El sueño ha sido objeto de especulación y reflexión desde la época de los primeros filósofos griegos, pero sólo recientemente los investigadores han descubierto formas de estudiarlo de manera sistemática y objetiva. La introducción de nuevas tecnologías, como el electroencefalograma (EEG), ha permitido a los científicos observar y medir los patrones eléctricos y la actividad producida por el cerebro durante el sueño.
A continuación, se exponen tres de las principales teorías que han surgido.
Hambre y alimentación; somnolencia y sueño
Aunque no pensemos a menudo en por qué dormimos, la mayoría de nosotros reconoce que dormir nos hace sentir mejor. Nos sentimos más alerta, con más energía, más felices y más capaces de funcionar después de una buena noche de sueño. Sin embargo, el hecho de que dormir nos haga sentir mejor y de que no dormir nos haga sentir peor sólo empieza a explicar por qué es necesario dormir.
Una forma de entender la función del sueño es compararla con otra de nuestras actividades vitales: comer. El hambre es un mecanismo de protección que ha evolucionado para garantizar que consumimos los nutrientes que nuestro cuerpo necesita para crecer, reparar tejidos y funcionar correctamente. Y aunque es relativamente fácil comprender el papel que desempeña la alimentación -dado que implica consumir físicamente las sustancias que nuestro cuerpo necesita-, comer y dormir no son tan diferentes como podría parecer.
Tanto comer como dormir están regulados por poderosos impulsos internos. Estar sin comer produce la incómoda sensación de hambre, mientras que estar sin dormir nos hace sentir un sueño abrumador. Y del mismo modo que comer alivia el hambre y garantiza que obtengamos los nutrientes que necesitamos, dormir alivia la somnolencia y garantiza que obtengamos el sueño que necesitamos. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿Por qué necesitamos dormir? ¿Existe una única función principal del sueño, o el sueño cumple muchas funciones?
¿Una pregunta sin respuesta?
Los científicos han explorado la cuestión de por qué dormimos desde muchos ángulos diferentes. Han examinado, por ejemplo, qué ocurre cuando se priva de sueño a los seres humanos o a otros animales. En otros estudios, han analizado los patrones de sueño de diversos organismos para ver si las similitudes o diferencias entre especies pueden revelar algo sobre las funciones del sueño. Sin embargo, a pesar de décadas de investigación y muchos descubrimientos sobre otros aspectos del sueño, la pregunta de por qué dormimos ha sido difícil de responder.
La falta de una respuesta clara a esta difícil cuestión no significa que esta investigación haya sido una pérdida de tiempo. De hecho, ahora sabemos mucho más sobre la función del sueño y los científicos han desarrollado varias teorías prometedoras para explicar por qué dormimos. A la luz de las pruebas que han reunido, parece probable que nunca se demuestre que una sola teoría es correcta. En su lugar, es posible que el sueño se explique por dos o más de estas explicaciones. La esperanza es que, si comprendemos mejor por qué dormimos, aprenderemos a respetar más las funciones del sueño y a disfrutar de los beneficios para la salud que nos proporciona.
En este ensayo se esbozan varias teorías actuales sobre por qué dormimos. Para saber más sobre ellas, no deje de consultar la “Estantería” al final de este ensayo. Allí encontrará enlaces a artículos de investigadores que estudian esta fascinante cuestión.
Teoría de la reparación y la restauración
Según la teoría de reparación y restauración del sueño, dormir es esencial para revitalizar y restaurar los procesos fisiológicos que mantienen el cuerpo y la mente sanos y funcionando correctamente.
Esta teoría sugiere que el sueño NREM es importante para restaurar las funciones fisiológicas, mientras que el sueño REM es esencial para restaurar las funciones mentales.
Esta teoría se ve respaldada por investigaciones realizadas en el 2011 que demuestran que los periodos de sueño REM aumentan tras periodos de privación de sueño y actividad física extenuante. Durante el sueño, el cuerpo también aumenta su ritmo de división celular y síntesis de proteínas, lo que sugiere además que la reparación y la restauración se producen durante los periodos de sueño.
En 2013, los investigadores han descubierto nuevas pruebas que apoyan la teoría de la reparación y restauración, descubriendo que el sueño permite al cerebro realizar tareas de “limpieza”.
