Los complacientes son conocidos por hacer lo que sea necesario para hacer felices a los demás. Aunque ser amable y servicial es generalmente algo bueno, ir demasiado lejos para complacer a los demás puede tener graves riesgos. Puede hacer que te sientas emocionalmente agotado, estresado y ansioso.

Señales de que podría ser un complaciente con la gente

Hay una serie de características que los complacientes tienden a compartir. Algunas señales de que podría ser una persona complaciente:

  • Le cuesta decir “no”.
  • Le preocupa lo que puedan pensar los demás.
  • Se siente culpable cuando dice “no” a la gente.
  • Teme que rechazar a la gente le haga pensar que es mezquino o egoísta.
  • Aceptas cosas que no te gustan o haces cosas que no quieres hacer.
  • Luchas con sentimientos de baja autoestima.
  • Quieres agradar a la gente y crees que haciendo cosas por ellos te ganarás su aprobación.
  • Siempre le dices a la gente que lo sientes.
  • Asumes la culpa incluso cuando algo no es tu culpa.
  • Nunca tienes tiempo libre porque siempre estás haciendo cosas para los demás.
  • Descuidas tus propias necesidades para hacer cosas por los demás.
  • Finges estar de acuerdo con la gente, aunque pienses de forma diferente.

Las personas complacientes suelen ser buenas para sintonizar con lo que sienten los demás. También suelen ser empáticos, atentos y cariñosos. Estas cualidades positivas también pueden ir acompañadas de una tendencia a sobrepasarse, una mala imagen de sí mismo o una necesidad de tomar el control.

Aunque la gente le describa como una persona generosa o dadivosa, todo este trabajo para mantener a los demás contentos a menudo le hace sentirse agotado y estresado.

Causas

Para dejar de ser una persona complaciente, es importante entender algunas de las razones por las que puede tener este tipo de comportamiento. Hay una serie de factores que pueden influir, entre ellos:

Baja autoestima

A veces, las personas tienen un comportamiento de complacencia porque no valoran sus propios deseos y necesidades. Debido a la falta de confianza en sí mismos, los que complacen a la gente tienen una necesidad de validación externa. Como carecen de autoestima, creen que intentar hacer cosas por los demás les llevará a la aprobación y la aceptación.

Inseguridad

En otros casos, las personas pueden intentar complacer a los demás porque les preocupa que no les gusten si no van más allá para hacerles felices.

inseguridad-personal

Perfeccionismo

A veces, las personas quieren que todo sea “perfecto”, incluso lo que piensan y sienten los demás.

Experiencias pasadas

Las experiencias dolorosas, difíciles o traumáticas también pueden influir. Las personas que han sufrido abusos, por ejemplo, pueden intentar complacer a los demás y ser lo más agradables posible para evitar desencadenar un comportamiento abusivo en los demás.

La motivación para ayudar a los demás puede ser a veces una forma de altruismo. Una persona puede querer realmente asegurarse de que otras personas tengan la ayuda que necesitan. En otros casos, complacer a la gente puede ser una forma de sentirse validado o querido. Al asegurarse de que la gente es feliz, se siente útil y valorada.

Efectos de ser complaciente con la gente

Complacer a la gente no es necesariamente algo malo. Ser una persona preocupada y atenta es una parte importante para mantener relaciones sanas con los seres queridos.

Se convierte en un problema si se intenta ganar aprobación para apuntalar una autoestima débil y se persigue la felicidad de los demás a expensas del propio bienestar emocional.

Si dedicas todo tu tiempo a ayudar a los demás para hacerlos felices y ganar su aprobación, puedes experimentar algunas de las siguientes consecuencias.

Enfado y frustración

Aunque a veces disfrutes ayudando, también experimentarás frustración cuando hagas las cosas de mala gana o por obligación. Esto puede llevar a un ciclo de ayudar a alguien, sentirse enfadado con él por aprovecharse, y luego sentirse arrepentido o apenado.

Un estudio reveló que las personas con una fuerte necesidad de complacer a los demás también eran más propensas a comer en exceso en situaciones sociales.

Ansiedad y estrés

Los esfuerzos por mantener a los demás contentos pueden hacer que sus propios recursos físicos y mentales se agoten. Tratar de gestionarlo todo puede dejarle plagado de estrés y ansiedad, lo que puede tener efectos perjudiciales para su salud.

