Un lapsus freudiano es un error verbal o de memoria relacionado con la mente inconsciente. También conocido como parapraxis, estos lapsus supuestamente revelan pensamientos y sentimientos secretos que albergan las personas. Algunos ejemplos típicos son llamar a su cónyuge por el nombre de un ex, decir la palabra equivocada o incluso malinterpretar una palabra escrita o hablada.
¿Qué son los lapsus freudianos?
Fue el famoso psicoanalista Sigmund Freud quien describió una variedad de diferentes tipos y ejemplos de lapsus freudianos en su libro de 1901, “La psicopatología de la vida cotidiana”. Freud escribió que los deslices en el habla son el resultado de una “influencia perturbadora de algo ajeno al discurso pretendido”, como un pensamiento, creencia o deseo inconsciente.
También abordó el problema del olvido de nombres, diciendo que a veces puede estar relacionado con la represión. En su opinión, los pensamientos o creencias inaceptables se retienen de la conciencia, y estos lapsus ayudan a revelar lo que está oculto en el inconsciente.
El lapsus freudiano original
Freud basó su idea en su trabajo con un joven que citó mal una frase en latín de “La Eneida”. El joven había omitido una de las palabras latinas cuando la repitió, y Freud creyó que la omisión de la palabra ofrecía una mirada reveladora a su mente inconsciente.
A través del psicoanálisis, Freud determinó que la palabra recordaba al joven la sangre, lo que creía que estaba relacionado con un susto de embarazo que el hombre había experimentado con su novia. Freud sugirió que el hombre había bloqueado la palabra porque le recordaba esta experiencia negativa.
Tipos de lapsus freudianos
Algunos teóricos también han sugerido que existen diferentes tipos de lapsus freudianos.
Represión: Este tipo de lapsus freudiano se produce cuando los recuerdos reprimidos se abren paso hasta la conciencia. Por ejemplo, un recuerdo estresante o traumático reprimido de la conciencia puede ser desencadenado por alguna señal del entorno.
Errores mentales: Otros errores ocurren simplemente porque estás distraído, olvidadizo o no piensas con claridad. Puedes confundir hechos o recordar mal detalles que te lleven a cometer errores verbales.
Evasión: En otros casos, los lapsus freudianos pueden revelar cosas que has reprimido intencionadamente porque no quieres enfrentarte a ellas. Por ejemplo, si ha estado evitando una tarea, puede que accidentalmente se le escape algo relacionado con lo que ha estado intentando evitar.
¿Por qué se producen los lapsus freudianos?
No sabemos exactamente por qué se producen los lapsus freudianos y, dado que requieren un error improvisado por parte del orador, son difíciles de comprobar. Sin embargo, hay algunas explicaciones posibles de por qué ocurren y qué significan realmente.
Supresión del pensamiento
Algunas investigaciones apoyan la teoría de Freud de que los pensamientos inconscientes o incluso reprimidos pueden aumentar la probabilidad de cometer lapsus verbales.
Por ejemplo, un estudio de 1979 descubrió que las personas que pensaban que podrían recibir una descarga eléctrica eran más propensas a cometer errores verbales relacionados con la descarga. Los que estaban cerca de una experimentadora atractiva también eran más propensos a confundir frases sin sentido con palabras relacionadas con mujeres guapas.
En un famoso experimento de 1987, los participantes a los que se había pedido específicamente que no pensaran en un oso blanco tendían a pensar en el animal con bastante frecuencia: una media de una vez por minuto. Basándose en estos resultados, el psicólogo Daniel Wegner desarrolló lo que él denominó una “teoría del proceso irónico” para explicar por qué puede ser tan difícil suprimir ciertos pensamientos.
Mientras ciertas partes del cerebro suprimen los pensamientos ocultos, otra parte de nuestra mente los “comprueba” de vez en cuando para asegurarse de que seguimos sin pensar en ellos, trayendo irónicamente al primer plano de nuestra mente los mismos pensamientos que intentamos mantener ocultos.