En el número de octubre del 2013 de la revista Science, los investigadores publicaron los resultados de un estudio que indica que el cerebro utiliza el sueño para eliminar las toxinas de desecho. Este sistema de eliminación de residuos, sugieren, es una de las principales razones por las que dormimos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que este estudio se realizó en ratones y no en seres humanos.
“La función reparadora del sueño puede ser consecuencia de una mayor eliminación de los productos de desecho potencialmente neurotóxicos que se acumulan en el sistema nervioso central despierto”, explican los autores del estudio.
Investigaciones anteriores habían descubierto el sistema glinfático, que transporta los materiales de desecho fuera del cerebro. Según uno de los autores del estudio, el Dr. Maiken Nedergaard, los recursos limitados del cerebro le obligan a elegir entre dos estados funcionales distintos: despierto y alerta o dormido y limpiando. También sugieren que los problemas de limpieza de estos residuos cerebrales podrían desempeñar un papel en diversos trastornos cerebrales, como la enfermedad de Alzheimer.
Teoría evolutiva
La teoría evolutiva, también conocida como la teoría adaptativa del sueño, sugiere que los periodos de actividad e inactividad evolucionaron como un medio para conservar la energía. Según esta teoría, todas las especies se han adaptado a dormir durante periodos de tiempo en los que la vigilia sería más peligrosa.
El apoyo a esta teoría procede de la investigación comparativa de distintas especies animales. Los animales que tienen pocos depredadores naturales, como los osos y los leones, suelen dormir entre 12 y 15 horas al día. En cambio, los animales que tienen muchos depredadores naturales duermen poco, normalmente no más de 4 ó 5 horas al día.
Teoría de la consolidación de la información
La teoría de la consolidación de la información sobre el sueño se basa en la investigación cognitiva y sugiere que las personas duermen para procesar la información que han adquirido durante el día. Además de procesar la información del día anterior, esta teoría también sostiene que el sueño permite al cerebro prepararse para el día siguiente.
Algunas investigaciones del 2012 también sugieren que el sueño ayuda a consolidar en la memoria a largo plazo las cosas que hemos aprendido durante el día. Esta idea se apoya en una serie de estudios sobre la privación del sueño que demuestran que la falta de sueño tiene un grave impacto en la capacidad de recordar información.
La teoría de la limpieza
Otra teoría importante sugiere que el sueño permite al cerebro limpiarse. El estudio con ratones de octubre de 2013 descubrió que el cerebro se limpia de toxinas y desechos producidos durante el día mientras duerme.
Las células cerebrales producen productos de desecho durante sus actividades normales. Mientras dormimos, aumenta el flujo de fluidos a través del cerebro. Esto actúa como una especie de sistema de eliminación de residuos, limpiando el cerebro de estos productos de desecho.
En la actualidad son cientos de personas a nivel mundial que sufren algún trastorno del sueño como el insomnio, la somnolencia, la narcolepxia, entre otros… Es fundamental cuidar nuestra salud y por eso es importante que pongas fin a esas noches en vela sin poder conciliar el sueño.
El código que conocerás a continuación te enseñara el paso a paso para adquirir mejores hábitos, antes, durante y después de dormir. Sin duda alguna te sentirás más revitalizado, con mucha más energía y con toda la actitud para el día a día.
Función adaptativa del sueño
Una hipótesis popular sobre el sueño incorpora la perspectiva de la psicología evolutiva. La psicología evolutiva es una disciplina que estudia cómo los patrones universales de comportamiento y los procesos cognitivos han evolucionado a lo largo del tiempo como resultado de la selección natural. Las variaciones y adaptaciones en la cognición y el comportamiento hacen que los individuos tengan más o menos éxito a la hora de reproducirse y transmitir sus genes a su descendencia. Una hipótesis desde esta perspectiva podría argumentar que el sueño es esencial para restaurar los recursos que se gastan durante el día. Al igual que los osos hibernan en invierno cuando los recursos escasean, quizá las personas duermen por la noche para reducir su gasto energético. Aunque ésta es una explicación intuitiva del sueño, hay pocas investigaciones que la respalden. De hecho, se ha sugerido que no hay razón para pensar que las demandas energéticas no puedan abordarse con periodos de descanso e inactividad (Frank, 2006; Rial et al., 2007), y algunas investigaciones han hallado en realidad una correlación negativa entre las demandas energéticas y la cantidad de tiempo que se pasa durmiendo (Capellini, Barton, McNamara, Preston y Nunn, 2008).
