¿Existe una cantidad “ideal” o deseada de tiempo de pantalla para los niños pequeños? Presentaré información aplicable a los niños en todas las fases de desarrollo.

La conclusión es que los padres y tutores tienen que supervisar siempre el tiempo de pantalla de los niños.  Como regla básica, “cuanto menos, mejor”.

Además, cualquier tiempo de pantalla, si se permite, tiene que ser supervisado.  En otras palabras, los padres y tutores tienen que desempeñar un papel activo en la supervisión del tiempo de pantalla de los niños de todas las edades.

Los siguientes son dos de mis libros favoritos sobre este tema:

Antecedentes

Casi desde el momento en que los niños nacen están potencialmente expuestos a algún tipo de dispositivo que tiene una pantalla.  Estos dispositivos pueden venir en forma de televisores, tabletas, ordenadores, teléfonos móviles o consolas de videojuegos.

Al principio de sus vidas, los niños no son necesariamente los que quieren usar los dispositivos.  En cambio, somos los adultos los que, a veces sin pretenderlo, exponemos a los niños a estos dispositivos.

Independientemente de las circunstancias, los niños necesitan límites al tiempo que pasan frente a cualquier pantalla.  Esto se debe a que el consumo excesivo o inadecuado de tiempo frente a la pantalla tiene el potencial de tener un efecto adverso.  Esto puede ser en su salud y desarrollo personal, así como en la escuela.

Al igual que ocurre con otros instrumentos y dispositivos de uso cotidiano, tanto los niños como los jóvenes necesitan normas.  Estas normas, orientadas específicamente al uso de dispositivos digitales, son importantes para sobrevivir en el mundo digital.

Los niños deben ser instruidos por sus padres o tutores en el uso adecuado de los dispositivos electrónicos.

Como se informó en el programa 60 minutes de la CBS, las resonancias magnéticas de los niños “que usan smartphones, tabletas y videojuegos más de siete horas al día” muestran un adelgazamiento prematuro de la corteza cerebral, según un estudio de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).

Por lo tanto, no es de extrañar que el exceso de tiempo frente a la pantalla pueda acarrear problemas de salud.  Estos pueden ser en forma de trastornos del sueño, irritabilidad, agresividad, riesgo de déficit de atención, trastornos de la nutrición e incluso obesidad.

Además, cuando los contenidos son inadecuados para su edad, los niños pueden desarrollar comportamientos violentos. En algunos casos, pueden acabar teniendo una imagen distorsionada de la sexualidad.

Esto puede tener consecuencias devastadoras a la hora de establecer relaciones sociales.  En concreto, si en el futuro son bendecidos con una vocación matrimonial, esta exposición inapropiada comprometerá su capacidad para vivir una vida matrimonial sana.

Por lo tanto, es necesario e imperativo que nosotros, como padres, establezcamos límites en el tiempo y el contenido que los niños pequeños, así como los niños, pueden pasar frente a las pantallas.

Antecedentes tiempo en pantalla niños

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Tiempos en pantalla recomendados

Dos años y menores

Los niños de dos años o menos no deberían pasar nunca ningún tiempo delante de las pantallas.  Esto incluye los televisores, según una recomendación de la Academia Americana de Pediatría.  Desgraciadamente, las estadísticas muestran que más del 90% de los niños de esta edad ya lo han hecho en su primer año de vida.

Durante los dos o tres primeros años de edad, el cerebro del niño experimenta un intenso crecimiento.  Es a esta edad cuando las exigencias de manipulación de objetos y de contacto directo con las personas son esenciales para su desarrollo.

El bebé tiene que enfrentarse directamente a la relación entre causa y efecto que se le atribuye.  Tiene que interpretar las voces, los gestos y las palabras de las personas que le rodean.  Aunque el niño menor de dos años puede jugar con un dispositivo digital, su cerebro no es capaz de transferir esa experiencia a su mundo real.

Asimismo, cuando un bebé está viendo la televisión, está abandonando la oportunidad de tener tiempo para hacer otras cosas fundamentales en su desarrollo.  El hecho es que actividades como el ejercicio de las habilidades cognitivas, lingüísticas, sociales, emocionales y motoras no se realizan en la medida de lo posible o necesario.

Por lo tanto, la exposición a las pantallas antes de los 18 meses de edad puede afectar negativamente al lenguaje, la memoria a corto plazo, la lectura, el sueño y la atención.

Por este motivo, lo mejor sería que antes de los dos años los bebés no se expusieran a ninguna pantalla.  Una excepción sería mostrar al bebé a familiares lejanos a través de videollamadas, como Skype o Facetime.

