Con una mentalidad de “puedo hacer cualquier cosa”, las personas creen en sus capacidades, tienen una actitud optimista y esperan crear un buen futuro. Al mismo tiempo, influyen positivamente en su nivel de felicidad y bienestar general.
Echemos un vistazo a algunos de los rasgos de una mentalidad “puedo hacer cualquier cosa”.
Cómo es una mentalidad de “puedo hacer cualquier cosa”
Las personas que piensan “puedo hacer cualquier cosa” tienen una visión positiva de sí mismas y del mundo. Creer que las cosas saldrán bien no significa que se pase por alto la realidad ni que se ignoren los problemas o se blanqueen las cuestiones.
Las personas que ven el lado bueno de las cosas saben que, con dos resultados posibles, uno negativo y otro positivo, es mejor que elijan el que les augure algo bueno.
Beneficios de esta mentalidad
Creer que tienes capacidad para lograr y hacer que las cosas sucedan es muy poderoso. Una actitud en la que esperas que ocurran cosas buenas y buscas que ocurran cosas buenas también es ventajosa para tu salud.
Los beneficios más destacados para su salud y bienestar general son los siguientes:
Aumento de la autoestima
La autoestima describe cómo te consideras a ti mismo. Es su sentido del valor y una forma de determinar si se siente bien y le gusta quién es. Con una actitud de “puedo hacer cualquier cosa”, es más probable que tengas una autoestima sana. Esto se debe a que confías en tus capacidades y crees que puedes hacer que las cosas sucedan.
En una investigación reciente, los científicos descubrieron que los actos de bondad aumentan la autoestima de los adolescentes. Los científicos realizaron el estudio basándose en los cuestionarios de 681 participantes adolescentes. El objetivo de los científicos era determinar cómo se asociaba la autoestima con los actos de bondad hacia la familia, los amigos y los desconocidos.
Los resultados mostraron que todos los actos de bondad mejoraban su autoestima. Curiosamente, los actos hacia extraños, por ejemplo, a través del voluntariado, tenían un mayor efecto positivo que las acciones prosociales que ayudaban a la familia o a los amigos. Se entiende que los adolescentes se alejan con un mayor sentido de autocompetencia después de realizar actos de voluntariado y de entrega.
Mayores niveles de confianza
Las personas con confianza en sí mismas son más resistentes al estrés. No se comparan con los demás, rinden más y establecen límites para mantenerse sanos.
Perspectiva de futuro positiva
Cuando uno cree que puede hacer cualquier cosa, ve el futuro de forma positiva. Emplear el pensamiento futuro positivo e imaginar que algún día los sueños se hacen realidad da como resultado una mayor inspiración para lograr los objetivos a largo plazo.
Aumento de la motivación
Aunque decir a alguien que es genial puede parecer beneficioso, en realidad no lo es. Los padres a veces elogian a sus hijos de esta manera. En lugar de decirles: “Eres muy inteligente”, por ejemplo, es mejor felicitarles diciendo: “Te has esforzado mucho en eso”.
De este modo, se elogia su capacidad intrínseca de trabajar con diligencia. Al felicitar de esta manera, los niños y los adultos entienden que pueden mejorar. Así estarán más motivados.
Vida más larga
El optimismo también está asociado a una longevidad excepcional. En un estudio reciente, los científicos descubrieron que los niveles de optimismo más elevados se asociaban a una mayor duración de la vida (entre un 11% y un 15% más de media) y a mayores probabilidades de una longevidad excepcional. La longevidad excepcional se define como vivir hasta los 85 años o más. También se ajustaron los datos demográficos y las condiciones de salud de base.
Estas asociaciones fueron significativas en dos cohortes independientes y de magnitud similar tanto en hombres como en mujeres. Dado que el aumento de la salud suele correlacionarse con una mayor duración de la vida, sus resultados parecen sugerir que el optimismo puede ser un recurso importante para promover el envejecimiento saludable y la resiliencia.
El 92% de nosotros abandona los objetivos que se plantea antes de un mes. Y, tras un año, solo un 3% continuará motivado y por fin viendo conseguir lo que se propone.
¿Cuáles son sus secretos? ¿Cómo lo hacen? Y, lo más importante: ¿Cómo usarlos para tus propias metas con el mínimo esfuerzo posible?
¿Qué vas a aprender en el curso?
1. Los 4 sabotajes principales que nos hacemos a nosotros mismos.
2. 8 Técnicas contrastadas para resolver (casi) cualquier obstáculo.
