La gente toma miles de decisiones cada día, algunas grandes y otras pequeñas. Si bien algunas de estas elecciones resultan estupendas, lo más probable es que no todas las decisiones que tomes sean buenas.
Cuando mires atrás, te preguntarás por qué tomaste esas decisiones, sobre todo las que salieron mal o te llevaron a sentirte arrepentido. Aunque no hace falta decir que probablemente seguirás tomando malas decisiones de vez en cuando, puedes comprender mejor el proceso que hay detrás de estas elecciones a veces irracionales.
Hay muchos factores que contribuyen a las malas decisiones. Entender cómo funcionan estos procesos e influyen en tu pensamiento puede ayudarte a tomar mejores decisiones en el futuro.
Atajos mentales
Si tuvieras que pensar en todos los escenarios posibles para cada decisión posible, probablemente no harías mucho en un día. Para tomar decisiones de forma rápida y económica, su cerebro se basa en una serie de atajos cognitivos conocidos como heurísticos.
¿Qué son los heurísticos?
Los heurísticos son reglas mentales o atajos que permiten hacer juicios con bastante rapidez y, a menudo, con bastante precisión. Pero también pueden dar lugar a un pensamiento confuso y a decisiones erróneas.
Un ejemplo es el sesgo de anclaje. En muchas situaciones, la gente utiliza un punto de partida como ancla y luego lo ajusta para obtener una estimación final. Por ejemplo, si va a comprar una casa y sabe que las viviendas de su barrio suelen venderse por un precio medio de 375.000 dólares, probablemente utilizará esa cifra para negociar el precio de compra de la casa que elija.
En un experimento clásico de los investigadores Amos Tversky y Daniel Kahneman, se pidió a los participantes que hicieran girar una rueda de la fortuna que ofrecía un número entre 0 y 1002. Los que habían obtenido un número alto en la rueda de la fortuna eran más propensos a adivinar que había muchos países africanos en la ONU, mientras que los que habían obtenido un número más bajo eran propensos a dar una estimación mucho más baja.
Ser más consciente de cómo la heurística influye en las elecciones puede ayudarte a evitar tomar malas decisiones.
Por ejemplo, se puede combatir el sesgo de anclaje planteando un rango de estimaciones posibles. Por ejemplo, si vas a comprar un coche nuevo, piensa en una gama de precios razonables en lugar de centrarte en el precio medio global de un vehículo concreto.
Malas comparaciones
La comparación es una de las herramientas que la gente utiliza a la hora de tomar decisiones. Como sabe lo que suelen costar las cosas, puede comparar opciones para seleccionar el mejor precio. Se asigna un valor basado en la comparación de los artículos con otras cosas.
Pero ¿qué ocurre cuando las comparaciones son deficientes? ¿O cuando los artículos con los que comparas tus opciones no son representativos o iguales? Por ejemplo, ¿hasta dónde llegaría para ahorrar 25 dólares?
Si pudiera ahorrar 25 dólares en un artículo de 75 dólares conduciendo 15 minutos fuera de su camino, probablemente lo haría. Pero si pudiera ahorrarse 25 dólares en un artículo de 10.000 dólares, ¿estaría dispuesto a desviarse de su camino para ahorrar ese dinero? Aunque ambos ejemplos implican la misma cantidad de ahorro, en la mayoría de los casos, la gente está menos dispuesta a desplazarse más lejos para ahorrar dinero en el artículo más caro.
Este es un ejemplo de comparación errónea. Dado que se está comparando la cantidad que se ahorra con la cantidad que se paga, 25 dólares parecen un ahorro mucho mayor cuando se comparan con un artículo de 75 dólares que cuando se contrastan con un artículo de 10.000 dólares.
Al tomar decisiones, la gente suele hacer comparaciones rápidas sin pensar en sus opciones.
Para evitar tomar malas decisiones, confiar en la lógica y el examen reflexivo de las opciones puede ser a veces más importante que confiar en su “reacción visceral” inmediata.
