Las familias disfuncionales son terreno fértil para la negligencia, el abuso, el secretismo, la adicción o la negación. En estos sistemas familiares, las necesidades emocionales de los niños quedan insatisfechas porque las necesidades de los padres tienen prioridad.

Uno o ambos progenitores pueden padecer un trastorno por consumo de sustancias, un trastorno de la personalidad o un trastorno del estado de ánimo. A veces, los adultos de estas familias tienen estilos de crianza autoritarios “a mi manera o en la carretera” o tienen una relación tóxica y abusiva entre ellos.

En otros casos, los padres son emocionalmente inmaduros o no están disponibles, atrapados en la adicción al trabajo, a las compras, al juego, a comer en exceso, a las aventuras adúlteras o a otras actividades.

Ningún padre es perfecto, pero en las familias disfuncionales, los problemas del hogar se ignoran o se niegan. Los niños que se atreven a plantear estos problemas pueden ser avergonzados o castigados, lo que les lleva a negar sus propias percepciones de la realidad y a sufrir una baja autoestima.

A menudo, los padres de estas familias prohíben expresamente a los niños que compartan estos problemas con personas ajenas a ellas, como amigos, profesores, entrenadores, consejeros o miembros del clero. Incluso pueden utilizar a un niño como chivo expiatorio para desviar la atención de los problemas del hogar.

El origen de la disfunción en una familia concreta puede variar, pero el hilo conductor es que los niños que pertenecen a estas familias sufren. Privados de unos padres que satisfagan sus necesidades emocionales, les proporcionen estabilidad y reconozcan sus problemas, luchan por convertirse en adultos seguros, con una alta autoestima y unas habilidades de afrontamiento saludables.

Al no saber cómo alimentar sus relaciones consigo mismos o fomentar relaciones sanas con los demás, pueden llegar a crear su propia familia disfuncional cuando tengan hijos.

Sin embargo, es posible romper el ciclo. Conozca mejor a las familias disfuncionales revisando los tipos comunes de estas familias, una lista de signos reveladores y los pasos que uno puede dar para sanar.

Ejemplos de familias disfuncionales

Hay muchas razones por las que una familia puede ser disfuncional. Echemos un vistazo a algunas de las razones por las que se produce la disfunción en las familias:

No están disponibles emocionalmente

En algunas familias, los padres o cuidadores no están disponibles emocionalmente. Puede que sean fríos y retengan el afecto físico o las palabras de ánimo porque han crecido en un entorno similar. Pueden tener un estilo de crianza autoritario y creer en el adagio de que “los niños deben ser vistos y no escuchados”.

A veces, los padres pueden no estar disponibles emocionalmente porque están agotados. Es posible que pasen la mayor parte de su tiempo trabajando muchas horas, luchando por pagar la comida y el alojamiento, sorteando una relación romántica tóxica o abusiva, o cuidando de varios hijos. Estas circunstancias no dejan a los padres mucha energía para alimentar las necesidades emocionales únicas de sus hijos.

Los padres que sufren una adicción tampoco están disponibles emocionalmente. Pueden estar físicamente presentes, pero emocionalmente ausentes porque están drogados o persiguiendo su próxima dosis.

Adictos y facilitadores

En muchas familias, los padres o cuidadores tienen adicciones que luchan por controlar o intentan ocultar. La adicción de uno de los padres puede ser un secreto a voces o muy evidente porque le impide mantener un trabajo, cumplir con sus obligaciones parentales o ser una presencia estable en el hogar.

El otro progenitor puede ser un codependiente que cubre al adicto, le saca de apuros o le ruega constantemente que deje de consumir. En esencia, el padre codependiente dedica más tiempo a la adicción de su pareja que a la crianza de los hijos.

Ni el progenitor sobrio ni el adicto están disponibles para los menores del hogar. Los niños en este entorno aprenden que está bien que la adicción del padre tenga prioridad sobre sus necesidades. Esto puede predisponer al niño a las adicciones a medida que envejece o llevarle a buscar parejas con personalidades adictivas.

Adictos y facilitadores FAMILIA DISFUNCIONAL

Familias conflictivas y abusivas

En las familias muy conflictivas y violentas, las discusiones, las críticas y los abusos son habituales. En pocas palabras, los padres de estas familias están fuera de control. Pueden ser adictos a la rabia que descargan sus problemas personales en sus hijos y en los demás.

