El miedo a la intimidad, también denominado a veces evitación de la intimidad o ansiedad por evitación, se caracteriza por el temor a compartir una relación emocional o física cercana. Las personas que experimentan este miedo no suelen desear evitar la intimidad, e incluso pueden anhelar la cercanía, pero con frecuencia alejan a los demás o incluso sabotean las relaciones.

El miedo a la intimidad puede deberse a varias causas, entre las que se incluyen ciertas experiencias de la infancia, como una historia de abuso o negligencia, pero muchas otras experiencias y factores también pueden contribuir a este miedo. Superar este miedo y esta ansiedad puede llevar tiempo, tanto para explorar y comprender los problemas que contribuyen a ello como para practicar el permitir una mayor vulnerabilidad.

¿Qué es el miedo a la intimidad?

La intimidad se refiere a la capacidad de compartir genuinamente tu verdadero yo con otra persona y se relaciona con la experiencia de cercanía y conexión. Algunos definen diferentes tipos de intimidad, y el miedo a la misma puede implicar uno o más de ellos en diferentes grados.

Algunos ejemplos son:

  • Intelectual: La capacidad de compartir tus pensamientos e ideas con otra persona.
  • Emocional: La capacidad de compartir los sentimientos más íntimos con otra persona.
  • Sexual: La capacidad de compartir tu sexualidad.
  • Vivencial: La capacidad de compartir experiencias con otra persona.

El miedo a la intimidad está separado del miedo a la vulnerabilidad, aunque ambos pueden estar estrechamente relacionados. Una persona que vive con miedo a la intimidad puede sentirse cómoda volviéndose vulnerable y mostrando su verdadero yo al mundo al principio, o al menos a los amigos y familiares de confianza.

Causas del miedo a la intimidad

El miedo al abandono y al engullimiento -y, en última instancia, el miedo a la pérdida- es la base del miedo a la intimidad para muchas personas, y estos dos miedos pueden coexistir a menudo. Aunque los miedos son muy diferentes entre sí, ambos provocan comportamientos que alternativamente atraen a la pareja y luego la alejan de nuevo.

Por lo general, estos miedos tienen sus raíces en experiencias infantiles pasadas y se desencadenan en el aquí y ahora de las relaciones adultas, lo que lleva a la confusión si una persona se centra en examinar la relación basándose únicamente en las circunstancias actuales.

Causas del miedo a la intimidad

Miedo al abandono

Los que tienen miedo al abandono temen que su pareja les deje. Esto suele ser el resultado de la experiencia de un padre u otra figura adulta importante que abandona a la persona emocional o físicamente cuando es un niño pequeño.

Miedo a ser engullido

Las personas que tienen miedo al engullimiento temen ser controladas, dominadas o “perderse” en una relación, lo que a veces se debe a que han crecido en una familia muy unida.

Trastorno de ansiedad

El miedo a la intimidad también puede producirse como parte de una fobia social o un trastorno de ansiedad social. Algunos expertos clasifican el miedo a la intimidad como un subconjunto de estos trastornos.

Las personas que temen que los demás las juzguen, evalúen o rechacen son, naturalmente, más propensas a rehuir las relaciones íntimas y personales. Además, algunas fobias específicas, como el miedo al tacto, pueden formar parte del miedo a la intimidad.

Otras personas, sin embargo, pueden sentirse cómodas en situaciones sociales poco definidas y contar con cientos de conocidos y “amigos” en las redes sociales, pero no tienen ninguna relación personal profunda.

Factores de riesgo que desarrollan miedo a la intimidad

Los factores de riesgo del miedo a la intimidad suelen remontarse a la infancia y a la incapacidad de confiar con seguridad en las figuras parentales, lo que conduce a problemas de apego. Las experiencias que pueden causar esto incluyen:

Factores de riesgo que crean miedo a la intimidad

Familias desestructuradas

Aunque las familias separadas pueden parecer, a primera vista, cariñosas y solidarias, los límites y los roles pueden ser borrosos y provocar problemas de apego, independencia e intimidad.

Abandono emocional

Los padres que están físicamente pero no emocionalmente disponibles envían el mensaje a los niños de que no se puede confiar en ellos (y por extensión, en los demás).

Pérdida de un progenitor

Las personas que han perdido a uno de sus padres por muerte, divorcio o encarcelamiento pueden tener sentimientos de abandono y pueden tener más dificultades para establecer vínculos románticos en la edad adulta. La investigación ha descubierto que el miedo al abandono está asociado a problemas de salud mental y a la ansiedad posterior en las relaciones románticas.

Enfermedad de los padres

La enfermedad de uno de los padres puede dar lugar a un sentimiento de no poder confiar en nadie más que en uno mismo, especialmente cuando implica una inversión de roles o la necesidad de “jugar a ser padres” y cuidar de otros hermanos a una edad temprana.

Enfermedad de los padres es un factor de riesgo

Enfermedad mental de los padres

Las investigaciones sugieren que las enfermedades mentales de los padres, como el trastorno narcisista de la personalidad, pueden afectar a la formación del apego en los niños, lo que puede dar lugar a un apego inseguro y a estrategias de afrontamiento deficientes en la edad adulta.