En muchos casos, cuanto más nos esforzamos por no pensar en algo, más a menudo nos viene a la mente y más probable es que lo expresemos verbalmente. Esta paradoja de la supresión del pensamiento puede ser especialmente perturbadora para las personas con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
Procesamiento del lenguaje
Los errores verbales también pueden estar relacionados con la forma en que nuestro cerebro procesa el lenguaje. Editamos en silencio nuestras palabras antes de hablar, controlándonos para detectar errores o lenguaje inapropiado. Este proceso se produce constantemente; los lapsus freudianos pueden ser momentos en los que el proceso falla y un error se escapa antes de que el cerebro sea capaz de detectarlo.
Las personas cometen entre uno y dos errores por cada 1.000 palabras que dicen. Esto equivale a entre siete y 22 deslices verbales a lo largo de un día normal, dependiendo de lo mucho que hable una persona. Aunque Freud atribuyó un gran significado oculto a estos errores, los errores verbales pueden ser simplemente una parte inevitable de la vida.
Conoce los psicosexual, según Freud.
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Otras explicaciones
En otros casos, puede tratarse simplemente de errores verbales. También pueden deberse al poder de la sugestión, la distracción o la falta de sueño.
Ejemplos de lapsus freudianos en la cultura popular
Hoy en día, a menudo utilizamos el término lapsus freudiano de forma humorística cuando una persona comete un error al hablar (especialmente uno con connotaciones sexuales). Seguro que en su vida ha oído muchos lapsus divertidos. Piensa en la vez que tu profesor de biología pronunció accidentalmente “orgasmo” en lugar de “organismo”, o en la vez que le dijiste a alguien sin querer que estabas “¡Triste de conocerte!” en lugar de “¡Encantado de conocerte!”.
Las meteduras de pata verbales también resultan divertidas cuando las pronuncian personajes famosos, sobre todo cuando esos momentos quedan grabados en una película.
He aquí algunos ejemplos modernos de deslices freudianos famosos:
Durante un sermón en el Vaticano en 2014, el Papa Francisco utilizó accidentalmente la palabra italiana “cazzo” (que puede traducirse como “pene” o “f***”) en lugar de “caso” (que significa “ejemplo”). El Papa se corrigió rápidamente, pero el error se siguió compartiendo en decenas de páginas web, blogs y vídeos de YouTube.
Durante un discurso televisado sobre educación, el senador Ted Kennedy quiso decir que “Nuestro interés nacional debería ser animar a los mejores y más brillantes”. En lugar de ello, Kennedy dijo accidentalmente “pecho”, incluso levantando las manos al pronunciar la palabra. Aunque rápidamente corrigió su metedura de pata y continuó, el lapsus linguae pareció revelador, teniendo en cuenta sus gestos con las manos y la reputación de mujeriego de la familia.
En una cena en Washington D.C., Condoleezza Rice, entonces Asesora de Seguridad Nacional del Presidente Bush, declaró: “Como le decía a mi marido, como le decía al Presidente Bush”. Algunos sugirieron que el lapsus freudiano parecía revelar algunos sentimientos ocultos que Rice podría haber tenido hacia su jefe.
Cuando la actriz Amanda Seyfried apareció en el programa Today para promocionar la película Ted 2, el copresentador Willie Geist describió accidentalmente su personaje como “titsy” en lugar de “ditzy”. Además de ser simplemente un desliz divertido, el comentario quizá reveló lo que realmente tenía en mente.
Un ejemplo común que mucha gente ha experimentado es decirle sin querer a alguien: “Te quiero”. Las palabras pueden escaparse inesperadamente al hablar con una pareja romántica, pero es común decirlas accidentalmente al despedirse de alguien por teléfono, como un compañero de trabajo, amigos, jefe u otros miembros de la familia. Aunque un poco embarazosos, estos lapsus freudianos se deben probablemente a la costumbre y no a un significado oculto más profundo.
¿No se supone que son sexuales?
En la cultura moderna, se suele suponer que los lapsus freudianos -principalmente las distorsiones orales- tienen un trasfondo sexual. Probablemente esto se deba, al menos en parte, a que la gente asocia a Freud con su trabajo sobre el desarrollo psicosexual.
“Entonces, ¿te chupo después del trabajo?”, le puedes decir a tu pareja. No hace falta un gran razonamiento para entender de dónde viene esto, sobre todo si has planeado una cita sexy para esa noche.
Los deslices de naturaleza sexual son bastante comunes. Puedes sustituir “erección” por “erupción” durante tu presentación de geología, o decir “vaginal” en lugar de “virginal” al leer en voz alta.