Sesgo de optimismo
Sorprendentemente, las personas tienden a tener un optimismo innato que puede obstaculizar la toma de buenas decisiones. En un estudio, la investigadora Tali Sharot preguntó a los participantes qué posibilidades creían que había de que se produjeran muchos acontecimientos desagradables, como que les robaran o que padecieran una enfermedad terminal. Después de que las personas hicieran sus predicciones, los investigadores les comunicaron las probabilidades reales.
Cuando se les dice que el riesgo de que ocurra algo malo es menor de lo esperado, tienden a ajustar sus predicciones para que coincidan con la nueva información que han aprendido. Cuando descubren que el riesgo de que ocurra algo malo es mucho mayor de lo estimado, tienden a ignorar la nueva información.
Por ejemplo, si una persona predice que las probabilidades de morir por fumar cigarrillos son sólo del 5%, pero luego se le dice que el riesgo real de morir es más cercano al 25%, es probable que ignore la nueva información y se quede con su estimación inicial.
Parte de esta visión excesivamente optimista proviene de una tendencia natural a creer que las cosas malas les ocurren a los demás, pero no a nosotros. Cuando la gente se entera de que algo trágico o desagradable le ha ocurrido a otra persona, suele buscar las cosas que esa persona podría haber hecho para causar el problema. Esta tendencia a culpar a las víctimas protege a las personas de admitir que son tan susceptibles a la tragedia como cualquier otra persona.
Sharot se refiere a esto como el sesgo del optimismo, o nuestra tendencia a sobreestimar la probabilidad de experimentar eventos buenos mientras subestimamos la probabilidad de experimentar eventos malos.
Sugiere que esto no es necesariamente una cuestión de creer que las cosas caerán mágicamente en su lugar, sino un exceso de confianza en nuestras habilidades para hacer que las cosas buenas sucedan.
Al ser excesivamente optimista sobre sus capacidades y perspectivas, es más probable que crea que sus decisiones son las mejores.
Los expertos pueden advertir que fumar, ser sedentario o comer demasiado azúcar puede matar, pero el sesgo del optimismo lleva a la gente a creer que eso mata sobre todo a otras personas, no a ellos.
Otras razones para tomar malas decisiones
Hay otros factores que pueden contribuir a la toma de malas decisiones. Tanto las buenas como las malas decisiones son susceptibles de influencias como:
Pensamiento automático
Las personas a veces realizan acciones casi en piloto automático sin pensar mucho en ellas, sobre todo cuando realizan tareas rutinarias. Este pensamiento automático puede ahorrar tiempo y recursos cognitivos, pero a veces puede dar lugar a malas decisiones.
Sesgos cognitivos
Las personas son propensas a cometer errores cognitivos sistemáticos que sesgan su forma de procesar e interpretar la información. Estos sesgos también afectan al tipo de juicios y decisiones que toman.
Diferencias individuales
Factores como la edad y el estatus socioeconómico también pueden influir en las decisiones de las personas. Las personas mayores pueden tomar decisiones diferentes a las de los jóvenes por diversas razones, y las opciones que se les ofrecen suelen depender de los recursos económicos de que dispongan.
Experiencias pasadas
Las elecciones de las personas suelen estar muy influidas por las experiencias que han tenido en el pasado. En muchos casos, pueden basar sus elecciones en cosas que han funcionado anteriormente.
La multitarea
Tratar de hacer demasiadas cosas a la vez puede tener costes cognitivos, lo que hace más probable que se tomen malas decisiones.
Cansancio por las decisiones
La gran cantidad de decisiones que se toman cada día puede pasar factura, creando un estrés que a menudo conduce a la fatiga en la toma de decisiones. Este cansancio puede llevar a las personas a elegir al azar o a dejar que otros elijan cuando se enfrentan a una elección.
Encontrarás varios métodos, para poder mejorar la manera en la que tomas tus decisiones, además de servirte en tu día a día, lo que aprenderás de este Ebook. Hoy en día , es de vital importancia, saber cómo tomar decisiones ante cualquier problema y situación. Los cambios constantes en la sociedad, traen nuevos problemas, pero algo que nunca cambia es el conocimiento, esto es fundamental, al momento de tomar cualquier decisión.