3. ¿Qué (y qué no) hace el 3% de las personas más exitosas del mundo?
¿Y si eres pesimista por naturaleza?
Los pesimistas se culpan a sí mismos o a los demás. En general, buscan y encuentran un patrón de acontecimientos negativos. Es casi como si centrarse tanto en una cosa mala tras otra creara más cosas malas.
Puedes entrenarte para ser optimista. Aunque tengas una tendencia natural a mirar las sombras y las nubes, puedes cambiar tu mentalidad en la dirección de creer que las cosas son posibles (dentro de lo razonable).
He aquí 6 maneras de reducir el pesimismo:
- Identifica los pensamientos negativos que hay detrás de tus comportamientos. Puede ser la autoconversación negativa.
- Desafíe esa creencia errónea que subyace a la autoconversión
- Observe la consecuencia de su negatividad. Por ejemplo, decirte a ti mismo que nunca te ascenderán no te hace sentir bien contigo mismo ni te inspira a tomar medidas para salir adelante.
- Date cuenta de que te sientes mejor cuando piensas en positivo.
- Recuerda tus éxitos pasados y céntrate en ellos.
- Practica, practica, practica. Te llevará algún tiempo desarrollar una perspectiva más positiva, pero puedes hacerlo con algo de tiempo y paciencia.
Aunque el optimismo aprendido es importante, no debes negar tus verdaderos sentimientos ni mostrar una falsa positividad. Eso no forma parte de una estrategia saludable. Según la Clínica Cleveland, las afirmaciones positivas funcionan, pero sólo si son genuinas.
Por ejemplo, una afirmación positiva que puedes repetir durante una mala situación podría ser: “Esta situación no es buena, pero soy fuerte y la superaré”. O “Aunque esto es sin duda un contratiempo, me recuperaré como he hecho antes”.
Cómo cultivar una actitud de “puedo hacer cualquier cosa”
Aunque no todo el mundo puede creer que todo es posible, incluso pensar que algunas cosas son posibles puede ser útil. Por ejemplo, en lugar de pensar: “De ninguna manera puedo ir al gimnasio cuatro veces a la semana”, piense en cómo puede añadir el ejercicio a su régimen semanal de forma modificada. Tal vez vaya al gimnasio y camine tres veces a la semana.
Tenga en cuenta a las personas de su mundo cotidiano
Si estás rodeado de personas que son pesimistas día y noche, es difícil mantener una mentalidad positiva. Piensa en la actitud de tus familiares, amigos y compañeros de trabajo. Intenta relacionarte más con personas que tengan una mentalidad progresista y optimista como tú.
Recuerda tus objetivos
Durante los desafíos, empodérate volviendo a centrarte en tus objetivos. Tal vez hayas tenido un contratiempo en un proyecto de trabajo, pero recuérdate que estás cerca de la línea de meta, que se hará y que el proyecto tendrá un impacto positivo para muchos.
Otras cosas que puedes hacer para motivarte
Estas son algunas estrategias que puedes emplear para aumentar tu motivación:
Repasa los pasos que ya has completado para lograr tu objetivo
Esto aumentará su confianza y autoestima. Por ejemplo, si está intentando perder 5 kilos, recuérdese que ya ha perdido tres.
Imagina cómo te sentirás cuando completes tu objetivo
Algunos creen en la ley de la atracción y en que se puede manifestar algo bueno mediante el reencuadre positivo o cognitivo. Disfruta de los sentimientos positivos.
Utiliza el pensamiento futuro para motivarte
Saborear anticipadamente es cuando disfrutas de un acontecimiento futuro que obviamente no ha ocurrido. Te beneficias cuando lo imaginas. Luego te beneficias si lo experimentas y lo recuerdas.
Practica la visualización para ver el impacto de tu objetivo
Imagina el resultado final como una película. Parecerá que está ocurriendo ahora.
Déjate llevar
Por ejemplo, si estás en desacuerdo con tu pareja, deja ir la discusión. A veces, añadir humor y simplemente reírse o dejar la discusión para el día siguiente puede hacer que ambos se sientan positivos.
Cosas que hacer cuando no quieres hacer nada
Cuando no te apetece hacer nada, a menudo realmente no quieres hacer nada.
Nada le parece bien, e incluso las sugerencias bienintencionadas de sus seres queridos pueden ponerle de mal humor.