Teniendo en cuenta los puntos anteriores, si los padres quieren empezar a exponer a sus hijos pequeños a las pantallas a una edad temprana, les recomiendo que esperen hasta que tengan 18 meses.

Si esto es necesario, el tiempo frente a una pantalla debe ser siempre con fines educativos.  El contenido tiene que ser de calidad y estar en presencia constante del padre o tutor mientras usan el dispositivo electrónico.  A continuación, se exponen algunas ideas excelentes para intentar centrar la atención de los niños lejos de los dispositivos digitales:

Niños de entre 2 y 5 años

El tiempo máximo de exposición frente a las pantallas para los niños de entre 2 y 5 años no debe superar una hora diaria.  Para ser sinceros lo ideal es que no supere los 30 minutos diarios.

Para los niños de esta edad, es muy importante que los padres o tutores elijan tanto el contenido de lo que ven en la televisión, como lo que hacen con el resto de los dispositivos.

De nuevo, el material tiene que ser de contenido educativo.  La calidad del material tiene que permitir que el niño aprenda nuevos conceptos relacionados con las matemáticas, la lengua y la ciencia, y fomentar las habilidades sociales.

Seamos realistas, las televisiones y el resto de medios digitales no pueden convertirse en una “niñera” o en un “objeto de confort”.  Los padres y tutores DEBEN estar con los niños de esta edad cada vez que estén frente a una pantalla.

Esta es la forma en que los padres o custodios ayudarán al niño a dar sentido a lo que ve.  Desempeñarán un papel importante para ayudarles a trasladar lo que observan al mundo real en el que viven.

Además, cuando el niño tenga una rabieta o se porte mal, las pantallas no deben ser el único remedio para calmarlo (o calmarla).  Utilizar las pantallas como un pseudochupete aumentará el riesgo de que acaben teniendo dificultades para regular sus emociones o entender los límites.

Es importante destacar que los programas o aplicaciones elegidos para los niños pequeños deben tener un ritmo lento.  No deben ofrecer demasiados contenidos de golpe.  De esta manera, el niño podrá progresar siguiendo su ritmo normal de desarrollo.

Los contenidos violentos u orientados a niños de mayor edad están totalmente desaconsejados.

Recomiendo que, durante los años de preescolar, en lugar de pasar el tiempo frente a una pantalla, los niños se involucren más en un juego no estructurado o en juegos.  Ya sea solos o con otros niños, estas oportunidades, así como las interacciones entre padres e hijos, contribuyen mejor al desarrollo de las aplicaciones virtuales del niño.

Los juegos reales (no virtuales) desarrollan, entre otras cosas, el control de los impulsos, la flexibilidad de pensamiento, el control emocional y la persistencia en la realización de tareas.  Estos son rasgos importantes que tienen su fundamento en esta temprana edad.

Niños de 5 a 12 años

Para este grupo de edad, los padres y tutores pueden considerar aumentar el tiempo de exposición frente a las pantallas entre 60 y 90 minutos al día.

A pesar de la recomendación de aumentar el tiempo frente a la pantalla, en esta franja de edad es muy importante proporcionar al niño otras alternativas alejadas del mundo digital.  Y es que el exceso de tiempo frente a la pantalla puede tener consecuencias negativas para su salud en un momento crucial en el que se están formando los buenos hábitos sociales y morales de la vida como parte de su huella permanente.

Está fuera de toda duda que un exceso de tiempo frente a la pantalla fomentaría la inactividad física y la obesidad infantil.  Esto se debe, en parte, a la cantidad de publicidad de alimentos (principalmente basura o poco saludables) a la que se enfrenta un niño que ve la televisión.

Por otro lado, los niños que al final del día siguen jugando con dispositivos electrónicos sufren de mala calidad de sueño e insomnio.  Esto se debe a las horas de juego que “roban” el tiempo que de otra manera se hubiera dedicado al descanso.

Además, hay que tener en cuenta el efecto adverso que la luz azul de las pantallas tiene sobre la generación de melatonina, que regula el sueño.  Por este motivo, recomiendo encarecidamente que los niños no tengan nunca televisores, ordenadores o teléfonos móviles en el dormitorio a la hora de irse a dormir.

A esta edad, los padres o tutores deben supervisar los contenidos que ven sus hijos.  Deben habilitar los controles parentales adecuados para que los niños no puedan acceder a sitios web inapropiados.

Por favor, recuerden que muchos de los anuncios que se distribuyen en los contenidos a los que los niños están expuestos no son apropiados para ellos.  Esto es importante a cualquier edad, pero especialmente cuando son muy pequeños ya que no son capaces de diferenciar la realidad de la publicidad.

