Todo el mundo se enfada de vez en cuando. Según la Asociación Americana de Psicología (APA), la ira es una emoción humana normal que todo el mundo experimenta de vez en cuando. La ira puede ir desde un leve enfado hasta la rabia más absoluta.

La ira puede ser provocada por personas, acontecimientos, objetos, situaciones, sentimientos o recuerdos. Por ejemplo, un atasco de tráfico, un compañero de trabajo prepotente, una cremallera rota o el recuerdo de un comentario grosero pueden hacer que se enfade.

Las personas reaccionan al enfado de distintas maneras. Algunas personas expresan su enfado verbalmente (gritando, maldiciendo, discutiendo o vociferando), mientras que otras lo expresan físicamente (tirando cosas, rompiendo objetos, golpeando paredes o metiéndose en peleas). Sin embargo, algunas personas no expresan su enfado en absoluto, y en su lugar optan por reprimirlo.

Ira reprimida

La ira reprimida se produce cuando se experimenta enojo, pero no se expresa, ya sea de forma constructiva o destructiva, afirma David Klemanski, PsyD, MPH, psicólogo de Yale Medicine.

Este artículo explora las características y el impacto de la ira reprimida, así como algunas estrategias de afrontamiento que pueden ser útiles.

Manifestaciones de la ira reprimida

Aunque no existe un conjunto específico de síntomas o características de la ira reprimida, existen algunas de las posibles formas en que podría manifestarse, según el Dr. Klemanski:

Sustitución de emociones

Algunas personas pueden sustituir la ira por otras emociones. Por ejemplo, pueden sentirse tristes, deprimidas, ansiosas, culpables o avergonzadas, en lugar de enfadadas.

Entumecimiento

Algunas personas pueden negar sus emociones hasta el punto de sentirse insensibles o apagarse por completo.

Agresión pasiva

Algunas personas intentan evitar experimentar ira para evitar conflictos. Sin embargo, pueden emplear comportamientos pasivo-agresivos en su lugar. Por ejemplo, pueden hacer comentarios sarcásticos o maliciosos, parecer siempre hostiles y cínicos, criticarlo todo, menospreciar constantemente a los demás o intentar vengarse de la gente de forma indirecta sin decirles por qué están enfadados.

Agresion pasiva luchar con la ira reprimida

Estallidos

Después de reprimir su enfado durante demasiado tiempo, algunas personas acaban explotando y tienen un gran arrebato de ira.

Repercusiones de la ira reprimida

Reprimir las emociones puede ser perjudicial para la salud física y mental. A continuación, el Dr. Klemanski explica las consecuencias de reprimir la ira.

Pone al cuerpo en un estado de estrés

A nivel físico, reprimir las emociones, incluido el enojo, puede provocar estrés físico en el cuerpo.

La ira es una respuesta biológica a las amenazas percibidas, por lo que el cuerpo entra en un estado de hiperalerta diseñado para ayudar a sobrevivir. En este estado, la presión arterial y el ritmo cardíaco aumentan y el cuerpo libera ciertas hormonas que proporcionan una explosión de energía.

Reprimir la ira con frecuencia puede poner al cuerpo en un estado prolongado de estrés que puede conducir a problemas de salud como la hipertensión.

Afecta al procesamiento emocional

Todas nuestras emociones son mensajes para nosotros. Cada vez que pasamos por alto una emoción, perdemos la oportunidad de reflexionar, aprender de ella y comprender mejor nuestras prioridades y valores.

Ignorar o reprimir las emociones puede crear problemas por los que las personas no aprenden adecuadamente a expresarse en momentos críticos o cuando las emociones se experimentan con mayor intensidad de lo habitual.

Reprimir la ira puede impedir que las personas regulen, procesen y expresen adecuadamente sus emociones.

Puede provocar trastornos mentales

La ira puede ser una emoción negativa particularmente intensa que puede surgir al sentirse irrespetado, disminuido, avergonzado o menospreciado, o al sentir una pérdida de poder o control.

Ignorar el enojo y los problemas que la provocan puede conducir a otros problemas de salud mental, como depresión, ansiedad o incluso comportamientos controladores relacionados con hábitos, alimentos, sustancias, etc.

Puede dañar las relaciones

La ira reprimida también puede causar estragos en las relaciones personales. Puede hacer que actúes de forma contraria a tus valores personales, afectando así a tus límites y a tu capacidad para ser genuino y auténtico con los demás.

Según la APA, las personas que reprimen su ira suelen tener dificultades para relacionarse.

¿Cuál es la relación entre la ira y una persona altamente sensible?