A menudo, estos sentimientos son normales y temporales, provocados por el estrés o por un estilo de vida más ajetreado de lo habitual.
Sin embargo, una pérdida de interés más duradera (apatía) o el hecho de experimentar menos placer en las cosas que normalmente disfrutas (anhedonia) pueden sugerir que hay algo más serio.
No te desanimes
A veces, el hecho de no querer hacer nada es la forma que tienen la mente y el cuerpo de pedir un descanso.
Si últimamente te has esforzado al máximo, presta atención a esta llamada antes de que llegues al punto de agotamiento.
La autocompasión es la clave en esta situación. Reconoce tu duro trabajo y permítete un tiempo de descanso. Duerme una siesta, navega por tu aplicación favorita de redes sociales o acurrúcate con tu manta favorita y una mascota, lo que te resulte más fácil y relajante.
Salir al exterior
Realizar una actividad física ligera al aire libre, aunque sólo sea un paseo de 10 minutos alrededor de la manzana, puede ayudar a restablecer el estado de ánimo.
Incluso si sólo te sientas en un banco, el simple hecho de pasar tiempo en la naturaleza puede ser beneficioso.
El cambio de entorno también puede ayudarte a motivarte para hacer otra cosa, como ir a tu cafetería favorita. Incluso si no es así, pasar un rato al aire libre puede ayudarte a sentirte mejor para pasar el resto del día en el sofá.
Ordena tus emociones
Explorar tu estado emocional puede arrojar algo de luz sobre por qué no quieres hacer nada. Esto puede ser especialmente útil si no tienes ganas de hacer nada desde hace varios días.
Pregúntate si te sientes:
- Ansioso, preocupado o nervioso por algo.
- Enfadado o frustrado.
- Tristeza o soledad.
- Desesperado.
- Desvinculado o desconectado de ti mismo.
Cualquiera de las emociones anteriores puede ocupar tus pensamientos y hacer que te resulte difícil pensar en hacer otra cosa.
Intenta escribir un diario sobre cómo te sientes, aunque lo que salga no tenga mucho sentido.
Si te apetece, intenta relacionar algunas de estas emociones con causas específicas. ¿Los cambios en el trabajo te hacen sentir ansioso? ¿El desplazamiento por tu aplicación de noticias favorita te hace sentir desesperado sobre el futuro?
Averiguar qué hay detrás de estas emociones puede ayudarte a encontrar posibles soluciones o a aceptar que ciertas cosas están fuera de tu control.
Meditar
Por supuesto, meditar es hacer algo. Pero intenta pensar en ello en términos de no hacer nada de forma consciente y con propósito.
No siempre es fácil, sobre todo al principio. Puede ponerte en contacto con todas tus emociones, incluso con las más angustiosas. Pero te ayuda a ser más capaz de notarlas y aceptarlas sin juzgarte ni dejar que te arrastren.
¿Estás preparado para probarlo? Aquí tienes cómo empezar.
Acude a un amigo
Cuando no quieres hacer nada, hablar con un amigo a veces puede ayudar. Ten en cuenta que cada amigo puede intentar ayudarte de una forma diferente, así que acude al amigo adecuado para tu situación.
Aquí tienes un par de consejos:
- Si quieres sugerencias sobre qué hacer, un amigo que siempre tenga muchos consejos puede ser de gran ayuda.
- Si lo que quieres es alguien con quien desahogarte, o quizás no hacer nada, acude a alguien que sepa escuchar con empatía.
- O, simplemente, sé sincero con un amigo sobre lo que necesitas, ya sea un consejo práctico o un oído abierto.
Escuchar música
La música puede ayudar a llenar el silencio y darte algo en lo que pensar cuando no tienes ganas de hacer mucho.
Poner tu música favorita puede tranquilizarte (o darte energía, o excitarte, o cualquier otra cosa, según el tipo de música que prefieras), e incluso puede tener algunos beneficios para tu cerebro, como la mejora de la atención y la memoria.
Algunas investigaciones también sugieren que la música puede tener el potencial de ayudar a reducir el dolor y los síntomas de la depresión.
Pruebe con algunas tareas sencillas
Es posible que no quiera hacer nada si tiene un montón de cosas desagradables o aburridas (como tareas, facturas o recados) que hacer. Si se han ido acumulando, la idea de abordarlas puede resultar especialmente desalentadora.