Pueden ver a sus familias como posesiones en lugar de como seres humanos con sus propias necesidades. Considerar a sus hijos como una propiedad les facilita la racionalización de los abusos mentales, verbales, emocionales, físicos o sexuales.

Los niños de estas familias experimentan la máxima traición. No pueden contar con que sus cuidadores les quieran, protejan y respeten. Crecen sintiendo miedo, vergüenza, indignidad y soledad. En la edad adulta, pueden desarrollar ansiedad, depresión, consumo de sustancias, personalidad o trastornos de estrés postraumático.

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Cómo saber si su familia era disfuncional

A muchas personas no les cuesta darse cuenta de que su familia era disfuncional, especialmente si los problemas familiares eran manifiestos y tuvieron la oportunidad de pasar tiempo con familias más funcionales. Sin embargo, a otras personas les puede resultar difícil calibrar el nivel de disfuncionalidad que soportaron durante su infancia. Después de todo, todas las familias tienen problemas.

¿Cómo se puede saber si su familia no sólo era imperfecta, sino que era totalmente tóxica? Desgraciadamente, esta decisión puede ser aún más confusa porque las familias disfuncionales suelen negar los problemas y castigar a los miembros que están dispuestos a hablar de ellos.

Gaslighting y el desprecio por la verdad en las familias disfuncionales pueden hacer que los miembros afectados piensen que son demasiado sensibles o que han exagerado los problemas de la casa.

Además, los niños no tienen la experiencia vital necesaria para saber qué es un comportamiento normal o anormal en los padres o cuidadores. Por eso, algunos no se dan cuenta de lo problemática que era su familia de origen hasta que pasan un tiempo con otras familias o empiezan una propia. En ese momento, pueden darse cuenta de que nunca tratarían a sus hijos como los trataron a ellos mientras crecían.

Para comprender cómo de disfuncional era (o es) su familia, revise las siguientes preguntas. Responder afirmativamente a una sola de estas preguntas puede indicar que su familia de origen era disfuncional.

¿Se enfrentaban los hermanos entre sí en tu familia? ¿Tenían tus padres un favorito y/o un chivo expiatorio?

En un hogar biparental, ¿estabas muy unido a uno de tus padres y muy alejado del otro? ¿Tus padres parecían más cercanos a uno de sus hijos que al otro?

En un hogar monoparental, ¿era usted el mejor amigo y confidente de sus padres? ¿Te molestaban tus padres por tener tus propios amigos o vida social?

  • ¿Sus padres violaban sistemáticamente sus límites -abriendo las puertas de la habitación y del baño sin llamar, rebuscando entre sus pertenencias, escuchando sus conversaciones- sin una causa justificada?
  • ¿Se te privó de comida, ropa, atención médica y otras necesidades, aunque tus padres tenían los medios para proporcionártelas?
  • ¿Se produjeron abusos de cualquier tipo -verbales, emocionales, físicos, sexuales- en tu casa, o tus padres no te protegieron de los abusos que se producían en otros lugares?
  • ¿Se te dijo que no contaras a personas ajenas a tu familia lo que ocurría en tu casa?
  • ¿Tenían tus padres o tutores problemas de adicción a la comida, las drogas, el alcohol, el juego, el sexo, el acaparamiento, las compras, etc.? ¿No se hablaba abiertamente de estas adicciones, o se les animaba a ti y a otros miembros de la familia a permitir estas adicciones de alguna manera?
  • ¿Tenían tus padres o tutores una enfermedad mental no tratada o infratratada?
  • ¿Hubo violencia doméstica en tu hogar?
  • ¿Tenían tus padres o tutores secretos importantes para ti en cuanto a finanzas, enfermedades, paternidad/maternidad, relaciones extramatrimoniales (y los hijos nacidos de estas relaciones), etc.?
  • ¿Amenazaron tus padres con abandonarte o te abandonaron realmente? ¿Amenazaba uno de los padres con dejar al otro o lo hacía de forma brusca?
  • ¿Te castigaron por expresarte, por compartir tus opiniones, por dedicarte a tus aficiones, por destacar en la escuela o en otro ámbito?
  • ¿Te trataron más como a un adulto que como a un niño mientras crecías? ¿Se esperaba de ti que criaras a tus hermanos, que realizaras tareas domésticas difíciles o que asumieras responsabilidades más propias de los adultos?
  • ¿Se te infantilizó -se te trató, vistió o disciplinó como si fueras mucho más joven de lo que realmente eras-?
  • ¿La imagen pública de tus padres o tutores difería completamente de su imagen privada?