Ayudar a otras personas puede ser beneficioso para la salud mental. Sin embargo, no dejar tiempo para uno mismo significa que puede acabar experimentando las consecuencias negativas para la salud del exceso de estrés.

ansiedad-y-estres-por-complacer-a-los-demas

Fuerza de voluntad agotada

Dedicar toda su energía y recursos mentales a asegurarse de que los demás son felices significa que es menos probable que tenga la determinación y la fuerza de voluntad para abordar sus propios objetivos.

Algunas investigaciones sugieren que la fuerza de voluntad y el autocontrol pueden ser un recurso limitado. Si está utilizando sus recursos mentales para asegurarse de que otras personas tienen lo que quieren o necesitan, puede significar que simplemente le queda poco para dedicarse a sus propias necesidades.

Falta de autenticidad

Las personas que complacen a la gente suelen ocultar sus propias necesidades y preferencias para complacer a otras personas. Esto puede hacer que sientas que no estás viviendo tu vida con autenticidad, incluso puede hacer que te sientas como si no te conocieras del todo.

Ocultar tus verdaderos sentimientos también dificulta que otras personas te conozcan de verdad. La autodivulgación es importante en cualquier relación cercana, pero no es eficaz si no se revela el verdadero yo.

Relaciones más débiles

Si pone todo su empeño en asegurarse de que cumple las expectativas de los demás, es posible que se sienta resentido. Es posible que la gente aprecie tu carácter dadivoso. Pero incluso las personas más agradecidas pueden empezar a dar por sentada su amabilidad y atención.

Con el tiempo, la gente puede incluso empezar a aprovecharse inadvertidamente de su carácter dadivoso. Puede que ni siquiera se den cuenta de que lo están haciendo. Todo lo que saben es que siempre estás dispuesto a echar una mano, así que no dudan de que aparecerás siempre que te necesiten. Lo que tal vez no vean es que estás muy ocupado y que estás demasiado comprometido.

relaciones-debiles-por-complacer-a-los-demas

Ser simpático y no ser un complaciente con la gente

Es importante tener en cuenta que hay una distinción entre hacer cosas para ser agradable y hacer cosas porque eres un complaciente. La gente suele hacer cosas agradables por una serie de razones: Para sentirse bien, para ayudar, para devolver un favor, para ganarse un favor, etc. Si haces algo porque tienes miedo de que no te guste o te rechacen si dices “no”, es muy probable que haya un elemento de intento de complacer a otras personas.

Relaciónate mejor con tu esencia personal, y gana seguridad, confianza y plenitud.

La autoestima es flexible y se puede potenciar, trabajando en nuestros paradigmas y la forma en la que nos valoramos.

Lo que puede hacer

Afortunadamente, hay algunas medidas que puede tomar para dejar de ser un complaciente de la gente y aprender a equilibrar su deseo de hacer felices a los demás sin sacrificar el suyo propio. Algunas de las medidas que puede tomar son las siguientes:

Establecer límites

Es importante que conozcas tus límites, establezcas límites claros y los comuniques. Sé claro y específico sobre lo que estás dispuesto a aceptar. Si te parece que alguien te pide demasiado, hazle saber que está por encima de los límites de lo que estás dispuesto a hacer y que no podrás ayudarle.

También hay otras formas de crear límites en tu vida para ayudar a refrenar tus tendencias de complacer a la gente. Por ejemplo, puede contestar a las llamadas telefónicas sólo a determinadas horas para establecer límites sobre cuándo puede hablar. O puede explicar que sólo está disponible durante un periodo de tiempo determinado. Esto puede ser útil porque garantiza que tiene el control no sólo de lo que está dispuesto a hacer, sino también de cuándo está dispuesto a hacerlo.

establecer-limites-para-dejar-de-complacer-a-los-demas

Empezar poco a poco

Puede ser difícil hacer un cambio repentino, por lo que a menudo es más fácil empezar afirmándose en pequeñas cosas. Cambiar los patrones de comportamiento puede ser difícil. En muchos casos, no sólo hay que volver a entrenarse a sí mismo, sino que también hay que trabajar para enseñar a las personas que le rodean a entender sus límites.

Por ello, puede ser útil empezar con pequeños pasos que le ayuden a ser menos complaciente con la gente. Empieza por decir que no a las peticiones más pequeñas. O intente expresar su opinión sobre algo pequeño o pedir algo que necesite.

