Seguro que alguna vez has hecho referencia a tu niño interior.

“Estoy canalizando a mi niño interior”, podría decir, mientras salta de los columpios en el parque, persigue a su compañero de cuarto por la casa con una pistola Nerf o se zambulle en la piscina con la ropa puesta.

Muchos remontan el concepto de niño interior al psiquiatra Carl Jung, que describió un arquetipo de niño en su obra. Relacionó este niño interno con experiencias pasadas y recuerdos de inocencia, juego y creatividad, junto con la esperanza en el futuro.

Otros expertos describen en Fuente de confianza este niño interior como una expresión no sólo de su yo infantil, sino de su experiencia vivida en todas las etapas de la vida. El niño interior también se considera una fuente de fortaleza, ya que las experiencias tempranas pueden desempeñar un papel importante en su desarrollo como adulto.

Sin embargo, esto puede ir en ambas direcciones: Cuando las experiencias de la infancia te afectan negativamente, tu niño interior puede seguir cargando con esas heridas hasta que abordes el origen.

“Cada uno de nosotros tiene un niño interior, o una forma de ser”, dice la Dra. Diana Raab, psicóloga investigadora y autora. “Ponerse en contacto con el niño interior puede ayudar a fomentar el bienestar y aportar ligereza a la vida”.

Explica que un niño interior sano puede parecer juguetón, infantil y divertido, mientras que un niño interior herido o traumatizado puede enfrentarse a retos en la edad adulta, sobre todo cuando se desencadena por acontecimientos que traen consigo recuerdos de heridas pasadas.

¿Estás preparado para llegar a tu niño interior?

Mantén la mente abierta

Está bien que te sientas un poco inseguro sobre la idea de un niño interior. Pero no tienes que ver a este “niño” como una persona o personalidad separada. En su lugar, considéralo una representación de tus experiencias pasadas.

Para la mayoría de las personas, el pasado contiene una mezcla de acontecimientos positivos y negativos. Estas circunstancias ayudan a formar tu carácter y guían tus elecciones y objetivos a medida que creces y llegas a la edad adulta.

La investigación sugiere que estas experiencias tempranas no sólo desempeñan un papel importante en el desarrollo. Un conocimiento más profundo de tu pasado podría ser también la clave para disfrutar de una mejor salud y bienestar más adelante en la vida.

Según Kim Egel, terapeuta de Cardiff (California), cualquiera puede entrar en contacto con su niño interior y beneficiarse de este proceso. Pero la resistencia o la falta de creencia en que se puede entrar en contacto puede suponer a veces una barrera.

Si tienes algún escepticismo persistente, es totalmente normal. Intenta ver el trabajo con el niño interior como una forma de explorar tu relación con el pasado, nada más. Esta perspectiva puede ayudarte a abordar el proceso con una actitud de curiosidad.

Busca orientación en los niños

Los niños pueden enseñarle muchas cosas sobre la vida, desde encontrar la alegría en las cosas pequeñas hasta vivir el momento.

Si le cuesta recordar las experiencias agradables de la infancia, participar en juegos creativos con los niños puede ayudarle a reavivar esos recuerdos y devolverle el placer de los días más sencillos.

Cualquier tipo de juego puede ser beneficioso. Juegos como el de la mancha o el del escondite pueden ayudarte a moverte y a sentirte de nuevo libre y sin ataduras. Los juegos de fantasía pueden ayudarte a recordar las fantasías de tu infancia y lo que significaban para ti.

Si te enfrentaste a ciertas dificultades o a períodos de trauma o desorden, por ejemplo, puede que hayas imaginado escenarios específicos que te ayudaron a sobrellevarlos y a sentirte más seguro.

Dedicar tiempo a jugar con tus hijos no sólo aumenta tu sentido del juego y la expresión juvenil. También tiene un impacto positivo en su propio bienestar, en parte porque contribuye al desarrollo de su yo interior.

Si no tiene hijos propios, puede pasar tiempo con los hijos de sus amigos o familiares.

Ver películas o programas de televisión de su infancia, o releer algunos de sus libros favoritos, también puede ser una forma útil de despertar sentimientos positivos.

Revisar los recuerdos de la infancia

Explorar los recuerdos del pasado también puede ayudarle a ponerse en contacto con su niño interior.

Las fotos y otros recuerdos pueden ayudarle a recuperar el espacio emocional reflejado en las imágenes y palabras del pasado, explica Egel. Para echar la vista atrás, puedes intentar actividades como hojear álbumes de fotos y anuarios escolares, o releer diarios de la infancia.