Consumo de sustancias por parte de los padres

Los problemas de consumo de sustancias pueden dificultar el cuidado constante de los padres, lo que puede interferir en la formación del apego.

Abuso físico o sexual

Los abusos en la infancia pueden dificultar la formación de la intimidad emocional y sexual en la edad adulta.

Abandono

Las personas que sufrieron negligencia en la infancia pueden tener dificultades para confiar y depender de los demás, incluidas las parejas íntimas, en la edad adulta.

El abandono es factor de riesgo para producir miedo a la intimidad

Abuso verbal

Los niños que sufren abusos emocionales pueden convertirse en adultos que temen ser ridiculizados o maltratados verbalmente si comparten algo con los demás, lo que puede llevar a una incapacidad para compartir cosas y ser vulnerables en las relaciones con otras personas.

El miedo a la intimidad también es más común en las personas a las que se les enseña a no confiar en los extraños, en las que tienen un historial de depresión y en las que han sufrido una violación.

Además, las experiencias de las relaciones durante la adolescencia y la edad adulta pueden seguir influyendo en la apertura a la intimidad.

Aprende los pasos necesarios para superar el miedo al amor, a las relaciones de pareja y a comprometerte emocional o sentimentalmente con otras personas.

Signos de miedo a crear intimidad

El miedo a la intimidad puede manifestarse de diferentes maneras en cualquier tipo de relación, ya sea romántica, platónica o familiar.

Es importante tener en cuenta que las manifestaciones de un miedo subyacente a la intimidad pueden interpretarse a menudo como lo contrario de lo que la persona intenta conseguir en términos de conexión. Por ejemplo, una persona puede desear fuertemente las relaciones íntimas, pero su miedo le impulsa a hacer cosas que causan problemas para formarlas y mantenerlas.

Para aquellos que han estado involucrados con una persona que vive con miedo a la intimidad, esto es particularmente importante de entender. El miedo no suele causar grandes dificultades, a menos que la persona anhele realmente la cercanía. A continuación, se presentan algunos comportamientos específicos que se observan con frecuencia.

Signos del miedo a la intimidad

Citas en serie y miedo al compromiso

Una persona que tiene miedo a la intimidad suele ser capaz de relacionarse con otros, al menos al principio. Es cuando la relación se estrecha -cuando el valor de la relación crece- que las cosas comienzan a desmoronarse.

En lugar de conectar a un nivel íntimo, la relación se termina de alguna manera, y se sustituye por otra relación más superficial. El patrón que surge es el de muchas relaciones a corto plazo. Hay varias razones por las que una persona puede parecer tener “fobia al compromiso” o ser acusada de ser una persona que sale en serie; el miedo a la intimidad puede ser una de ellas.

Perfeccionismo

En el miedo subyacente a la intimidad suele subyacer el sentimiento de que una persona no merece ser amada y apoyada. Esto lleva a la necesidad de ser “perfecto” para demostrar que se puede querer.

Dificultad para expresar las necesidades

Una persona con miedo a la intimidad puede tener grandes dificultades para expresar sus necesidades y deseos. Una vez más, esto puede deberse a que se siente que no merece el apoyo de otra persona.

Como la pareja es incapaz de “leer la mente”, esas necesidades no se satisfacen, lo que básicamente confirma los sentimientos de la persona de que no es digna. Esto puede traducirse en un círculo vicioso, en el que la falta de comprensión por parte de la pareja de las necesidades no expresadas conduce a una mayor falta de confianza en la relación.

Sabotear las relaciones

Las personas que tienen miedo a la intimidad pueden sabotear su relación de muchas maneras. También puede adoptar la forma de hacer que no se les quiera de alguna manera, actuar de forma sospechosa y acusar a su pareja de algo que no ha ocurrido realmente.

Sabotear las relaciones es señal de miedo a la intimidad

Dificultades con el contacto físico

El miedo a la intimidad puede llevar a extremos cuando se trata del contacto físico. Por un lado, una persona puede evitar el contacto físico por completo. Por otro lado, puede parecer que tiene una necesidad constante de contacto físico.

Diagnóstico

El miedo a la intimidad presenta un amplio espectro: Algunas personas tienen rasgos leves y otras son incapaces de establecer relaciones estrechas. Las pruebas psicométricas pueden ayudar a un psicólogo o terapeuta a definir mejor en qué punto del espectro se encuentra una persona y también a evaluar otras condiciones de salud mental.

Terapia

A menudo se requiere orientación profesional, especialmente si el miedo a la intimidad tiene sus raíces en acontecimientos pasados complicados. Elija a su terapeuta con cuidado, ya que la relación terapéutica, el respeto mutuo y la confianza son esenciales para el trabajo de curación. Es posible que tenga que probar con varios terapeutas antes de encontrar uno adecuado.

Su terapeuta puede ayudarle a aceptar los acontecimientos pasados o presentes que enturbian la situación y a diseñar una serie de pequeños pasos para superar gradualmente su miedo.