Las personas altamente sensibles y la ira tienen una relación compleja porque muchos ven la ira como algo malo, algo que necesitan reprimir, esconder o deshacer rápidamente. Sin embargo, contrariamente a la impresión común, la ira es una emoción natural, no es buena ni mala, simplemente es así, y cumple una función. Puede ser útil si la persona muy sensible aprende a notarla y a recibir el mensaje que la ira intenta transmitirle. Cuando alguien sobrepasa nuestros límites, la ira nos enseña a decir no y a protegernos. Con la ira asertiva, aprovechamos una emoción muy humana y natural para restablecer nuestros límites y luchar por nuestros derechos de nacimiento. La ira simplemente es así, y ser capaz de enfadarse cuando alguien se pasa de la raya es un signo de salud psicológica.

Muchas personas muy sensibles confunden la ira con la agresividad o la violencia, pero ambas cosas son diferentes. Cuando surge la ira, hay muchos caminos diferentes que podemos tomar en nuestras reacciones, y la agresión es sólo uno de ellos. Con la práctica, una persona muy sensible puede aprender a expresar sus necesidades y su frustración de forma sana y elegante, sin recurrir a los arrebatos ni a la violencia.

Una persona muy sensible puede confundir la ira con lo contrario del amor y el afecto. Se supone que si queremos a alguien no debemos enfadarnos con él. Pero eso está muy lejos de la realidad. De hecho, la ira forma parte de una relación amorosa madura. En una relación sana y auténtica, hay espacio para expresar la ira, los disgustos y las quejas. En una forma de amor infantil, las personas son buenas o malas. Altamente sensibles o no, los niños sólo son capaces de pensar en blanco o negro. Por ejemplo, a los niños les cuesta comprender cómo la persona que les ha tratado con cariño puede ser también mala o no estar disponible. Sin embargo, a medida que maduramos, aprendemos a tener en cuenta las dos caras de la paradoja. En el amor maduro, sabemos que nuestra pareja tiene tanto méritos como defectos. Podemos adorarla y al mismo tiempo sentirnos perturbados por algunos de sus comportamientos. Podemos amarla y enfadarnos con ella al mismo tiempo. Amar de verdad a alguien no significa que nunca nos enfademos con él, sino que aprendemos a negociar los límites y a dominar el arte del perdón con gracia y compasión. Por tanto, es un error suponer que estar enfadado implica un defecto de carácter.

¿Las personas te conocen por estar involucrado en problemas o por tener peleas con frecuencia?

Un poco de manejo de la ira podría ayudarte. Si bien hay personas qué les puede servir más la ayuda profesional, también existen muchas estrategias que puedes usar para controlar tu ira.

Los problemas crónicos de ira pueden salirse de control, causando serias repercusiones no solo en tu salud, sino también en tu trabajo y en tus relaciones.

En “Como manejar tu ira: Incluso si no tienes autocontrol” podrás:

– Comprender las razones detrás de tu ira.

– Aprenderás algunas herramientas de manejo de la ira que te permitirán manejar mejor tus estados mentales.

– Si eres un familiar o amigo de alguien con problemas de ira, también aprenderás tips valiosos para aprender a lidiar con esta persona.

– Te ayudará a determinar cuando deberías buscar ayuda profesional.

Formas en las que se manifiesta la ira

Ira externalizada: incapacidad para contener la ira

Cuando la mayoría de la gente piensa en la ira, piensa en formas “externalizadas” de ira, como alguien que grita, pega puñetazos o actúa de forma agresiva. En psiquiatría, la externalización disfuncional implica la falta de autocontrol y desregulaciones. Una persona que exterioriza su ira puede actuar con violencia o dureza hacia los demás, con poca capacidad o potencial para autorreflexionar sobre lo que ha hecho.

Una persona muy sensible que tiende a exteriorizar su ira puede estar irritable todo el tiempo, enfadarse y desencadenarse con facilidad. De jóvenes, pueden ser pendencieros, desafiantes o tener otros problemas de conducta. También pueden tomar drogas, tener comportamientos imprudentes o infringir las normas y la ley. En el peor de los casos, pueden incluso herir intencionadamente a otros para liberar su resentimiento.

Exteriorizar la ira no siempre es malo. También puede hacerse de forma amable y diplomática. Una exteriorización sana de la rabia puede parecer asertiva o necesaria para establecer límites. Además, las personas que no reprimen su ira la reconocen cuando la sienten. Una vez que han exteriorizado su rabia, el sentimiento sale de su organismo. No se queda atascado en el cuerpo, no se queda en la memoria ni se agrava. Sin embargo, a las personas que reprimen su ira les ocurre lo contrario.

Cólera interiorizada (Cólera reprimida): La incapacidad de enfadarse

La persona muy sensible que interioriza sus emociones sufre internamente, dentro de sí misma. Al desviar su ira hacia sí mismas, suelen sufrir depresión, ansiedad y somatización (las emociones se convierten en dolor corporal o dolencias físicas).