Si tus padres, hermanos o amigos de la infancia tienen historias que compartir, estas reminiscencias pueden evocar sentimientos y recuerdos que habías olvidado por completo.

Egel también recomienda las visualizaciones, que suelen formar parte de las prácticas de meditación, como una forma estupenda de reconectar.

Ejercicio de visualización

Imagínate a ti mismo cuando eras un niño, utilizando fotos antiguas para guiarte si es necesario. Añade detalles a la escena imaginando tu ropa favorita, un juguete querido o un lugar que te guste visitar. Imagina dónde estabas, quién te acompañaba y qué hacías y sentías.

¿Te sientes perdido, inseguro o solo? ¿O fuerte, contento y esperanzado?

Si encuentras a tu niño interior en un lugar de sufrimiento, puedes ayudarle a sanar. Pero tu niño interior también puede darte fuerza: Recuperar los sentimientos juveniles de asombro, optimismo y simple alegría de vivir puede ayudar a reforzar la confianza y el bienestar.

Ejercicio de visualizacion niño interior

Dedica tiempo a hacer cosas con las que solías disfrutar

Cuando conozcas a tu niño interior, piensa en las cosas que te alegraban en la infancia.

Tal vez ibas en bicicleta al arroyo todos los veranos con tus mejores amigos para nadar o pescar. O quizá te gustaba pasar las vacaciones de verano leyendo en el polvoriento desván de tus abuelos. Tal vez pasabas horas haciendo manualidades, o ibas en patines a la tienda de la esquina para merendar después del colegio.

De niño, probablemente hacías muchas cosas sólo por diversión. No tenías que hacerlas, sólo querías hacerlo. Pero puede que te cueste recordar la última vez que hiciste algo en tu vida adulta simplemente porque te hacía feliz.

Las actividades creativas como colorear, hacer garabatos o pintar también pueden ayudar. Cuando dejas que tu mente activa descanse, las emociones que normalmente no tienes en cuenta pueden aflorar en tu arte, a través de las yemas de tus dedos.

Algunas de estas emociones pueden estar relacionadas con partes enterradas u olvidadas de ti mismo, como tu niño interior.

Habla con tu niño interior

Una de las mejores formas de entrar en contacto con tu niño interior es abrir una conversación.

“Si tenemos heridas debidas a un trauma, escribir sobre ese trauma puede ayudarnos a conectar con el niño que llevamos dentro”, explica Raab.

“Durante esta reconexión, aprovechamos y quizás entendemos algunas de las razones de los miedos, fobias y patrones de vida de los adultos. Comprender a nuestro niño interior nos ayuda a ver las razones por las que nos hemos convertido en lo que somos hoy.”

La escritura puede ser una poderosa herramienta para conectar con tu niño interior, por lo que no es necesario que hables en voz alta -aunque ciertamente puedes hacerlo, si te ayuda-.

Escribir una carta, o escribir libremente sobre los recuerdos de la infancia, puede ayudarte a explorar experiencias pasadas y a ordenar las emociones asociadas.

Intenta retener un pensamiento específico en tu cabeza para guiar tu carta o ejercicio de escritura, o utiliza la escritura de flujo de conciencia para expresar cualquier pensamiento que te venga a la mente.

Incluso puedes enmarcarlo como un ejercicio de preguntas y respuestas. Deja que tu yo adulto haga preguntas a tu yo infantil y luego escucha cómo responde el niño.

Puede que tu yo niño sea pequeño, vulnerable y necesite protección y apoyo. Por otro lado, puede que esté prosperando alegremente. Responder a cualquier pregunta que tenga tu yo niño puede ayudarte a empezar a sanar las vulnerabilidades o angustias internas.

Es normal que te sientas un poco nervioso por lo que tu niño interior quiere compartir, especialmente si has enterrado algunas experiencias negativas del pasado o emociones difíciles.

Pero piensa en este ejercicio como una forma de establecer y fortalecer un vínculo entre tu yo actual y tu yo infantil.

¿Sabías que dentro de ti hay un Niño Interior herido que hoy gobierna tu vida?

Sana tu niño interior herido, reconocerás las heridas y conflictos que se expresan en el adulto que eres hoy.

¿Qué vas a lograr?

– Reconocerás a ese niño (a) que fuiste y por fin escucharte desde el amor sin juicio y con más paciencia.

– Sanarás tus heridas de la infancia.

