La compasión implica la capacidad de sentir empatía por los demás. Esta capacidad de comprender el sufrimiento de otras personas es un componente importante que motiva los comportamientos prosociales, o el deseo de ayudar. La capacidad de sentir compasión por otra persona requiere también tener empatía y conciencia. Hay que ser capaz de entender a qué se enfrenta otra persona y comprender cómo sería estar en su lugar.
Es importante señalar que la compasión implica algo más que empatía. La compasión ayuda a las personas a sentir lo que otras sienten, pero también las impulsa a ayudar a los demás y aliviar su sufrimiento. Hasta hace poco, los científicos sabían muy poco sobre si la compasión podía cultivarse o enseñarse.
Utilizar la meditación para enseñar la compasión
En un estudio publicado en la revista Psychological Science, los investigadores descubrieron que los adultos no sólo pueden aprender a ser más compasivos, sino que la enseñanza de la compasión también podría dar lugar a comportamientos más altruistas y provocar cambios en el cerebro.
Las pruebas sugieren que los adultos no sólo pueden aprender a ser más compasivos, sino que el aprendizaje de la compasión puede provocar cambios duraderos en la forma de pensar y actuar de una persona.
¿Cómo enseñaron exactamente los investigadores la compasión? En el estudio, se enseñó a los adultos jóvenes a practicar la meditación de la compasión, una antigua técnica budista destinada a aumentar los sentimientos de compasión hacia las personas que sufren.
¿Cómo funciona exactamente esta meditación? Mientras meditaban, se pidió a los participantes que imaginaran un momento en el que alguien estaba sufriendo. A continuación, ensayaron el deseo de aliviar el sufrimiento de esa persona.
También se les pidió que practicaran sentir compasión por distintos tipos de personas, empezando por alguien por quien sintieran compasión fácilmente, como un familiar o un amigo cercano. A continuación, se les pidió que practicaran la compasión por un desconocido y por alguien con quien tuvieran un conflicto.
Otro grupo de participantes, el grupo de control fue entrenado en una técnica conocida como reevaluación cognitiva, en la que las personas aprenden a replantear sus pensamientos para sentirse menos negativas.
Los investigadores querían determinar si las personas podían aprender a cambiar sus hábitos en un periodo de tiempo relativamente corto, por lo que ambos grupos de participantes recibieron formación por Internet durante un periodo de 30 minutos cada día durante dos semanas.
Poner a prueba la formación en compasión
¿Qué tipo de impacto tuvo esta formación en compasión? ¿Cómo se comparó con los resultados del grupo de control?
Los investigadores querían saber si el entrenamiento en compasión ayudaría a los participantes a ser más altruistas. Se pidió a los participantes que jugaran a un juego en el que podían gastar su propio dinero para ayudar a otra persona necesitada. El juego consistía en jugar con otras dos personas anónimas en línea, una que era un “Dictador” y otra que era una “Víctima”. Mientras el participante observaba cómo el Dictador repartía una cantidad injusta de dinero con la Víctima, podía decidir cuánto de su propio dinero compartir y luego redistribuir el dinero entre el Dictador y la Víctima.
Los resultados revelaron que los entrenados en la compasión eran más propensos a gastar su propio dinero para ayudar al jugador que había sido tratado injustamente, un ejemplo de comportamiento altruista. Estos jugadores eran más propensos a este altruismo que los del grupo de control que habían sido entrenados en la reevaluación cognitiva.
El entrenamiento en compasión cambia el cerebro
Los investigadores también querían ver qué tipo de impacto tenía el entrenamiento en compasión en el cerebro. Utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf) antes y después del entrenamiento, los investigadores pudieron ver cómo la meditación de la compasión influía en la actividad cerebral.
Lo que observaron fue que los participantes más propensos a ser altruistas tras el entrenamiento en compasión presentaban un aumento de la actividad cerebral en el córtex parietal inferior, una zona del cerebro asociada a la empatía y la comprensión hacia otras personas. Otras regiones del cerebro relacionadas con las emociones positivas y la regulación emocional también mostraron un aumento de actividad.
Los investigadores sugieren que, como muchas otras capacidades, la compasión es una habilidad que puede mejorarse con la práctica.