Si creciste en una familia disfuncional, es posible que te sientas solo o aislado o que te cueste desarrollar relaciones sanas con los demás.

Además, el hecho de haber sido duramente criticado o gaseado a lo largo de tu infancia puede haberte hecho desconfiar de ti mismo o dudar de tu capacidad para tomar decisiones.

Para hacer frente a estas emociones negativas, es posible que utilices los mismos mecanismos de afrontamiento poco saludables que utilizaron tus padres. Por ejemplo, arremeter contra los demás, automedicarse con drogas o alcohol, gastar en exceso o comer en exceso. Afortunadamente, puedes tomar medidas concretas para romper el patrón de disfunción familiar.

Romper el ciclo

Reconocer que has crecido en una familia disfuncional es un primer paso importante, pero el mero hecho de reconocer esta verdad no es suficiente para detener el patrón. Puedes trabajar con un profesional de la salud mental autorizado o unirte a un grupo de apoyo para que te ayude a superar cualquier trauma no resuelto relacionado con tu crianza.

La terapia también puede enseñarte a utilizar habilidades de afrontamiento saludables para regular las emociones incómodas en lugar de desarrollar adicciones o comportamientos destructivos. Un profesional de la salud mental también puede ayudarte a establecer límites, algo que necesitarás si sigues teniendo contacto regular con tus familiares disfuncionales. Es posible que tengas que limitar el contacto con tus familiares mientras trabajas en tu recuperación.

Si quieres ser padre o madre, tómate el tiempo necesario para aprender sobre el desarrollo infantil y cómo satisfacer las necesidades de los niños en cada etapa. Puedes inscribirte en un curso, realizar tu propia investigación o trabajar con un terapeuta sobre estrategias de crianza saludables.

Hacer simplemente lo contrario de lo que hicieron sus cuidadores puede crear problemas nuevos e imprevistos para sus hijos, así que, si quiere ser padre o madre, asegúrese de tomar una decisión informada e intencionada.

Si planea ser padre o madre, aborda sus traumas pasados y desarrolla habilidades de afrontamiento saludables, estará en una posición mucho mejor para formar vínculos seguros con sus hijos y guiarlos hacia una vida adulta saludable.

La terapia familiar ayuda en una disfuncional

La terapia familiar es un tipo de tratamiento diseñado para ayudar con los problemas que afectan específicamente a la salud mental y al funcionamiento de las familias. Puede ayudar a los miembros individuales de la familia a establecer relaciones más fuertes, mejorar la comunicación y gestionar los conflictos dentro del sistema familiar.

Algunos de los principales objetivos de la terapia familiar son crear un mejor ambiente en el hogar, resolver los problemas familiares y comprender los problemas específicos a los que puede enfrentarse una familia.

Tipos de terapia familiar

Existen varios tipos de terapia familiar. Algunos de los que puede encontrar son:

Terapia de sistemas familiares

Este tipo es un enfoque que se centra en ayudar a las personas a utilizar los puntos fuertes de sus relaciones para superar los problemas de salud mental.

Terapia familiar funcional

Se trata de un tratamiento a corto plazo que suele utilizarse para los jóvenes que tienen problemas de comportamiento de riesgo, violencia o consumo de sustancias. Ayuda a los adolescentes y a las familias a buscar soluciones al mismo tiempo que fomenta la confianza y el respeto por cada individuo.

Terapia familiar narrativa

Este tipo anima a los miembros de la familia a contar cada uno su propia historia para entender cómo esas experiencias conforman quiénes son y cómo se relacionan con los demás. Al trabajar con esta narrativa, la persona puede empezar a ver los problemas de forma más objetiva, en lugar de ver las cosas a través de su propia y estrecha lente.

Psicoeducación

Este tipo de tratamiento se centra en ayudar a los miembros de la familia a entender mejor las condiciones de salud mental. Al saber más sobre los medicamentos, las opciones de tratamiento y los enfoques de autoayuda, los miembros de la familia pueden funcionar como un sistema de apoyo cohesivo.

Terapia familiar de apoyo

Este tipo de terapia se centra en la creación de un entorno seguro en el que los miembros de la familia pueden compartir abiertamente lo que sienten y obtener el apoyo de su familia.

Algunos terapeutas pueden ceñirse a un tipo específico de terapia familiar. En cambio, otros pueden adoptar un enfoque más ecléctico y multimodal que incorpora aspectos de diferentes tipos de tratamiento para adaptarse a las necesidades de la familia.

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