Intenta crear una lista con todo lo que tienes que hacer. A continuación, clasifícalos por prioridad: ¿qué hay que hacer cuanto antes? ¿Qué puede esperar hasta el mes que viene? También puedes organizarlas en función de lo fáciles que sean.
Escoge algo que sea fácil o de alta prioridad y conviértelo en tu tarea del día, aunque sólo te lleve 20 minutos. Hacer algo, aunque sea pequeño, puede ayudarte a salir de esa rutina de impotencia y a encarrilarte.
Una vez que hayas terminado, táchalo de tu lista y date permiso para tomártelo con calma el resto del día.
Comprueba tus necesidades
No satisfacer tus necesidades físicas o emocionales puede hacer que te sientas un poco apagado y aletargado.
Pregúntate lo siguiente:
- ¿Estoy hidratado?
- ¿Necesito comer?
- ¿Debo dormir más?
- ¿Hay algo que me molesta o me estresa?
- ¿Me sentiría mejor rodeado de gente?
- ¿Necesito un tiempo a solas?
En función de tus respuestas, es posible que tengas que reservar un tiempo para el autocuidado.
Cree un horario
Si notas que a menudo no tienes ganas de hacer nada y te cuesta constantemente ocuparte de las tareas y otras responsabilidades, hacer un horario puede ayudarte.
Es posible que ya utilices una agenda para anotar las tareas importantes o las reuniones que no puedes olvidar, pero un horario puede ayudarte a tener un plan más firme sobre qué hacer cuando no tienes ganas de hacer nada.
No tienes que contabilizar cada minuto de tu día (a menos que eso te ayude), pero intenta crear algunos bloques de tiempo generales para:
- Levantarse.
- Preparar el día.
- Hacer las comidas.
- Las responsabilidades escolares, laborales o domésticas.
- Ver a los amigos u otras actividades sociales.
- Acostarse.
Reserva también tiempo para las actividades que te gustan y para pasar tiempo con tus seres queridos.
Intenta no ser demasiado duro contigo mismo si no puedes cumplir este horario. Puede ser sólo una señal de que necesitas rehacer algunas cosas o reservar más tiempo para ciertas tareas.
Leer (o escuchar) un libro
Recuerda que a veces está bien no hacer nada. Pero si sientes que deberías estar haciendo algo o tienes algún sentimiento de culpa por “perder el tiempo”, leer un libro puede ser una forma discreta de sentirte productivo, especialmente si se trata de un libro de no ficción sobre un tema del que quieres aprender más.
Si te sientes con poca energía para sostener un libro (suele ocurrir), considera la posibilidad de leer un audiolibro. Muchas bibliotecas te permiten tomar prestados audiolibros o libros electrónicos de forma gratuita, siempre que tengas el carné de la biblioteca.
Los audiolibros son ideales para las personas que no tienen mucho tiempo para leer, ya que pueden disfrutar de los libros mientras hacen casi cualquier otra cosa. También pueden ofrecer una forma de “leer” si prefieres quedarte quieto y dejar que los sonidos te envuelvan.
Esté atento a otros síntomas de salud mental
No querer hacer nada no significa necesariamente que tengas depresión, pero a veces puede ser una señal.
La depresión no suele mejorar sin el apoyo de un profesional de la salud mental, así que lo mejor es hablar con un terapeuta si los consejos anteriores no parecen ayudar.
También es mejor que te pongas en contacto con él si experimentas:
- Un estado de ánimo bajo y persistente.
- Pérdida de interés por las cosas que normalmente te gustan.
- Desinterés general por la mayoría de las cosas.
- Baja energía o fatiga.
- Pensamientos de autolesión o suicidio.
- Irritabilidad u otros cambios de humor inusuales.
- Sentimientos de vacío, desesperanza o inutilidad.
Las personas que viven con ansiedad también pueden tener dificultades para hacer cualquier cosa cuando se sienten especialmente preocupadas o ansiosas. Es posible que se sientan inquietas e incapaces de asentarse en algo o de pasar de una tarea a otra.
Los terapeutas pueden ayudarte a superar los síntomas de la ansiedad, por lo que es una buena idea acudir a ellos si experimentas
preocupaciones o miedos persistentes que parecen incontrolables:
- Pensamientos acelerados.
- Insomnio.
- Ataques de pánico.
- Malestar estomacal.
Usted es el mejor juez de sus propias necesidades. A veces, no hacer nada es exactamente lo que necesitas, y eso está bien. Sólo debes prestar atención a otros signos que puedan alertarte de que está ocurriendo algo más.