Por ejemplo, intente decir que no a una petición de texto. A continuación, ve subiendo hasta decir “no” a la gente en persona. Practica en diferentes entornos o situaciones, como al hablar con vendedores, al pedir en un restaurante o incluso al tratar con compañeros de trabajo.

Cada vez que des un pequeño paso para dejar de complacer a la gente, ganarás una mayor confianza que te ayudará a recuperar el control de tu vida.

Establezca objetivos y prioridades

Considera a qué quieres dedicar tu tiempo. ¿A quién quieres ayudar? ¿Qué objetivos quieres alcanzar? Conocer tus prioridades puede ayudarte a determinar si tienes o no tiempo y energía para dedicar a algo en tu vida.

Si hay algo que le está quitando energía o le está quitando demasiado tiempo, tome medidas para solucionar el problema. A medida que practiques el establecimiento de esos límites y digas no a las cosas que realmente no quieres hacer, descubrirás que tienes más tiempo para dedicar a las cosas que son realmente importantes para ti.

Pruebe a hablarse a sí mismo en positivo

Si empiezas a sentirte abrumado o tentado a ceder, refuerza tu determinación con una autoconversación positiva. Recuérdate que te mereces tener tiempo para ti. Tus objetivos son importantes y no deberías sentirte obligado a dedicar tu tiempo y energía a cosas que no te aportan alegría.

hablarse-a-si-mismo-en-positivo

Pida tiempo

Cuando alguien te pida un favor, dile que necesitas tiempo para pensarlo. Decir “sí” de inmediato puede hacer que te sientas obligado y demasiado comprometido, pero tomarte tu tiempo para responder a una petición puede darte tiempo para evaluarla y decidir si es algo que realmente quieres hacer. Antes de tomar una decisión, pregúntate:

  • ¿Cuánto tiempo me va a llevar?
  • ¿Es algo que realmente quiero hacer?
  • ¿Tengo tiempo para hacerlo?
  • ¿Cómo de estresado voy a estar si digo “sí”?

Las investigaciones también han descubierto que incluso una breve pausa antes de tomar una decisión aumenta la precisión de la misma. Así que, si te das un momento, podrás decidir con mayor precisión si es algo que tienes el deseo y el tiempo de asumir.

Evaluar la solicitud

Otro paso para superar la tendencia a complacer a la gente es detectar las señales de que otras personas intentan aprovecharse de su generosidad. ¿Hay personas que parecen querer siempre algo de usted pero que de repente no están disponibles si usted necesita que le devuelvan el favor? ¿O hay personas que parecen ser conscientes de tu naturaleza generosa y piden porque saben que probablemente no dirás “no”?

Si te parece que te están manipulando para que hagas cosas, tómate un tiempo para evaluar la situación y decidir cómo quieres manejar la petición. En el caso de los reincidentes o de las personas que siguen insistiendo en que les ayudes, sé firme y claro.

Evita poner excusas

Es importante ser directo cuando digas “no” y evitar culpar a otras obligaciones o excusas por tu incapacidad para participar. En cuanto empieces a explicar por qué no puedes hacer algo, estarás dando a la otra persona la posibilidad de agujerear tu excusa y encontrar razones por las que puedes hacer esas otras cosas más tarde. O le das la oportunidad de ajustar su petición para asegurarte de que todavía puedes hacer lo que te piden.

evita-hacer-excusas

Recuerda que las relaciones requieren dar y recibir

Una relación fuerte y sana implica un cierto grado de reciprocidad. Si una persona siempre está dando y la otra siempre está recibiendo, a menudo significa que una persona está renunciando a cosas que necesita para asegurar que la otra persona tenga lo que quiere.

Aunque disfrutes complaciendo a los demás, es importante recordar que ellos también deberían tomar medidas para darte a ti a cambio.

Ayudar cuando se quiere ayudar

No tienes que renunciar a ser amable y considerado. Son cualidades deseables que pueden contribuir a establecer relaciones sólidas y duraderas con los demás. La clave es examinar tus motivaciones e intenciones. No hagas las cosas sólo porque temes el rechazo o quieres ganarte la aprobación de los demás.

Sigue haciendo cosas buenas, pero en tus propios términos. La bondad no exige atención ni recompensas, simplemente requiere el deseo de mejorar las cosas para otra persona.

 

error: El contenido está protegido