Las personas con ira reprimida pueden descubrir que rara vez se sienten enfadadas, sino que experimentan letargo y entumecimiento crónicos. El problema es que, aunque el proceso es en gran medida inconsciente, se necesita mucha energía para reprimir y volver a desviar la ira. Están cansados porque consumen gran parte de su fuerza vital esencial para negar lo que deberían sentir de forma natural.

Otro problema es que en la otra cara de la ira hay sentimientos humanos preciosos como la alegría, la emoción y la pasión. Cuando una persona reprime la ira, puede descubrir que muchos de sus otros sentimientos deseables también se adormecen. Le cuesta excitarse o apasionarse; puede estar desconectada de sus propias necesidades y deseos. Incluso puede resultarles difícil sentir o expresar afecto por los demás.

Las personas muy sensibles que interiorizan su ira pueden experimentar una profunda depresión, pero no encuentran palabras para expresarla. Tienden a aislarse, a luchar socialmente o a recurrir a otras formas de afrontamiento, como las autolesiones, el mutismo selectivo o la alimentación restrictiva. Para estos niños, no existe ningún canal que les permita expresar cómo se sienten, y no podrían permitirse expresar su enfado hacia sus padres, que no pueden tolerarlo.  Por lo tanto, la única forma de afrontarlo es culparse a sí mismos por sentirse enfadados. Esto crea un círculo vicioso en el que, mientras se culpa al niño muy sensible del deterioro de sus resultados académicos y de su salud mental, no tiene forma de buscar ayuda. Cuando estos niños crecen, son más propensos a sufrir trastornos relacionados con la interiorización, como el Trastorno Límite de la Personalidad o la depresión crónica.

Otro hecho bien conocido sobre la ira reprimida es que puede causar tensión física en nuestro cuerpo.  Retener la ira crea una tensión interior que puede provocar una amplia gama de dolencias psicosomáticas, como indigestión, dolor crónico, fatiga crónica, migrañas frecuentes e incluso cáncer. Según informa la Facultad de Enfermería de la Universidad de Tennessee: Hay pruebas que demuestran que la ira reprimida puede ser un precursor del desarrollo del cáncer, y contribuye a su progresión después del diagnóstico.

Cómo afrontar la ira reprimida

Si tiende a reprimir su ira en lugar de expresarla de forma sana, puede ser útil acudir a un profesional de la salud mental que le ayude a afrontarla. El Dr. Klemanski esboza algunos de los enfoques terapéuticos que pueden ser útiles:

Atención plena

La atención plena puede ser un enfoque saludable para tomar conciencia de cuándo experimentas una emoción, con qué intensidad la experimentas y cómo gestionas esa emoción en el momento. Observar atentamente lo que desencadena su ira y cómo se comporta cuando está enfadado puede ayudarle a expresar sus emociones de forma más constructiva.

Gestión emocional

El aprendizaje de habilidades de gestión de las emociones puede ser útil, como informarse sobre las emociones, comprender cómo se manifiestan en la vida cotidiana e identificar los desencadenantes de las emociones. También puede ser útil aprender a reconocer y aceptar las experiencias emocionales en lugar de intentar librarse de ellas, para aprender a gestionarlas cuando sea necesario.

Terapia cognitivo-conductual

Utilizar los principios de la terapia cognitivo-conductual también puede ser útil, como aprender a sustituir los patrones de pensamiento inútiles por otros útiles, así como practicar habilidades y estrategias para gestionar las emociones intensas cuando se producen. Las investigaciones demuestran que las técnicas de terapia cognitivo-conductual pueden tratar eficazmente la ira y la agresividad.

Llevar un diario

Puede ser útil llevar un diario en el que anote las cosas que le enfadaron, cómo le hicieron sentir y qué hizo en ese momento. Esto puede ayudarle a mejorar su conciencia emocional.

A veces nos enfadamos por razones válidas, mientras que otras veces lo hacemos por motivos triviales. Sin embargo, independientemente de la causa, es vital que seamos capaces de regular nuestras emociones y expresarlas de forma saludable. Aunque tener arrebatos de ira no es la solución, es importante aprender a poner límites y comunicar las emociones negativas de forma constructiva.

Reprimir la ira puede perjudicar nuestras relaciones y afectar a nuestra salud mental y física. Si tiendes a reprimir tu ira, puede ser útil empezar a ser más consciente de lo que te hace sentir enfadado, cómo respondes en esas situaciones y cómo afecta a tu vida y a tus relaciones. Un profesional de la salud mental puede ayudarte a resolver algunos de los problemas relacionados con la ira a los que te enfrentas.

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