El llamado síndrome de Procusto se refiere a la tendencia de algunas personas, empresas o incluso sociedades a rechazar a quienes tienen características diferentes a las suyas por miedo a ser superados o cuestionados por ellos. Existe una tendencia a tratar de mantener una uniformidad constante en la que las divergencias son mal vistas y/o castigadas.

De este modo, se establecen actitudes de discriminación e incluso un cierto nivel de acoso hacia la persona que destaca y se considera que amenaza la propia posición o estima. Sus ideas son ignoradas o distorsionadas, los intentos de proactividad y creatividad son criticados. Si no se puede evitar la relación con esta persona, se pretende que se mantenga dentro de unos límites que no superen las posibilidades de la persona que la rechaza, ejerciendo presión de forma que se obtenga una cierta homogeneidad en las capacidades manifestadas conductualmente.

Contribuye a esto estar en una sociedad muy competitiva en la que se exige cada vez más a cada persona. Tanto en el trabajo como en otros aspectos vitales, se nos pide excelencia, originalidad, creatividad, eficacia y alta proactividad. Sin embargo, por otro lado, se ejerce una tremenda presión hacia la uniformidad, el que destaca en algún talento o habilidad suele ser despreciado.

Esto significa que a veces no se contrata o se deja de contratar a los que tienen mejores aptitudes, se les acosa y se les humilla. Se trata del síndrome de Procusto, que explicaré con más detalle a continuación.

¿Qué es el síndrome de Procusto?

El llamado síndrome de Procusto se refiere a la tendencia de algunas personas, empresas o incluso sociedades a rechazar a quienes tienen características diferentes a las suyas. por miedo a ser superados o cuestionados por ellos. Existe una tendencia a tratar de mantener una uniformidad constante en la que las divergencias son vistas y/o castigadas.

De esta forma se establecen actitudes de discriminación e incluso un cierto nivel de acoso hacia la persona que destaca y que se considera puede amenazar su posición o estima. Sus ideas son ignoradas o distorsionadas, los intentos de proactividad y creatividad son criticados. Si no se puede evitar la relación con esa persona, se pretende que se mantenga dentro de unos límites que no superen las posibilidades de la persona que la rechaza, presionando para que se consiga una cierta homogeneidad en las capacidades manifestadas conductualmente.

A menudo el contacto entre ambos sujetos pretende ser correcto y aparentemente no se manifiesta ningún tipo de conflicto de forma directa, aunque las relaciones tienden a deteriorarse con el tiempo.

Normalmente se da a personas que pueden estar por encima, pero a veces también se rechaza a personas que se consideran con capacidades inferiores a las suyas (en este caso se pretenden modificar para adaptarse a la visión del mundo de la persona con este síndrome).

¿Qué tipo de personas lo manifiestan?

En general, el síndrome de Procusto se da en personas con un alto nivel de frustración y poco sentido de control, teniendo una autoestima baja o lábil. En ocasiones han sufrido vejaciones y diferentes acontecimientos estresantes y traumáticos que les han hecho dudar de su propia capacidad, por lo que las personas que se perciben como superiores o con posibilidades de serlo les resultan aversivas.

También puede ocurrir lo contrario, una persona con una autoestima exagerada hasta límites casi narcisistas que ven que los demás destacan y son más tenidos en cuenta que ellos mismos.

Quien ejerce esta actitud puede llevarla a cabo de forma consciente e inconsciente. Mientras que el primero intentaría directamente causar daño a la persona destacada al verse amenazado, el segundo tiende a pensar que su punto de vista es correcto y que son los demás los que deben adaptarse a él.

Origen del nombre: el mito griego de Procusto

Para entender mejor este síndrome, puede ser útil conocer el origen de su denominación, estrechamente ligada a las características del síndrome en cuestión. Este origen se encuentra en el mito griego de Procusto.

Procusto, también conocido como Damastes , es según la mitología griega uno de los hijos del dios Poseidón. Este ser acogía a los viajeros en sus casas y les brindaba una gran hospitalidad, con un trato amable y dispuesto, proponiéndoles pasar la noche en su morada.

Sin embargo, cuando los huéspedes se quedaban dormidos, Procusto los amordazaba y comprobaba si su tamaño difería del de la cama de hierro en la que estaban acostados. En caso de que la persona en cuestión superara el tamaño de la cama, Procusto cortaba los elementos que sobresalían de ella. Si, por el contrario, era más baja y no la ocupaba por completo, le rompía los huesos con un mazo para estirarla. En definitiva, hacía que sus visitantes se ajustaran siempre a las medidas de su cama.

Esto se acabaría con la llegada de Teseo, quien le propondría contemplar si el propio Procusto cumplía con las medidas de su cama y, tras observar que era de mayor tamaño procedería a aplicarle el mismo castigo que el que Procusto proporcionaba a sus invitados, cortándole la cabeza y matándolo.

Este mito refleja la presión a la uniformidad que es característica del síndrome con su mismo nombre, así como la actitud inicialmente afectuosa y acogedora que muchas personas que manifiestan este síndrome imprimen a su interacción, sin que aparentemente exista ningún tipo de malestar o conflicto.

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Ámbitos en los que se observa

El síndrome de Procusto puede observarse en prácticamente cualquier ámbito, y puede tener graves efectos tanto en la persona que puede sobresalir. Algunos de los ámbitos en los que se observa este síndrome son los siguientes

Ámbito académico

En el ámbito académico, quien sobresale suele estar mal considerado, tanto por algunos de sus compañeros como incluso a veces por los propios profesores. De hecho, ya en la infancia, muchos alumnos superdotados se empeñan en obtener notas dentro de la media (estamos hablando de casos en los que esto se hace conscientemente por este motivo y no por considerar el aprendizaje poco estimulante), especialmente en el caso de las niñas por cuestiones relacionadas con los estereotipos de género.