– Reconocerás tu ego negativo y las máscaras que usas para ocultar tus heridas.

– Integrarás el ego positivo y equilibrado y te darás cuenta que es más sano.

– Sabrás que no necesitas hacerte cargo de los demás y reconocerás que cada uno está viviendo su experiencia de vida.

– Identificarás tu (s) herida (s) de la infancia y sabrás quiénes la crearon y por qué la crearon.

– Entenderás y reconocerás porque mamá y papá hicieron lo que hicieron cuando fuiste niño (a).

¿Cuándo hablar con un terapeuta?

Si llegar a su niño interior desencadena malestar o emociones dolorosas, incluyendo el dolor, los recuerdos traumáticos y los sentimientos de impotencia o miedo, Egel recomienda buscar la orientación de un profesional de la salud mental capacitado.

“Un terapeuta puede ofrecerle apoyo y presentarle estrategias de afrontamiento que le ayuden a enfrentarse al trauma y a las emociones del pasado”, dice.

Algunos terapeutas pueden tener más experiencia y formación en el trabajo con el niño interior que otros, explica Egel. “Preguntar a los posibles terapeutas sobre su experiencia con el trabajo con el niño interior puede ayudarle a encontrar a la persona adecuada para apoyar su crecimiento y curación”, dice.

Si es posible, busque un terapeuta con experiencia en terapia del niño interior. Este enfoque específico parte de la idea de que los síntomas de salud mental, los problemas de relación y otros trastornos emocionales suelen tener su origen en un dolor no resuelto o en emociones reprimidas.

Aprender a “reparar” a su niño interior en la terapia puede ayudarle a empezar a abordar y resolver estos problemas.

Encontrar a tu niño interior no significa que seas inmaduro o que no quieras crecer.

Por el contrario, puede facilitar la comprensión de la experiencia adulta, la curación del dolor del pasado y el manejo de cualquier desafío futuro con autocompasión.

Dado que la toma de conciencia de tu yo infantil puede ayudarte a recuperar el sentido de la alegría y el asombro, incluso puedes considerarlo una forma de autocuidado.

Puede que no veas o escuches a tu niño interior con claridad, pero forjar una conexión con esta parte de ti puede conducir a un sentido más fuerte y completo de ti mismo.

Las personas con éxito tienen un niño interior contento

Por éxito no me refiero a las personas que son famosas o ricas, sino a las que tienen amor, se sienten contentas de estar en su piel, tienen una sensación de paz interior y se sienten realizadas. Un niño interior sano es rico en amor, conexiones, mentalmente, se siente realizado en su sentido y es capaz de tolerar los dolores de los altibajos de la vida. Las personas de éxito no son sólo aquellas que son inteligentes y “lo han conseguido”. Mi definición de éxito se refiere a los que están regulados emocionalmente, tienen una buena relación con sus emociones y tienen un niño interior tranquilo.

¿Cómo se ve y se siente un niño interior feliz?

Cuando nuestro niño interior (y nuestra “familia interna”) está en calma, tenemos luz verde para seguir adelante e intentar cosas nuevas. Sabemos que podemos tolerar los fracasos o los errores. Podemos lidiar con pequeñas cantidades de vergüenza sin dejarnos llevar por el miedo. Sabemos que somos firmes y que no necesitamos actuar impulsivamente. No nos atascamos en nuestra búsqueda de la aprobación de los demás.

Si nuestro niño interior se siente seguro y estable, nos permitirá florecer.

Es como un ancla. Si el niño interior se siente tambaleante, como adultos, nos sentiremos inseguros, desorientados y desorganizados en la vida. Cuando nuestro niño interior se siente firme, su ancla está profundamente arraigada y nos sentimos, y nos sentimos, más claros, seguros y cómodos.

Ahora bien, ¿cómo saber si tu niño interior tiene algunos dolores:

  • Sentimientos de vergüenza, culpa y/o dolor.
  • Exceso de trabajo crónico y necesidad de logros (para conseguir aprobación o pertenencia).
  • Incapacidad de estar presente en el momento.
  • Ansiedad y miedo habituales.
  • Rígido y tratando de ser “perfecto” (no puede manejar el fracaso).
  • Dificultad para notar y celebrar las “victorias” en la vida (ninguna victoria es suficiente).
  • Patrones de relación poco saludables y/o evitar las relaciones y el amor.
  • Auto sabotaje y comportamientos obsesivos/adictivos.
  • Falta de rendimiento.
  • Rumiación y conversación negativa con uno mismo.
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