Hábitos que hacen que las personas tomen malas decisiones
Pereza
Esto se manifestó como una falta de comprobación de los hechos, de toma de iniciativa, de confirmación de las suposiciones o de recopilación de información adicional. Básicamente, estas personas eran percibidas como descuidadas en su trabajo y poco dispuestas a esforzarse. Confiaban en la experiencia pasada y esperaban que los resultados fueran simplemente una extrapolación del pasado.
No anticiparse a los imprevistos
Resulta desalentador considerar constantemente la posibilidad de que se produzcan acontecimientos negativos en nuestras vidas, por lo que la mayoría de las personas asumen que no ocurrirá lo peor. Por desgracia, las cosas malas ocurren con bastante frecuencia. La gente muere, se divorcia y tiene accidentes. Los mercados se desploman, los precios de la vivienda bajan y los amigos son poco fiables. Existen excelentes investigaciones que demuestran que, si la gente se toma el tiempo de considerar lo que podría ir mal, en realidad es muy buena para anticiparse a los problemas. Pero muchas personas se entusiasman tanto con una decisión que están tomando que nunca se toman el tiempo necesario para hacer esa simple diligencia.
Indecisión
En el otro extremo de la escala, cuando nos enfrentamos a una decisión compleja que se basa en datos que cambian constantemente, es fácil seguir estudiando los datos, pedir un informe más o realizar un análisis más antes de tomar una decisión. Cuando los informes y el análisis tardan mucho más de lo previsto, los responsables de la toma de decisiones se retrasan y se pierde la oportunidad. Hace falta valor para examinar los datos, considerar las consecuencias de forma responsable y seguir adelante. A menudo, la indecisión es peor que tomar una decisión equivocada. Los más paralizados por el miedo son los que creen que un error arruinará sus carreras y por eso evitan cualquier riesgo.
Quedarse encerrado en el pasado
Algunas personas toman malas decisiones porque utilizan los mismos datos o procesos de siempre. Estas personas se acostumbran a los enfoques que funcionaron en el pasado y tienden a no buscar enfoques que funcionen mejor. Es mejor lo que conocen. Pero, con demasiada frecuencia, cuando una decisión está destinada a salir mal, es porque el viejo proceso se basa en supuestos que ya no son ciertos. Los malos responsables de la toma de decisiones no tienen en cuenta esas suposiciones de base cuando aplican lo probado y verdadero.
No tener una alineación estratégica
Las malas decisiones a veces se derivan de la falta de conexión entre el problema y la estrategia general. En ausencia de una estrategia clara que proporcione un contexto, muchas soluciones parecen tener sentido. Cuando se vinculan estrechamente a una estrategia clara, las mejores soluciones empiezan a destacar rápidamente.
Exceso de dependencia
Algunas decisiones nunca se toman porque una persona está esperando a otra, que a su vez está esperando la decisión o la aportación de otra persona. Los responsables de la toma de decisiones eficaces encuentran la manera de actuar de forma independiente cuando es necesario.
Aislamiento
Algunos de esos líderes están esperando una aportación porque no han tomado medidas para obtenerla a tiempo o no han establecido las relaciones que les permitirían aprovechar la experiencia de otras personas cuando lo necesiten. Toda nuestra investigación (y la de muchos otros) sobre la toma de decisiones eficaz reconoce que la participación de otras personas con los conocimientos, la experiencia y la pericia pertinentes mejora la calidad de la decisión. Esto no es una novedad. Así que la pregunta es por qué. A veces las personas carecen de las habilidades necesarias para acceder a la información correcta. Otras veces, hemos comprobado que la gente no involucra a otros porque quiere el crédito de una decisión. Desgraciadamente, también cargan con la culpa de las malas decisiones.