En algunos casos se ha visto el síndrome de Procusto en casos en los que diferentes alumnos y profesionales han criticado y humillado públicamente a otros, porque se han sentido inferiores en capacidades o ven peligrar su prestigio si el otro destaca. Esto puede ocurrir incluso en la relación profesor-alumno cuando el primero tiene una baja autoestima.

Se crea un ambiente que puede generar acoso y limitación de las capacidades, no pudiendo el sujeto agredido alcanzar su máximo potencial y produciéndose un perjuicio tanto a la formación que se está ejerciendo como al sujeto agredido por la persona que manifiesta el síndrome de Procusto, en el que se puede influir tanto a corto como a largo plazo.

Ambito academico procusto

Ámbito laboral

Este es el sector en el que el síndrome de Procusto puede ser más evidente, especialmente en el sector empresarial, cuando existe una gran competitividad en el mercado y puede ser posible que otras personas más preparadas o con mejores capacidades sean más aptas para el puesto propio.

En este ámbito, se va a intentar que la persona que destaca no lo haga, infravalorando sus aportaciones o incluso apropiándose de ellas, estableciendo un nivel de control excesivo sobre el sujeto en cuestión y en algunos casos difundiendo rumores sobre su persona o su trabajo con el fin de desprestigiarlo. En algunos casos en los que la persona que se siente amenazada tiene el poder de hacerlo, puede acabar no contratando o promocionando a las personas más eficientes sino a otras más dominables y que puedan suponer una menor amenaza.

Para la empresa en cuestión, el síndrome de Procusto es un perjuicio evidente, ya que no permite potenciar las capacidades y recursos de la empresa y supone una dificultad añadida a la hora de expandirse y disfrutar del éxito. Se dificulta el trabajo en equipo y se crea un clima de tensión claramente perjudicial para la salud tanto de los sujetos implicados como de la institución que representan.

El síndrome de Procusto en la gestión de proyectos

En el ámbito laboral, que es el que más nos interesa como Project Managers, el Síndrome de Procusto también está muy extendido. Tenemos diferentes situaciones o formas en las que aparece, con sus correspondientes implicaciones.

Consciente / Inconsciente

La persona que rechaza a los mejores trabajadores puede hacerlo de forma consciente o inconsciente. En el primer caso, se intentará crear un prejuicio a la persona que destaca, mientras que en el caso inconsciente se ve más en el hecho de no aceptar opiniones o comportamientos diferentes.

Alta / baja autoestima

El síndrome de Procusto puede darse en personas con una autoestima especialmente alta o baja. Mientras que en el primer caso la persona está tan segura de sí misma que no acepta actitudes o pensamientos diferentes, en el segundo caso la persona reacciona negativamente ante los que considera mejores ya que le bajan la autoestima aún más.

Alta baja autoestima

Estatus de poder / pertenencia a un grupo

La persona con síndrome de Procusto puede estar o no en una situación de poder. El primer caso sería el de un jefe de grupo, un jefe de departamento, un directivo, personal de recursos humanos o nosotros mismos como Project Managers. En este caso las posibilidades de afectar negativamente al buen trabajador son muy claras. Por otro lado, un miembro de un equipo de trabajo, aunque carezca de poder en las decisiones de personal, también puede ser muy perjudicial si ejerce influencia en el grupo.

Entorno personal

El síndrome de Procusto no sólo se circunscribe a lo profesional o académico, sino que también puede extenderse a lo personal. En estos casos la familia, los amigos o la pareja van a ser constantemente criticados y los fracasos o el malestar que la persona vista puede sentir como una amenaza (en este caso hacia la autoestima, considerando que puede ser mejor que el individuo) producirá un cierto nivel de alegría y satisfacción (aunque a veces puede verse empañado por la culpa cuando se hace de forma inconsciente).

Puede haber una tendencia a evitar a las personas que se consideran superiores en algunas características. Por ejemplo, a las personas con síndrome de Procusto evitarán a posibles parejas más atractivas o inteligentes que ellos. Si no se trata de una persona cercana, tenderá a aislarse, abandonar o disminuir su autoestima, de manera que sus habilidades también se ven reducidas.

En este caso, tanto la persona con síndrome de Procusto como la víctima se verán afectadas, provocando una relación tóxica si se produce y causando sufrimiento a ambas partes.

¿Cómo afrontar estas situaciones?

No es fácil convivir con alguien que se comporta como Procusto. Esta persona se verá obligada a vivir permanentemente en guardia, esperando el próximo ataque, la nueva humillación o un castigo ejemplar. Ser continuamente pisoteado puede hacer que la persona reaccione de dos maneras: o se resigna a la humillación y poco a poco se empequeñece, oscureciendo toda la luz que hay en ella; o acumula resentimiento y odio. Ninguna de las dos situaciones es positiva.

Si vemos que alguien cercano a nosotros se comporta como el personaje mitológico, lo más conveniente es boicotear su estrategia de actuación sin perder la calma. Debemos ser conscientes de que en algunos casos no podemos cambiar su forma de ser y de pensar, pero sí podemos evitar que sus ataques nos afecten.

La mejor manera de hacerlo es recurrir a hechos indiscutibles de la realidad, pero sin caer en comparaciones inútiles. La idea a transmitir es que todos somos diferentes y tenemos distintos niveles de capacidad, lo que no significa que seamos mejores o peores. Es importante entender la dinámica mental de esa persona y asegurarse de que no nos percibe como un rival a batir.

Por supuesto, también es importante tener cuidado de no transformarnos en Procrustes. Ese gigante maligno puede nacer de una chispa de envidia, de un sentimiento de inferioridad o de un gol perdido.

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