no tiene por qué ser así. Un análisis demostró que los líderes más exitosos, según las evaluaciones de 360 grados sobre la eficacia del liderazgo, contrarrestan esta tendencia buscando frecuentemente opiniones críticas (de jefes, compañeros, empleados, su junta directiva, etc.). De este modo, adquieren mayor conciencia de sí mismos y llegan a ser considerados más eficaces por los demás.

Asimismo, en nuestras entrevistas descubrimos que las personas que mejoraron su autoconciencia externa lo hicieron buscando comentarios de críticos cariñosos, es decir, personas que tienen sus mejores intereses en mente y están dispuestas a decirles la verdad. Para asegurarse de que no reaccionan de forma exagerada o corrigen en exceso basándose en la opinión de una sola persona, también comprueban los comentarios difíciles o sorprendentes con otras personas.

La introspección no siempre mejora el autoconocimiento

También está muy extendida la idea de que la introspección -examinar las causas de nuestros propios pensamientos, sentimientos y comportamientos- mejora el autoconocimiento. Después de todo, ¿qué mejor manera de conocernos a nosotros mismos que reflexionando sobre por qué somos como somos?

Sin embargo, uno de los hallazgos más sorprendentes de nuestra investigación es que las personas que hacen introspección son menos conscientes de sí mismas y manifiestan peor satisfacción y bienestar en el trabajo. Otras investigaciones han mostrado patrones similares.

El problema con la introspección no es que sea categóricamente ineficaz, sino que la mayoría de la gente la hace de forma incorrecta. Para entenderlo, analicemos la pregunta introspectiva más común: “¿Por qué?” Nos lo preguntamos cuando tratamos de entender nuestras emociones (¿Por qué me gusta tanto el empleado A que el empleado B?), o nuestro comportamiento (¿Por qué se me fue la mano con ese empleado?), o nuestras actitudes (¿Por qué estoy tan en contra de este trato?).

Resulta que el “por qué” es una pregunta de autoconciencia sorprendentemente ineficaz. La investigación ha demostrado que simplemente no tenemos acceso a muchos de los pensamientos, sentimientos y motivos inconscientes que buscamos. Y como muchas cosas quedan atrapadas fuera de nuestra conciencia, tendemos a inventar respuestas que parecen ciertas, pero que a menudo son erróneas. Por ejemplo, después de un arrebato inusual de una empleada, un nuevo jefe puede llegar a la conclusión de que lo ocurrido se debe a que ella no está hecha para la gestión, cuando la verdadera razón fue un caso de baja de azúcar en la sangre.

En consecuencia, el problema de preguntarse el porqué no es sólo lo equivocados que estamos, sino lo seguros que estamos de tener razón. La mente humana rara vez funciona de forma racional, y nuestros juicios rara vez están libres de prejuicios. Tendemos a abalanzarnos sobre cualquier “idea” que encontremos sin cuestionar su validez o valor, ignoramos las pruebas contradictorias y forzamos nuestros pensamientos para que se ajusten a nuestras explicaciones iniciales.

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