Los investigadores creen que los resultados del estudio ofrecen interesantes posibilidades para ayudar a las personas a desarrollar la compasión, transformando así la vida de muchos. Los adultos sanos no son los únicos que pueden beneficiarse de este tipo de entrenamiento. Enseñar compasión a niños y adultos podría contribuir a reducir el acoso escolar y ayudar a quienes luchan con problemas sociales.
La importancia de enseñar a tener compasión
¿Por qué es importante saber que la compasión puede aprenderse, incluso en los adultos? Porque la compasión es un componente central de muchos comportamientos prosociales, como el altruismo y el heroísmo. Antes de actuar para ayudar a otra persona, es importante que no sólo comprendamos su situación, sino que también sintamos el impulso de aliviar su sufrimiento.
Según algunos investigadores, la compasión implica tres cosas fundamentales:
En primer lugar, las personas deben sentir que los problemas a los que se enfrenta otra persona son graves.
También deben creer que esos problemas no son autoinfligidos. Cuando la gente cree que los problemas de una persona son culpa suya, es menos probable que sienta empatía y ayude.
Por último, la gente debe ser capaz de imaginarse a sí misma en una situación similar con los mismos problemas.
Puede parecer mucho pedir, pero la investigación sugiere que la compasión es algo que podemos aprender.
No sólo podemos aprender a ser más compasivos, sino que desarrollar esta capacidad emocional también puede llevarnos a actuar y ayudar a quienes nos rodean.
En el ajetreado mundo actual, es demasiado fácil sentir que las personas han perdido la conexión con los demás. A veces, la avalancha de malas noticias puede llevarnos a pensar que poco podemos hacer para cambiar lo que ocurre en el mundo.
Sin embargo, la investigación sugiere que la compasión es una habilidad que puede aprenderse y fortalecerse. Tal vez aprendiendo a aumentar nuestra compasión, las personas podamos construir conexiones más profundas y significativas con los demás que inspiren buenas obras, acciones útiles y simple bondad humana.
Ejemplos de compasión
He aquí algunos ejemplos prácticos de cómo ser más compasivo:
- Invitar a un café a un desconocido que tiene un mal día.
- Preguntar a alguien que parece disgustado si puedes hacer algo por él.
- Renunciar a una cita para ir a escuchar a un ser querido que está pasando por un mal momento.
- Ser voluntario en albergues y despensas.
- Enviar un mensaje de apoyo a alguien que sabes que está pasando por una mala racha en la vida.
- Recoger lo que ensucias para que otra persona no tenga que hacerlo.
- Ayudar en las tareas domésticas.
- No aceptarlo todo, sea lo que sea.
- Ser integrador y dar cabida a personas con experiencias y preferencias diferentes.
- Ceder el paso a alguien que parece tener prisa.
- Ofrecer tu asiento a otros en los transportes públicos.
- Preguntarte qué más puedes hacer hoy por los demás.
Con este ebook podrás aprender herramientas sólidas y seguras sobre la atención plena y compasión pueden disminuir estados de estrés, la ansiedad, además sirven para disminuir la autocrítica lo que produce una mayor aceptación, y aumentar el bienestar psicológico y la conexión social, por ende, el desarrollo de conductas prosociales, promoviendo la adaptabilidad y el incremento de la resiliencia.
Cómo desarrollar la compasión
La compasión está estrechamente relacionada con la empatía. La empatía consiste en comprender y relacionarse con los problemas de otra persona. La compasión es la parte de ti que naturalmente quiere ofrecer ayuda.
Sin compasión, la vida tal y como la conocemos sería muy diferente. La compasión es parte de lo que impulsa el cambio positivo en el mundo. Nos inspira para ayudar a las personas tanto en su vida individual como a escala global.
La compasión es ilimitada y de largo alcance. Puede influir en los seres humanos, los animales, el planeta y las generaciones futuras. Puede enriquecer tu vida y la de los que te rodean.
La compasión se considera tanto innata como aprendida, dice la investigación del 2015. Y si quieres ser más compasivo, hay estrategias específicas que pueden ayudar a potenciarla.
Encontrar a tu maestro interior
Las expresiones de compasión no resultan fáciles para todo el mundo. Si eso te describe, no significa que carezcas de compasión.