Muchas personas que tienen miedo a la intimidad también experimentan problemas de depresión, consumo de sustancias y trastornos de ansiedad que también deben abordarse. Un terapeuta también puede ayudar con estos problemas individuales.

Terapia para afrontar el miedo a la intimidad

Gestión y afrontamiento

Tanto si se consulta a un terapeuta como si no, hay un trabajo que debe hacerse para vencer el miedo a la intimidad que sólo usted puede hacer. Esto se reduce en gran medida a enfrentar y desafiar las actitudes negativas sobre uno mismo, lo cual es fundamental si se quiere lograr un cambio duradero.

Aceptar la incertidumbre

Las personas que temen la intimidad, en última instancia, temen las consecuencias de una relación que se torna amarga. Es importante aceptar el hecho de que no hay garantías en la vida ni en las relaciones humanas. Cada conexión con otra persona es, en última instancia, una apuesta. A pesar de ello, las relaciones sociales son un objetivo básico de la existencia humana.

Practicar la valentía puede marcar la diferencia, y se ha comprobado que desarrollar experiencias positivas en las relaciones puede disminuir el miedo. Una advertencia es que es importante hacerlo con alguien en quien creas que puedes confiar. Intenta centrarte más en el día a día, en lugar de centrarte en (o necesitar) un resultado concreto.

Expresar la autocompasión

Para combatir con éxito el miedo a la intimidad, primero debes sentirte cómodo contigo mismo. Si realmente conoces y aceptas tu propio valor y tu valía como persona, entonces sabrás que el rechazo no es tan aplastante como puede parecer.

Practicar la autocompasión puede parecer fácil para algunos, pero para otros no siempre es intuitivo. Existen varios libros y cuadernos de trabajo excelentes que pueden ser útiles si no estás seguro de por dónde empezar.

Mira a tu pasado

La mayoría de nosotros no queremos pensar negativamente en un padre, pero intenta evaluar honestamente las relaciones de tu infancia en un esfuerzo por centrarte en las posibles contribuciones a tu miedo a la intimidad. Piensa en los mensajes que recibiste en tu familia y compáralos con los que deberías haber recibido.

Si tuviste un padre negligente, abusivo o envolvente, comprender que esos no son los únicos modelos de relaciones puede ayudarte a darte cuenta de lo que podría ser posible en términos de intimidad.

Mira tu pasado para afrontar el miedo a la intimidad

Sintoniza con tu diálogo interior

El diálogo interior que conduce a las manifestaciones del miedo a la intimidad suele estar muy arraigado y, después de vivir toda una vida como tu propio crítico interior, puede parecerte normal.

Examine sus objetivos

¿Qué quieres realmente en la vida? ¿Quieres una relación íntima a largo plazo? Si es así, ¿cómo has alejado a las personas en el pasado? Tómate tiempo para revisar cuáles eran y son tus deseos y objetivos y cómo tus acciones los ayudan o los obstaculizan.

Date tiempo

Superar el miedo a la intimidad no se consigue de la noche a la mañana. Incluso cuando sientas que has ganado terreno, inevitablemente tendrás retrocesos. Concédase el perdón cuando esto ocurra y hable con amabilidad a su interior.

Intenta no ver tu miedo como un defecto de carácter. En su lugar, intente considerarlo simplemente como algo que probablemente proviene de su pasado lejano y que puede trabajar para tener un futuro mejor.

Las investigaciones también han demostrado que las experiencias positivas en las relaciones pueden ser beneficiosas para quienes tienen problemas de intimidad.9 Tener esas experiencias positivas puede mejorar su capacidad de formar intimidad con el tiempo.

Consejos para los seres queridos

Si es su ser querido el que está lidiando con el miedo a la intimidad, tendrá que practicar la paciencia. Los contratiempos son perfectamente normales y esperables. Establecer la seguridad es de suma importancia para que su ser querido pueda empezar a abrirse.

Tenga en cuenta el miedo de su pareja al abandono, al rechazo o al engullimiento cuando piense en sus palabras y comportamientos. Su educación puede hacer que interprete una acción de forma completamente diferente a como lo harías tú.

Por ejemplo, si tu pareja tiene miedo a ser engullida por haber crecido en una familia cerrada, sorprenderla diciendo “nos vamos de viaje” puede no ser una sorpresa cariñosa y agradable, y puede reforzar su miedo a ser controlada. En cambio, ofrecer opciones claras y asegurarse de que su pareja participa en todas las decisiones puede interpretarse como algo más cariñoso.

Es importante recordarle regularmente su amor, tanto con palabras como con acciones. No dé por sentado que su pareja “se siente” querida. Más bien, cree un entorno que apoye el hecho de que se lo merece.

Y lo que es más importante, hazle saber a tu pareja que superar el miedo es un esfuerzo de equipo. Aunque probablemente sientas curiosidad, no es importante que entiendas cómo empezó todo esto. En cambio, lo que su ser querido necesita es apoyo y la voluntad de escuchar cuando esté dispuesto a compartir.

error: El contenido está protegido