Otra hipótesis evolutiva del sueño sostiene que nuestros patrones de sueño evolucionaron como respuesta adaptativa a los riesgos depredadores, que aumentan en la oscuridad. Por tanto, dormimos en zonas seguras para reducir la posibilidad de sufrir daños. De nuevo, se trata de una explicación intuitiva y atractiva de por qué dormimos. Quizá nuestros antepasados pasaban largos periodos durmiendo para reducir la atención de posibles depredadores. Sin embargo, la investigación comparativa indica que la relación que existe entre el riesgo de depredación y el sueño es muy compleja y equívoca. Algunas investigaciones sugieren que las especies que se enfrentan a mayores riesgos de depredación duermen menos horas que otras especies (Capellini et al., 2008), mientras que otros investigadores sugieren que no existe relación entre la cantidad de tiempo que una especie determinada pasa en sueño profundo y su riesgo de depredación (Lesku, Roth, Amlaner, & Lima, 2006).
Es muy posible que el sueño no tenga una única función adaptativa universal y que las distintas especies hayan desarrollado diferentes patrones de sueño en respuesta a sus presiones evolutivas únicas. Aunque hemos hablado de los resultados negativos asociados a la privación de sueño, hay que señalar que hay muchos beneficios asociados a una cantidad adecuada de sueño. Algunos de estos beneficios enumerados por la Fundación Nacional del Sueño (n.d.) incluyen el mantenimiento de un peso saludable, la reducción de los niveles de estrés, la mejora del estado de ánimo y el aumento de la coordinación motora, así como una serie de beneficios relacionados con la cognición y la formación de la memoria.
Función cognitiva del sueño
Otra teoría sobre por qué dormimos tiene que ver con la importancia del sueño para la función cognitiva y la formación de la memoria (Rattenborg, Lesku, Martínez-González y Lima, 2007). De hecho, sabemos que la privación del sueño provoca alteraciones en la cognición y déficits de memoria (Brown, 2012), lo que conduce a deficiencias en nuestras capacidades para mantener la atención, tomar decisiones y recordar recuerdos a largo plazo. Además, estas deficiencias se agravan a medida que aumenta la privación de sueño (Alhola y Polo-Kantola, 2007). Además, el sueño de ondas lentas después de aprender una nueva tarea puede mejorar el rendimiento resultante en esa tarea (Huber, Ghilardi, Massimini y Tononi, 2004) y parece esencial para la formación eficaz de la memoria (Stickgold, 2005). Comprender el impacto del sueño en la función cognitiva debería ayudarte a entender que estudiar toda la noche para un examen puede no ser eficaz e incluso resultar contraproducente.
El sueño también se ha asociado a otros beneficios cognitivos. Las investigaciones indican que entre estos posibles beneficios se encuentran el aumento de la capacidad para el pensamiento creativo (Cai, Mednick, Harrison, Kanady y Mednick, 2009; Wagner, Gais, Haider, Verleger y Born, 2004), el aprendizaje de idiomas (Fenn, Nusbaum y Margoliash, 2003; Gómez, Bootzin y Nadel, 2006) y los juicios inferenciales (Ellenbogen, Hu, Payne, Titone y Walker, 2007). Es posible que incluso el procesamiento de la información emocional esté influido por ciertos aspectos del sueño (Walker, 2009).
Conclusión
Dedicamos una gran parte de nuestro tiempo a dormir y nuestro cerebro dispone de complejos sistemas que controlan diversos aspectos del sueño. Durante el sueño se segregan varias hormonas importantes para el crecimiento físico y la maduración. Aunque la razón por la que dormimos sigue siendo un misterio, hay indicios que sugieren que el sueño es muy importante para el aprendizaje y la memoria.
Aunque existen investigaciones y pruebas que apoyan cada una de estas teorías del sueño, todavía no hay un apoyo claro para ninguna de ellas. También es posible que cada una de estas teorías sirva para explicar por qué dormimos.