Según Michael Kinsey, psicólogo clínico y psicoterapeuta de Nueva York, los comportamientos que has aprendido a lo largo de tu vida pueden obstaculizar la expresión de la compasión.
“El primer consejo que daría a cualquiera que quiera sentir más compasión por los demás es que recuerde que le sale de forma natural”, afirma.
A menos que vivas con una enfermedad que afecte a tu capacidad de experimentar empatía, Kinsey señala que “encontrar la compasión es sólo cuestión de volver a tu estado natural de ser”.
Conectar con tu esencia interior puede ayudarte a ser más compasivo al recordarte constantemente que debes ajustar tu perspectiva en cada situación y ver las cosas desde el corazón.
Recordar la autocompasión
La autocompasión es real, aunque puede que te resulte más fácil mostrar bondad hacia los demás que hacia ti mismo.
Albert Nguyen, psicoterapeuta licenciado de Palo Alto (California), recomienda practicar la autocompasión en pequeños detalles, como permitirse descansar cuando se está cansado.
Permítete hacer una pausa o sentir tus emociones”, aconseja, “y acepta que eres humano”.
humano. Date ánimos. Acude a una cita contigo mismo. Escríbete una carta de autocompasión”.
Incluso comer sano y hacer ejercicio pueden considerarse formas de autocompasión, dice Nguyen.
Aunque la investigación del 2017 sugiere que la autocompasión no necesariamente impulsa la compasión hacia los demás, puede ser una herramienta importante para manejar su bienestar general.
Desconfiar de la envidia
La envidia puede ser el guardián de la compasión, advierte Wakefield. Si quieres ser más compasivo, intenta mantener a raya la envidia.
La envidia es ese sentimiento de resentimiento y anhelo por las bendiciones que ves en la vida de otra persona.
Para ayudar a transformar los sentimientos de envidia en una emoción más útil, Wakefield recomienda cambiar la perspectiva de la envidia por la de la ambición.
“La envidia puede ser difícil de manejar, pero me gusta animar a la gente a verla como un deseo disfrazado”, dice. “Quizá la buena fortuna de otra persona pueda llevarte a fijarte un objetivo. La envidia sólo es un problema cuando te hace querer derribar a los demás”.
Cuando sientas envidia, puedes ayudar a cambiar tu diálogo interior preguntándote qué puedes hacer para crear los mismos cambios positivos en tu propia vida.
Desarrollar la capacidad de escucha activa
La compasión no tiene por qué adoptar la forma de grandes gestos. Nguyen sugiere mostrar compasión a través del acto de escuchar.
“Mejore su capacidad de escucha activa”, dice. “Como muchos de nosotros estamos constantemente compartiendo opiniones, relacionándonos con los demás, contando nuestras historias, juzgando o dando consejos, no somos buenos oyentes. Ver a la gente a través de la escucha activa y las habilidades de escucha profunda es un precursor hacia la curación en la terapia.”
- Puedes practicar las habilidades de escucha activa.
- Estableciendo contacto visual.
- Dejar que alguien hable de principio a fin.
- Haciendo preguntas aclaratorias.
- Repitiendo lo que has oído con tus propias palabras.
- Evitar reacciones basadas en suposiciones.
- Centrarse en escuchar y comprender, en lugar de juzgar.
- Mantener suavemente la conversación dentro del tema.
Buscar el máximo común denominador
Encontrar cosas que tienes en común con los demás puede ayudarte a sentirte más alineado con ellos. A su vez, puede ayudarte a ser más compasivo.
“Digo el máximo común denominador porque, por supuesto, todos somos humanos. Intenta encontrar un mayor nivel de coincidencia”, sugiere Wakefield.
Recomienda tener en cuenta factores como:
- ¿Qué pasaría si supieras más sobre los retos o el mundo interior de otra persona?
- ¿Y si supieras que la persona por la que te cuesta sentir compasión también tiene una madre demasiado crítica o un padre dominante?
- ¿Y si tuvieras algunos retos comunes con personas con las que no consigues conectar?
“Esto también nos beneficia a nosotros, no sólo a los demás”, afirma. “En mi consulta veo todo el tiempo que la gente aprende sobre sus mayores puntos de dolor y sus emociones más oscuras al tener algún profundo e inesperado arrebato de compasión por alguien a quien ven sufrir en las noticias”.