Lo más probable es que el psicoanálisis las atribuya a pensamientos sexuales que acechan justo debajo de la mente consciente.
¿Realmente revelan algo?
La propia naturaleza de los lapsus freudianos los hace difíciles de estudiar en un entorno de investigación, principalmente porque ocurren de forma aleatoria.
Si se relacionan con deseos inconscientes, como sugirió Freud, los investigadores tendrían que explorar su mente inconsciente para encontrar pruebas de la existencia de esos deseos.
Dado que el psicoanálisis sostiene que los lapsus se producen como un lapsus momentáneo en la capacidad de mantener reprimidos esos pensamientos, la investigación también requeriría examinar más de cerca este conflicto interno.
Dado que los expertos disponen de medios limitados para medir los pensamientos inconscientes y el conflicto interno, aún no han encontrado pruebas concluyentes de que los lapsus freudianos sean un resultado directo de los impulsos inconscientes que uno pueda tener.
En 1992, un equipo de investigadores exploró las posibles explicaciones de los lapsus freudianos, analizando el conflicto interno en torno al control de los hábitos y emociones no deseados desencadenados a través de la hipnosis.
Informaron de que parecía existir cierta asociación entre los lapsus y los pensamientos asociados, lo que animaba a investigar el tema en el futuro. Sin embargo, también señalaron los numerosos fallos de sus estudios, haciendo hincapié en la dificultad de encontrar resultados significativos. Y en este punto, la investigación tiene más de dos décadas de antigüedad.
No obstante, los investigadores observaron una aparente relación entre la culpa sexual y los lapsus freudianos de naturaleza sexual. Las personas con niveles más altos de culpa sexual parecen cometer más errores de este tipo, posiblemente porque se sienten internamente en conflicto sobre si evitar o buscar a las personas por las que se sienten atraídas. Pero, de nuevo, no se trata de conclusiones firmes.
Explicaciones alternativas
Si los deslices freudianos no se deben a que nuestros deseos más profundos terminan por imponerse, ¿qué es lo que los provoca? Considere este puñado de explicaciones plausibles, aunque algo menos intrigantes.
Distracción
Si alguna vez has intentado escribir algo mientras escuchabas a alguien hablar de algo que no tenía nada que ver, es posible que hayas acabado anotando algunas de sus palabras.
Supongamos que estás charlando con unos amigos y tu mente se distrae pensando en lo que te vas a poner para tu cita de más tarde. Vuelves a prestar atención cuando tu amigo te pasa la mano por la cara y te pregunta: “¿Me estás escuchando?”.
“¡Sí! ¡Lo siento! Me estaba vistiendo”, dices, revelando dónde estaban realmente tus pensamientos.
¿Recuerdas a esa atractiva compañera de clase que te llevó a casa? Podrías haberte dejado fácilmente la cartera y el móvil porque estabas tan distraído con tu nuevo flechazo que olvidaste comprobar si llevabas esos imprescindibles al salir del coche.
Accidente
El lenguaje -cualquier lenguaje- puede ser complejo. En la edad adulta se conocen miles de palabras, así que es bastante razonable confundir algunas de vez en cuando.
Como cualquier otro sistema, las redes cerebrales responsables del habla cometen errores de vez en cuando. Es completamente normal. Por ejemplo, cuando el sonido de una palabra posterior se cuela en una palabra anterior. Esto puede producir una palabra que va de lo absurdo a lo francamente travieso.
También pueden producirse spoonerismos, o intercambios entre los sonidos iniciales de las palabras: “Besaste el último ácaro” en lugar de “Perdiste la última cometa”.
El poder de la sugestión
Si alguna vez ha intentado olvidarse de algo concreto, probablemente pueda confirmar que a menudo vuelve a aparecer en sus pensamientos.
El mero hecho de intentar no pensar en algo puede hacer que sea aún más probable que pienses en ello, como demostró un experimento.
Digamos que necesitas ir al baño y alguien te dice: “Vale, pero no pienses en cascadas”. Lo más seguro es que empieces a pensar inmediatamente en cascadas, ríos caudalosos y chubascos.
Cuando tienes algo en mente, puedes notar que se cuela en la conversación de forma similar. ¿Sabes que cuando alguien te dice “intenta no preocuparte por eso”, te pones aún más ansioso? Es algo parecido.