Niños mayores de 12 años

Durante los años de la adolescencia, el uso y la exposición a los medios digitales crecen exponencialmente.  Sin embargo, los padres y tutores deben hacer todo lo posible para no dejar que supere las dos horas diarias.

Actualmente, los niños hacen uso de las redes sociales de forma habitual.  Por ello, es recomendable que los padres o tutores tengan un conocimiento básico de su funcionamiento.

Lo cierto es que los niños mayores de 12 años no son plenamente conscientes de los riesgos y peligros de Internet.  Por lo tanto, los padres y tutores tienen que ser proactivos a la hora de proporcionar información y supervisar el uso de Internet.

Los padres y tutores deben asegurarse de que los niños utilizan todos los medios digitales en un lugar común de la casa.  También hay que revisar los contenidos de los juegos y aplicaciones.

Hay que tener especial atención ya que los contenidos violentos, de carácter sexual o contrarios a las normas de convivencia, pueden hacer mucho daño al cerebro adolescente en un momento de intenso cambio como el que están viviendo.

Es muy importante controlar el tiempo que los adolescentes pasan frente a las pantallas.  De ese modo, no se ve afectada su salud (alimentación, ejercicio, horas de sueño) ni su rendimiento escolar ni sus relaciones sociales o familiares.

Algunos niños de esta edad empiezan a tener dificultades para reducir el tiempo que pasan en entornos digitales.  Esto es especialmente preocupante cuando muestran signos de conductas adictivas.

Para obtener información adicional sobre el efecto que la sobreexposición a las redes sociales puede tener en los niños, consulte la entrada de mi blog titulada “El riesgo de la tecnología y las redes sociales”.

Niños mayores de doce años pantalla

Consejos para reducir la exposición digital en la familia

Además de limitar el tiempo y controlar los contenidos, la familia puede establecer una serie de normas para reducir el consumo digital. Estos son 10 consejos para lograrlo:

  • Durante las comidas, la televisión debe permanecer apagada para fomentar el diálogo. Del mismo modo, los teléfonos móviles deben guardarse mientras la familia come. Seguro que has visto a esa familia sentada en la mesa de un restaurante en la que cada miembro está con la cabeza gacha mirando el móvil… ¡qué sitio más lamentable!
  • En el dormitorio de los niños no debe haber televisores. Las tabletas, las videoconsolas y los teléfonos móviles no deben llevarse a su dormitorio a la hora de ir a dormir.  Prueba esto: al menos una hora antes de dormir, el niño no debe usar dispositivos electrónicos para mejorar la calidad del sueño.
  • Siempre que sea posible, los padres o tutores tienen que compartir el tiempo de televisión con sus hijos. Cuanto más pequeños sean, más importante es esto.
  • Cuando no se utilicen o se miren, los dispositivos deben estar apagados.
  • Los contenidos digitales deben ser revisados primero por los padres o tutores. Considerar la instalación de los sistemas necesarios de control parental para impedir el acceso a determinadas páginas web o contenidos inapropiados.
  • Establecer normas claras sobre los contenidos prohibidos (sexo, violencia, drogas, etc.).
  • Los niños deben saber de antemano cuánto tiempo pueden dedicar a los medios digitales. Sea coherente con el tiempo permitido aplicando restricciones, según sea apropiado y necesario.
  • Diga a los niños por qué se limita el uso de los medios digitales para que entiendan que no es una decisión arbitraria. Si hay dificultades en el cumplimiento, puede hacer una revisión con ellos de por qué no está funcionando.  Es mejor ponerse de acuerdo con respecto a lo que ocurre, que prohibir sin conversar.
  • Sea el ejemplo. Es más fácil seguir las normas si los padres o tutores dan ejemplo en el mundo digital.  Ejerce una postura responsable con respecto a tu propio uso de los medios y dispositivos digitales, como el teléfono o las redes sociales.
  • Asegurarse de que los medios digitales de juego son compatibles con la edad de los niños que los van a utilizar. Controla su uso para que los niños puedan moverse, socializar y explorar otras partes muy importantes de su desarrollo.

Conclusión

Las anteriores son ideas que he aprendido a base de cometer errores y reflexionar sobre ellos.  Aunque no soy un experto en el tema, he reunido información de diferentes fuentes y he formulado estas recomendaciones basándome en ellas.

Te animo a que analices tu situación particular y encuentres lo que es práctico para ti, así como para tu familia.

Una cosa es segura, la participación de los padres o tutores es esencial para ayudar a nuestros hijos a navegar por este mundo digital.  Controlar el tiempo de pantalla a todas las edades es un paso en la dirección correcta.

Ignorarlo tendría graves consecuencias en el desarrollo actual y futuro de nuestros hijos.

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