Falta de profundidad técnica
Las organizaciones de hoy en día son muy complejas, e incluso los mejores líderes no tienen la suficiente profundidad técnica para comprender plenamente las cuestiones multifacéticas. Pero cuando los responsables de la toma de decisiones se basan en los conocimientos y la experiencia de otros sin ninguna perspectiva propia, les resulta difícil integrar esa información para tomar decisiones eficaces. Y cuando carecen incluso de los conocimientos y la experiencia básicos, no tienen forma de saber si una decisión es brillante o terrible. Seguimos comprobando que los mejores ejecutivos tienen una gran experiencia. Y cuando todavía no tienen la profundidad técnica necesaria para comprender las implicaciones de las decisiones a las que se enfrentan, se encargan de encontrar el talento que necesitan para ayudarles.
No comunicar el qué, el dónde, el cuándo y el cómo asociados a sus decisiones. Algunas buenas decisiones se convierten en malas porque la gente no las entiende -o ni siquiera las conoce-. Comunicar una decisión, su razón de ser y sus implicaciones, es fundamental para el éxito de su aplicación.
Cómo tomar mejores decisiones
Aunque algunos de los factores que conducen a una mala toma de decisiones son difíciles de eliminar, hay medidas que puede tomar para ayudar a tomar mejores decisiones. Algunas estrategias que pueden ser útiles:
Dar prioridad a las decisiones importantes
Esto puede combatir la fatiga en la toma de decisiones y garantizar que se dispone de los recursos cognitivos necesarios para hacer las mejores elecciones.
Elimine las distracciones
Si muchas cosas diferentes compiten por su atención, es menos probable que tenga el tiempo, la energía y la atención para concentrarse en la información y las opciones disponibles.
Considere todas las opciones
Aunque puede ahorrarte tiempo si sólo te centras en la opción más obvia, sopesar todas las opciones puede ayudarte a tomar una mejor decisión.
Tómate un descanso y vuelve más tarde
Es fácil sentirse abrumado, sobre todo cuando se trata de una decisión compleja o importante. Tómate un descanso y date un tiempo para volver a tomarla con una mirada nueva.
Pide opiniones externas
Hablar con otras personas puede ser una buena manera de obtener diferentes perspectivas sobre la situación.
Aunque es imposible tomar decisiones perfectas todo el tiempo, hay estrategias que puedes utilizar para ayudar a minimizar las malas decisiones. Ser consciente de algunos de los muchos factores que contribuyen a las malas decisiones es una de las mejores maneras de convertirse en un mejor tomador de decisiones.
Preguntas frecuentes
¿Por qué los adolescentes son malos en la toma de decisiones?
Las áreas del cerebro que ayudan a regular el comportamiento y a controlar las decisiones no están completamente desarrolladas hasta que las personas llegan a la edad adulta temprana. Por ello, los adolescentes tienden a responder de forma impulsiva sin considerar plenamente las consecuencias de sus elecciones.
¿Cómo se puede evitar que alguien tome una mala decisión?
Aunque no se puede obligar a alguien a cambiar de opinión, se puede actuar como una influencia positiva. Puedes empezar pidiéndole que se tome un respiro y considere otras opciones antes de decidirse. Anímale a hablar con otra persona si le cuesta tomar una decisión. Si persiste en su mala decisión, céntrate en ser empático y perdonar mientras le animas suavemente a tomar mejores decisiones en el futuro.
¿Cómo se supera una mala decisión?
En lugar de rumiar los sentimientos de arrepentimiento, céntrate en practicar la autoaceptación. Perdónate a ti mismo por tu error, acepta que el arrepentimiento es a veces parte de la vida y céntrate en lo que puedes aprender del error. Utilizar esas lecciones para ayudarte a tomar mejores decisiones puede ayudarte a replantear tus arrepentimientos de manera que te sientas agradecido por tus buenas decisiones y agradecido por las lecciones que has aprendido.
¿Por qué el sesgo de confirmación provoca una mala toma de decisiones?
El sesgo de confirmación es un tipo de sesgo cognitivo en el que las personas favorecen la información que confirma sus creencias existentes. Este sesgo lleva a las personas a ignorar los datos que contradicen su pensamiento actual, lo que contribuye a distorsionar la percepción de la realidad. En lugar de basar las decisiones en todos los hechos, el sesgo de confirmación lleva a las personas a basar sus elecciones en información limitada y sesgada.